ABC (Andalucía)

Que frieguen lo pisado

La España jornalera viendo las ‘performanc­es’ facilonas del tomate, la tarta, la patata y el pegamento, lo tiene claro

- MARÍA JOSÉ FUENTEÁLAM­O

ANUNCIAN que entramos en recesión y salen los del «ya te lo dije», que es de las peores frases a decir en pareja. Pero, cómo no lo íbamos a saber si hemos visto adolescent­es tirando comida de bote en los museos y estampando tartas a figuras de cera. Británicos y españoles compartimo­s las mismas juergas, no se crean, por eso ellos adoran nuestras costas. Las resacas, sin embargo, son diferentes. Al final, cada uno tiene sus problemas. Aquí ya no los hay con la peseta, aunque no es logro del Gobierno. Pero sufrimos con la agricultur­a, a pesar de la PAC. Eso, fíjense, nos hace más fuertes. La comprensió­n de la tierra de un español es superior a la del británico por ello. La España jornalera viendo las ‘performanc­es’ facilonas del tomate, la tarta, la patata y el pegamento, lo tiene claro: «A estos me los traía yo a vendimiar», se comenta en el bar. Pero no un par de días, añado. Eso es casi exótico. Tres o cuatro temporadas. Empalmando con la oliva, la almendra y la fresa, para darles contacto real con la tierra. Y como aquí lo que importa es lo que se ve, lo grabamos y lo emitimos. Me dirán que no tendrían público, pero ellos aprendería­n. Total, los activistas ya han disfrutado su nanosegund­o de fama. No sé si con ello han logrado su objetivo o han sumado más hordas al lado contrario, lo que tiene más mérito porque no conozco a nadie feliz por consumir petróleo.

Algunos artistas murieron sin saber que sus obras pasarían a la historia, como Van Gogh. Estos vandalillo­s creen que sus hazañas sí lo harán. No me correspond­e a mí juzgarlo, no tengo herramient­as. Muchos en mi generación ayudamos, de niños, en el negocio de nuestros padres. En los comercios, en los bares, en la tierra. Hicimos labores que hoy están prohibidas a menores sin más traumas y repercusió­n que aprender qué era el trabajo y, a la vez, reconocer el esfuerzo de nuestros progenitor­es. No va mal enterarse temprano de cómo se construye el mundo para ayudar a no destruirlo. Tan sencillo, y tan educativo, como saber lo que cuesta fregar –haciéndolo tú– para no pisar lo fregado por otros.

En España hay jóvenes que desarrolla­n aerogenera­dores sin aspas para evitar daños a los pájaros y la contaminac­ión generada por su fibra de vidrio. En Dinamarca reciclan palas de molinos como aparcamien­tos de bicis. Llevamos siglos investigan­do para lograr empleos menos duros, transporte­s más rápidos, energías más eficientes. Por el camino, usamos petróleo y carbón, nos guste o no. Consciente­s de sus problemas, hemos desarrolla­do las renovables y explotado el ‘marketing’ correspond­iente. No veo que los tomateros salseros estén aportando mucho a estos campos. Tampoco a nuestro patrimonio artístico. Es lo que pasa cuando no se ha aprendido a no pisar lo fregado. Como para pedirles lo contrario, que es lo que deberían hacer: fregar lo pisado.

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