El último truco de Joe Hill: un templo mexica en Oviedo
Un trampantojo del artista callejero británico homenajea a Matos Moctezuma
der entendernos mejor, entre todos, para comprender por qué una sociedad tiene estas o aquellas características. Es un término muy adecuado, el puente.
—Por cierto: ¿qué opina del movimiento que aboga por derribar estatuas de Colón en todo el continente?
—De un tiempo para acá hemos visto cómo han surgido movimientos que tienden a la descolonización y demás. En México hace poco se retiró una estatua de Colón que había en la principal avenida, en el paseo de la Reforma… Pero es algo que viene de tiempo atrás. Cuando se conmemoraban los quinientos años de lo que por mucho tiempo llamamos el descubrimiento de América, hubo un historiador mexicano, Miguel León Portilla, que formó parte de la comisión mexicana del quinto centenario y llegó a proponer que no se usara el término descubrimiento. Y yo creo que tenía razón. El término descubrimiento es muy eurocentrista. Es como decir: estaban aquellos y de pronto los descubrimos. Y no, porque aquellos también descubrieron la otra cara de la moneda [ríe]. Él lo que propuso fue hablar de un encuentro entre dos mundos. Y eso es un cambio. Yo siempre he estado de acuerdo con este concepto… Este nuevo movimiento, que se trata sobre todo de los pueblos originarios, intenta que lo que en un momento provocó su sometimiento sea visto como un elemento de reivindicación. Es interesante cómo se está dando este fenómeno… Mira, ahí están los gaiteros.
Y así, con música, se acaba la entrevista.
La vegetación invade las ventanas y tamiza la luz de la sala, que se llena de misterio, de tiempo añejo. Es una luz de ruina, una luz perfecta para viajar al pasado, aunque sea por un nanosegundo. En el centro, un foco ilumina la estampa, que es un abismo a un templo mexica, pero en Oviedo. Hay unas escaleras que se adentran en lo profundo, y una gruta iluminada por el fuego, que permite ver el relieve de una diosa que debió morir hace mucho. Estamos en la última sala de la Fábrica de Armas de la Vega, y el responsable del truco (del viaje) es Joe Hill, del estudio 3D Joe and Max, un artista callejero británico que ha hecho del trampantojo una de sus señas de identidad.
El grafitero, término del que hace gala, ha recreado uno de los grandes hallazgos de la arqueología reciente: la ‘piedra de la luna’, que representa a Coyolxauhqui, la divinidad lunar de los mexicas. La elección no es casual, pues esa piedra cambió la historia del estudio del universo mexica, y también la vida del arqueólogo Eduardo Matos Moctezuma, premio Princesa de Asturias de Ciencias Sociales, al que esta obra homenajea. Con esa piedra, descubierta en febrero de 1978 durante unas excavaciones para mejorar el cableado subterráneo en Ciudad de México, se inició el proyecto de recuperación e investigación del Templo Mayor y del recinto sagrado de Tenochtitlán, centro simbólico, político, económico y religioso de esta cultura antigua. Fue el primer paso para recuperar una maravilla que había quedado sepultada bajo los pies de millones de personas.
Refundar el mundo
La creación de Hill, que lleva por título ‘El misterio del templo mexica’, viene con manual de instrucciones. Para apreciar el efecto tridimensional en toda su plenitud, esto es, para disfrutar de la mentira, hay que ubicarse en la ‘x’ del suelo (las ‘x’ siempre señalan el tesoro). Después hay que desenfundar el móvil y mirar a través de la cámara, que a veces, solo a veces, revela más que los ojos. Así vemos, por ejemplo, a un perro callejero descansando en las escaleras, y que recuerda que aquel lugar fue conocido como la ‘isla de los perros’, pues estos animales campaban por allí a sus anchas. Ahora lo hacen los visitantes, que juegan a descender al templo, a imaginar que allí, en efecto, se abre un mundo antiguo. ¿No es eso, también, la arqueología? Encontrar una piedra y refundar un mundo.