Otra ‘cerve’
Hay que estar a otra cosa, a la dulzura de vivir
LA llamada guerra cultural suponemos que será nieta de la kulturkampf, el conflicto entre Bismarck y la Iglesia católica en el siglo XIX por el que el primero trataba de reducir la influencia en Alemania de la segunda. Lo de ahora sería otra kulturkampf planetaria para imponer una ideología estatal compuesta de varios elementos: el nuevo feminismo, la interseccionalidad, el género y la autodeterminación hormonal del niño, el cambio climático, el sanitarismo totalitario de reciente memoria covidiana o el animalismo.
Por la especial circunstancia española podríamos añadir la memoria histórica y la consideración del español como lengua impropia. O sea, el control político de la historia del siglo XX y la interpretación en términos ‘negrolegendarios’ de los siglos anteriores (el español como lengua ibérica de conquista).
Como Aznar hiciera con Pujol, el PSOE se inhibe para que los nacionalistas puedan negar la escolarización en la lengua común, lo que mermará la capacidad de los humildes y la cohesión nacional. Sobre la memoria histórica tenemos un último ejemplo en la negativa madrileña a proteger el Valle de los Caídos, que ya no es Franco, sino la cruz, otro escaqueo epocal del PP.
Pero entrar en esas cuestiones se considera radicalismo, sectarismo pejiguero, casi mala educación, y las opiniones han de quedar dentro del eje de abscisas de la moderación y el eje de ordenadas de la frivolidad: una de bravas, ponme otra ‘cerve’, mira qué serie...
Todo eso de lo ‘cultural’ serían manías, obsesiones de hiperventilados. Hay que estar a otra cosa, a la dulzura de vivir, aunque si vamos a las habichuelas, a los machacantes, al dinero que permite el buen vivir, tampoco es que se pueda mucho… La pérdida de poder adquisitivo del trabajador, que viene de décadas y es galopante, ya no sería ‘belicultismo’ y sin embargo, ¿en qué ventanilla se despacha?
A lo que hay que estar es al tramo, al del IRPF, y como occidentales que somos a meter en vereda a Putin. No mandamos nada sobre el diputado provincial, pero el Pentágono somos todos. La guerra cultural crispa, la nuclear no la descartamos.