ABC (Andalucía)

JUGUETES ROTOS Drácula hasta la muerte

Murió arruinado y en el olvido tras una larga carrera cinematogr­áfica y fue enterrado con el traje del vampiro

- PEDRO GARCÍA CUARTANGO

ela Lugosi hizo más de un centenar de películas. Pero ha pasado a la historia del cine y al imaginario colectivo por uno de sus papeles: Drácula. Fue un juguete roto que nunca asumió la pérdida de su popularida­d, que cayó en la adicción a la morfina y que murió olvidado de un público que le había elevado a la categoría de mito en los años 30.

Había interpreta­do el papel del conde rumano, creado por Bram Stoker en una célebre novela publicada en 1897, en los teatros de Broadway. Quiso el azar que Lon Chaney falleciera antes de comenzar el rodaje de ‘Drácula’, dirigida por Tod Browning. El realizador optó por sustituirl­e por Lugosi,

Bque tenía experienci­a en el género de terror y había trabajado en películas de serie B en Hollywood.

La película se estrenó en 1931 con un éxito apoteósico y Lugosi inició una carrera de éxitos que duraría casi dos décadas. En el filme, el actor de origen magiar, ataviado con una capa, desciende por las escaleras de su castillo de Transilvan­ia para recibir a John Harker, que ha llegado hasta allí desde Londres en medio de siniestros presagios. «Yo soy Drácula», enfatiza en la penumbra a su joven invitado en una de las escenas más memorables de la historia del cine.

Dice la leyenda que Lugosi llegó a creerse Drácula y que se vestía como él en los últimos años de su vida. No es

Nunca asumió la pérdida de su popularida­d y se enganchó a la morfina

cierto. La fabulación tiene como origen en el hecho de que el actor, fallecido en 1956 en Los Ángeles, fue introducid­o en el féretro con el mismo traje del vampiro con el que actuó en la película de Browning. Fue una decisión de su quinta esposa y su hijo, que querían hacerle un último homenaje y recordar sus tiempos de esplendor. Lugosi nunca dijo que quisiera ser enterrado como Drácula, tal y como acredita su testamento.

Tenía 73 años cuando falleció de un infarto. Había confesado a un amigo que sufría miedo a la muerte y permaneció lucido hasta el último momento de su existencia. Había sobrevivid­o con apuros gracias a papeles en películas de terror de bajo presupuest­o. En algunas, remedaba en clave cómica al personaje que le había lanzado a la fama.

La leyenda reza también que Boris Karloff, su gran rival en el género, acudió al tanatorio de Los Ángeles y cuando vio dentro del ataúd su figura larguiruch­a (medía 1,85) e hierática, su capa y su pelo engominado, exclamó: «Vamos, Bela, deja de tomarnos el pelo». Peter Lorre, otro actor con el que había entablado amistad, manifestó: «Quizás deberíamos clavarle una estaca en el corazón para asegurarno­s de que está muerto».

Lugosi y Karloff tuvieron una relación de amor y odio porque, aunque se respetaban profesiona­lmente, pugnaban por los mismos papeles en Hollywood. Al parecer, Karloff estaba mejor pagado que el actor húngaro, que nunca asumió este hecho.

Al final de su vida, Lugosi estaba completame­nte arruinado y deprimido. Había tenido cinco esposas y muchos de sus amigos le habían abandonado, entre otras causas, por su adicción a la morfina. Su defunción sirvió para que los periódicos se acordarán de él, rememorand­o sus indudables dotes interpreta­tivas.

Bela había nacido en una pequeña localidad de Rumanía, entonces bajo el Imperio austrohúng­aro. Había luchado en la I Guerra Mundial, donde fue condecorad­o por su valor. Desde que era niño, quiso ser actor, pero no pudo ejercer su profesión puesto que fue vetado por sus ideas políticas radicales. En 1920, se enroló en un buque para cruzar el Atlántico e instalarse en Nueva York. Había cumplido 37 años. Cambió de nombre y pronto empezó a trabajar con éxito en los teatros de Broadway.

Lugosi interpretó el papel de Drácula por última vez en 1948 junto a Abbot y Costello. Luego apareció en media docena de películas de ínfima calidad en pleno declive profesiona­l y personal. Estaba sentado en una silla cuando le falló el corazón. Fue enterrado en el cementerio de Culver City, donde muchos que no habían nacido cuando rodó sus películas van a tributarle su reconocimi­ento por haber encarnado un mito que todavía sigue suscitando estremecim­iento*

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// ABC Lugosi se estrenó como Drácula en 1931. El éxito de la cinta le encumbró durante dos décadas
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