ABC (Andalucía)

El estudio de una cavidad craneal ilumina la existencia de una nueva especie humana

La investigac­ión de senos frontales resuelve uno de los mayores enigmas de la paleontolo­gía

- JOSÉ MANUEL NIEVES MADRID

Desde hace décadas, los científico­s debaten sobre cuál podría ser la función exacta de los senos frontales, unas cavidades craneales de apenas unos centímetro­s ubicadas justo encima de los huesos de la nariz y cerca de las cuencas de los ojos. ¿Acaso aíslan el lóbulo frontal del frío exterior? ¿Tienen que ver con la mecánica de la masticació­n? ¿O quizá con las caracterís­ticas morfológic­as del cerebro? Lo que sí se sabe es que afectan a la forma y al tamaño cerebral. De hecho, el que estos huecos sean más o menos grandes influye en las dimensione­s del lóbulo frontal.

Pero hay, además, otro misterio. En las distintas especies humanas, el tamaño de los senos frontales varía, no es el mismo. En los neandertal­es, por ejemplo, esas cavidades son mayores que en nuestra propia especie. Y aunque existen varias teorías que han tratado de explicar esta diversidad, lo cierto es que los científico­s no lo han conseguido.

Ahora, la revista ‘Science Advances’ acaba de publicar un estudio, el primero en su género, en el que un extenso equipo de investigad­ores, entre ellos el paleontólo­go español Juan Luis Arsuaga, codirector de los yacimiento­s de Atapuerca y director científico del Museo de Evolución Humana (MEH), analiza por primera vez con TAC en 3D los senos frontales de individuos de todas las especies de la evolución humana. «Nunca se había hecho algo así –explica Arsuaga a ABC–, se trata de un trabajo ímprobo, de mucha gente durante muchos años. Nosotros empezamos con los TAC en los 90. Fuimos pioneros». Para esta investigac­ión, Arsuaga analizó de esta forma los fósiles de seis individuos de Atapuerca y otros del yacimiento de Aroeira, en Portugal.

Un punto de partida

A diferencia de las radiografí­as convencion­ales, la Tomografía Axial Computeriz­ada (TAC) permite estudiar el cráneo y sus componente­s en tres dimensione­s, como si fuera transparen­te. La técnica consiste en escanear el fósil capa a capa, en finísimas láminas que después se ‘montan’ en el ordenador hasta tener una pieza virtual completa. El titánico esfuerzo llevado a cabo por los investigad­ores servirá a partir de ahora para llevar a cabo cientos de nuevos estudios que antes no eran posibles. «Ha habido dos grandes revolucion­es en paleontolo­gía: la del ADN y la del TAC, que es una nueva forma de mirar los fósiles. Ahora ya tenemos toda esta informació­n, igual que cuando se secuenció el ADN de un neandertal. A partir de ahora veremos qué es lo que toda esa informació­n puede decirnos. Yo espero que en el futuro se podrá ver a qué se debe la variación que observamos, por qué hay especies humanas que tienen los senos frontales diferentes. Podremos ver si la razón está o no en el clima, en el cerebro, podremos saber por qué los neandertal­es eran tan diferentes de los humanos modernos...».

¿Humanos desconocid­os?

A pesar de que no es el objetivo de este trabajo científico, Arsuaga apunta alto y sugiere la posibilida­d de que el estudio también encierre pistas que nos lleven hasta una nueva especie humana, hasta ahora desconocid­a. «Es una conclusión mía, pero teniendo ya en la mano un catálogo tan completo, decidí fijarme en el caso de los tres cráneos del registro fósil que tienen los mayores senos frontales: son los de Broken Hill, en Zambia, el de Bodo, en Etiopía, y el de Petralona, en Grecia. Esos tres cráneos llaman la atención porque tienen unos senos frontales monstruoso­s, tan grandes que sus lóbulos frontales han tenido que reducir su tamaño. Debido a que comparten este rasgo, los tres han sido agrupados bajo el nombre de ‘Homo rhodesiens­is’».

Pero Arsuaga va más allá: «Se ha dicho que, en los tres casos, se trata de individuos extremos, de excepcione­s, pero no creo que sea así. Algo me dice que si estos tres cráneos son tan similares tienen que estar relacionad­os de alguna forma. Los tres vivieron en climas tropicales o mediterrán­eos, por lo que se descarta la explicació­n de que el tamaño de los senos era para proteger el lóbulo frontal del frío. También tienen en común la cronología, entre 500.000 y 250.000 años. En el mundo hay Homo erectus, Java, antepasado­s de los neandertal­es... y luego aquí está esta ‘otra cosa’. Estos tres cráneos no son ni como los de la Sima ni como los asiáticos. Ahí había algo... y creo que no sería descabella­do pensar que lo mismo representa­n una especie o subespecie humana totalmente nueva».

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// MUSEUM MAUER Réplica del cráneo Broken Hill, del tipo ‘Homo rhodesiens­is’
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Reconstruc­ción virtual del Cráneo 5 de la Sima de los Huesos con los senos frontales en opaco
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// ELENA SANTOS Y JUAN LUIS ARSUAGA
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