ABC (Andalucía)

AJUSTE DE CUENTAS

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su newsletter Nº 160 traía un regalo para los friquis de la economía moderna: la carta-respuesta que el economista Charles Kindleberg­er le envío a Ben Bernanke cuando este le remitió el trabajo por el cual le han dado el Nobel de Economía.

El premio ha sido controvert­ido. A los economista­s de la escuela austriaca que se dicen seguidores de Hayek, no les ha gustado porque Bernanke fue un banquero central que legitimó el intervenci­onismo monetario con sus expansione­s cuantitati­vas. Y para muchos, eso mismo lo convierte en un héroe porque salvó la economía real por encima de las teorías. Como decía el ‘Wall Street Journal’, Bernanke es de los pocos economista­s que han tenido que empeñar sus ideas académicas en la realidad y en su caso, ¡siempre fue coherente! Pero, además, Bernanke es un monetarist­a, como Milton Friedman, y eso transgrede ciertas ortodoxias al tiempo que impide que lo devoren los de su misma especie.

Pero lo realmente llamativo tiene que ver con un hallazgo de Perry Mehrling, un profesor de la Universida­d de Boston que acaba de publicar una biografía de Kindleberg­er que se titula ‘Money and Empire: Charles P. Kindleberg­er and the Dollar System’. Mehrling publicó la semana pasada la reacción de

Kindleberg­er cuando Bernanke le pidió que revisara su ‘paper’ sobre la Gran Depresión: muy eleganteme­nte le dijo que era un trabajo inútil, porque diagnostic­ar el pasado no sirve de nada.

En este libro, Mehrling explica cómo el dólar ha gobernado la economía global al margen de la fortaleza o debilidad de la economía norteameri­cana. Hoy estamos comproband­o que el dólar es la auténtica ‘criptomone­da’ y que Kindleberg­er tenía razón: el sistema monetario no es una colección de islotes (países) que toleran al dólar, sino una red más compleja donde la moneda norteameri­cana se infiltra a través de productos y modalidade­s.

Traigo a colación esta idea al hilo de que esta semana, el alto representa­nte europeo Josep Borrell ha recordado que a través del dólar EE.UU. nos exporta parte de su inflación. Como escribe Mehrling en su libro, «si bien es posible que EE.UU. se haya vuelto incapaz de liderar» el mundo, el sistema global del dólar no solo sobrevive sino que se expande, a medida que los actores privados encuentran formas para aislarse de los ‘shocks’ nacionales y la red de bancos centrales que colaboran con la Fed encuentran nuevos instrument­os «para poner un suelo firme debajo del barrizal».

jmuller@abc.es

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