Falso sosiego
Esa plaza fija que anhelaban les ahoga porque sienten que se pierden algo
ESAS contradicciones que son la grasienta mochila nuestra de cada jornada. Esa naturaleza humana que no es sino insatisfacción permanente. Ese bamboleo continuo que nos convierte en funambulistas de saldo y nos impide encontrar el sutil equilibrio necesario para afrontar el día a día. Esa suerte de náusea sartriana que se nos adhiere legañosa desde recién despertados. Ese querer siempre, menudo coñazo, lo que no tenemos. Esas dudas corrosivas que erosionan nuestro carácter sin prisa pero sin pausa.
Casi la mitad de los funcionarios toman ansiolíticos cada día. Dame tortilla de Trankimazin que no puedo ni caminar, hermano. Dame batido de Valium que los nervios me devastan, hermana. Dame algo, por caridad. Dame lo que sea. Dame veneno que quiero morir, ya puestos. Peleas y opositas para lograr plaza de funcionario porque imaginas que así la tranquilidad será tu bandera pero luego aterrizas en el aeropuerto del tedio, del muermo, y sientes que te mustias, que te marchitas, que las jornadas transcurren amortajadas por la grisura de unos nubarrones perpetuos que te chupan la sangre, la alegría, las ganas de vivir, de reír, de disfrutar y hasta de ‘fornifollar’, vete tú a saber.
Qué paradoja pespunteada de ácida ironía… Consigo mi plaza perpetua, vitalicia, para que nadie me pueda toser cuando las barbacoas dominicales con toda la envidiosa parentela, pero luego resulta que tanta calma chicha me traslada al páramo de los nervios y las sofoquinas que provocan monstruos. Los funcionarios enganchados a la pastilla de sosiego plastificado a lo mejor erraron en su elección porque escondían alma de bohemio, personalidad errante y libre propensa al vagabundeo. Esa plaza fija que anhelaban les ahoga porque sienten que se pierden algo, acaso la emoción de la incertidumbre que mana de una existencia a salto de mata. El funcionario adicto a la química tan de Leopoldo María Panero buscó su paraíso perfecto de relax permanente pero sólo encontró el paraíso artificial que acongoja y lobotomiza. Menudo fallo.