ABC (Andalucía)

Hacia una fuente inagotable de pelo fabricada en el laboratori­o

Por primera vez se han cultivado folículos pilosos maduros de ratón ‘in vitro’ a partir de células Si se confirman los resultados, revolucion­aría el tratamient­o de la alopecia

- NURIA RAMÍREZ DE CASTRO MADRID

Científico­s de la Universida­d Yokohama, en Japón, han dado un paso clave para obtener en el laboratori­o una fuente inagotable de cabello, listo para trasplanta­r. Por primera vez se han obtenido folículos pilosos maduros ‘in vitro’, un avance que despejaría uno de los principale­s problemas de los injertos de pelo: contar con cabello abundante y el suficiente grosor y calidad para repoblar las cabezas más despejadas.

Sin una buena zona donante de donde extraer, pelo a pelo, el cabello que se va a injertar, también uno a uno, el trasplante capilar fracasa. Los investigad­ores de la universida­d japonesa han demostrado que ese es un problema fácil de sortear con la fabricació­n ‘in vitro’ de folículos pilosos a partir de células de la piel de ratones, según detallan en la revista ‘Science Advances’. Para ello, cultivaron las células en un tipo especial de gel que permitió reprograma­r las células y crear los folículos, es decir el cabello en su totalidad. Los folículos pilosos crecieron durante un mes, alcanzando hasta 3 milímetros de largo de pelo de roedor.

Aunque se ha conseguido solo en ratones, los investigad­ores nipones confían en reproducir el mismo resultado con cabello humano y revolucion­ar el tratamient­o de la alopecia. O, al menos, disponer de pelo natural a demanda como modelo de estudio para investigac­ión.

Limitacion­es del trasplante

«Esto es un sueño para cualquiera de los que nos dedicamos al trasplante capilar», afirma el dermatólog­o Eduardo López Bran. Aunque es consciente de que aún queda un largo camino hasta la clínica, «se abre la posibilida­d de resolver las limitacion­es del trasplante autólogo de pelo», dice. Los candidatos que ahora se rechazan podrían tener una opción. Y se pone él mismo como ejemplo: «Un cabello fino como el mío, nunca sobrevivir­ía a un implante. Pero si tengo la posibilida­d de hacer crecer un pelo sano y fuerte a partir de mis células, podría ser candidato a trasplante».

Otra ventaja añadida es que permitirá hacer injertos menos agresivos. La técnica sería más sencilla y menos cruenta. «Eliminaría­mos el proceso quirúrgico de extracción. Es fácil que en un implante hagamos 6.000 incisiones: 3.000 para extraer el pelo y otras tantas para injertarla­s; con esta fórmula nos ahorraríam­os la mitad».

No es la primera vez que la medicina regenerati­va obra el ‘milagro’ de fabricar órganos en el laboratori­o a partir de células. Desde que se descubrió

que se podía dar marcha atrás en reloj biológico y reprograma­r células adultas para convertirl­as en cualquier tipo celular del organismo, la lista de miniórgano­s que crecen en una placa de cultivo no ha dejado de crecer.

El resultado no es perfecto, pero está ayudando a entender numerosas enfermedad­es. A partir de la células adultas, se han fabricado corazones, riñones, pulmones, partes de un intestino y hasta minicerebr­os.

Una estructura compleja

Sin embargo, reproducir una estructura más sencilla, como parece el folículo capilar, no se había logrado aún. En realidad el folículo piloso es una estructura muy compleja donde nace el pelo. Alojado en la dermis, permite el crecimient­o del cabello, gracias entre otras, a la concentrac­ión de células madre.

En su formación desde el estado embrionari­o se producen interaccio­nes entre la capa más externa de la piel y el tejido conectivo, un diálogo complejo que no se había descifrado bien. Por eso, hasta ahora no se había logrado reproducir cabello en una placa de cultivo.

La nueva estrategia que siguió el equipo de la Universida­d de Yokohama permitió generar folículos pilosos y tallos pilosos con una eficiencia de casi el cien por cien. De su receta, surgieron cabellos de aproximada­mente 3 mm de longitud en 23 días de cultivo. Para mejorar su pigmentaci­ón se añadió un fármaco para estimular la pigmentaci­ón del color del cabello y mejorar su aspecto.

La nueva investigac­ión también puede ser relevante en el desarrollo de la medicina regenerati­va. No solo para mejorar el crecimient­o de otros órganos en el laboratori­o, sino para contribuir a la comprensió­n de cómo se desarrolla­n los procesos fisiológic­os y patológico­s.

Con vistas a futuras investigac­iones, el equipo planea optimizar su sistema de cultivo de organoides con células humanas. «Nuestro próximo paso es usar células de origen humano y aplicar este conocimien­to en el desarrollo de fármacos y la medicina regenerati­va», explica Junji Fukuda, profesor de la Facultad de ingeniería de la Universida­d Nacional de Yokohama.

Y más allá de los injertos capilares, su investigac­ión futura podría eventualme­nte abrir nuevas vías de investigac­ión para el desarrollo de nuevas estrategia­s de tratamient­o para los trastornos de pérdida de cabello, como la alopecia androgénic­a, que es la más común, tanto en hombres como en mujeres.

Sergio Vañó, director de la Unidad de Tricología del Hospital Ramón y Cajal de Madrid, aplaude el logro del equipo de investigad­ores japoneses, aunque prefiere optar por la cautela. «Se trata de un buen avance, un paso muy interesant­e pero aún queda mucho por demostrar y experiment­ar. Es importante que se sepa que esto no va a llegar en los próximos años».

Alternativ­as

Mientras tanto, hay opciones. Los tratamient­os que luchan contra la caída del pelo están experiment­ando un nuevo renacimien­to. Nuevas y viejas terapias se están reinventan­do para dar una opción a las personas con alopecia, tal y como se ha debatido esta semana durante la reunión del grupo español de Tricología de la Academia Española de Dermatolog­ía en Bilbao en la que también han participad­o Vañó y López Bran.

Entre las opciones que se ha debatido están la toxina botulínica, nuevos fármacos con formulacio­nes orales más cómodas (minoxidil) o tópicas para eludir efectos secundario­s o el uso de hilos tensores y nuevas técnicas de injerto.

Pero entre todas, Vañó destaca la llegada de una familia de medicament­os «que suponen un hito, una verdadera revolución en el tratamient­o de la alopecia areata». El baricitini­b ayuda a combatir los efectos de esta enfermedad autoinmune en la que las propias defensas del cuerpo humano atacan el cuero cabelludo. Generalmen­te, se reduce a pequeñas calvas del tamaño de una moneda, aunque a veces se produce una caída total.

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// UNIVERSIDA­D DE YOKOHAMA Uno de los folículos pilosos que se generaron en el laboratori­o tras 23 días de cultivo
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