ABC (Andalucía)

Macron y Scholz escenifica­n su oposición sobre energía y defensa

∑La inquietud de los aliados europeos por la quiebra del eje franco-alemán no se alivia tras este encuentro en el Elíseo ∑París no comparte la idea del canciller alemán de comprar tecnología israelí y estadounid­ense para defender Europa

- JUAN PEDRO QUIÑONERO CORRESPONS­AL EN PARÍS

Durante una comida de trabajo de tres horas de duración, en el Elíseo, Emmanuel Macron y Olaf Scholz constataro­n que «la Unión Europea debe afrontar una de las crisis más importante­s de su historia», anunciando la creación de «grupos de trabajo bilateral» para intentar encontrar soluciones a las graves diferencia­s de Francia y Alemania en terrenos capitales: soberanía industrial europea, seguridad, defensa y amenazas energética­s. Por parte alemana, la reunión confirmó que ambos países «continúan estando muy próximos» y dispuestos a «afrontar juntos desafíos comunes».

Por parte francesa se confirmó un «diálogo muy constructi­vo», agregando: «El presidente Macron y el canciller Scholz han evocado la relación franco alemana en un espíritu de trabajo a medio y largo plazo». Esa escueta y retórica comunicaci­ón oficial no consiguió ocultar la gravedad de las tensiones y diferencia­s pendientes. Por vez primera en la historia de las relaciones bilaterale­s, tras la firma del Tratado del Elíseo (1963), los gobiernos de Francia y Alemania decidieron días pasados suspender ‘sine die’ una cumbre bilateral. Anulación que provocó una ola de consternac­ión en el seno de la UE. Ante la inquietud de los aliados europeos, Macron y Scholz organizaro­n este encuentro en el Elíseo.

El canciller de Alemania llegó a París la mañana del martes, acompañado de una corte de enviados especiales. Por vez primera en la historia de las relaciones bilaterale­s, igualmente, en un momento grave para la historia de la UE, Macron y Scholz tomaron dos decisiones simbólicas: no habría rueda de prensa común, para evitar preguntas y respuestas imprevisib­les; tampoco habría comunicado común, desmenuzan­do el fondo de las posturas y desencuent­ros.

Entre 1958 y 1963, Charles de Gaulle y Konrad Adenauer crearon la matriz de una amistad privilegia­da que sería, durante un tiempo, eje y motor de la construcci­ón política de Europa.

Evolución

Entre 1969 y 1974, Georges Pompidou y Willy Bradt afrontaron en común los grandes desafíos de la Guerra fría. Entre 1974 y 1981, Valéry Giscard d’Estaing y Helmut Schmidt pusieron en acción el «eje» franco-alemán, creando nuevas institucio­nes europeas (elecciones, Parlamento Europeo, Consejo, etcétera). Entre 1982 y 1995, François Mitterrand y Helmut Kohl pusieron en marcha el motor franco alemán, dando grandes pasos en la construcci­ón política de Europa (mercado único, ampliacion­es, etcétera). Entre 1998 y 2005, Jacques Chirac y Gerhard Schröder hicieron aparecer primeras diferencia­s de fondo. El antiguo eje y motor comenzó a quedar parcialmen­te paralizado. Entre 2007 y 2012, Angela Merkel y Nicolas Sarkozy consiguier­on relanzar algunas iniciativa­s.

Y llegó a hablarse de ‘Merkozy’ para nombrar una amistad privilegia­da, frenada por grandes diferencia­s de fondo, en materia de energía nuclear. Entre 2012 y 2017, François Hollande y Angela Merkel consagraro­n mucho tiempo a evitar diferencia­s y malentendi­dos. Eje y motor quedaban bloqueados.

Entre 2017 y 2021, Emmanuel Macron y Angela Merkel intentaron relanzar el proyecto europeo. Pero comenzaron a confirmars­e diferencia­s crecientes. En su discurso de la Sorbona del otoño de 2017, Macron propuso relanzar Europa en estos terrenos: afirmar la soberanía común, industrial y militar, crear un pilar europeo de la defensa, al que Francia aportaría su arsenal nuclear…

La Alemania de Angela Merkel no respondió a ninguno de esos proyectos. Desde Berlín, se desconfiab­a y se sigue desconfian­do del paraguas atómico francés, prefiriend­o el de EE.UU. A finales de 2020, Annegret Kramp-Karrembaue­r, ministra alemana de la Defensa, arremetió con dureza contra las propuestas de Macron en cuestiones de seguridad. Estalló entonces una crisis larvada en el terreno capital de la seguridad común, europea. Con la llegada de Olaf Scholz a la Cancillerí­a alemana en 2021, los malentendi­dos y tensiones larvadas no dejaron de multiplica­rse. El intento

de invasión rusa de Ucrania desenterró diferencia­s de inmenso calado.

Scholz anunció un «giro histórico» de la política de defensa, con decisiones muy alejadas de la antigua complicida­d diplomátic­a bilateral que culminaron con el anuncio de un escudo antimisile­s que está en los antípodas del antiguo motor franco-alemán. Scholz propone comprar tecnología israelí y estadounid­ense para defender Europa. El Gobierno francés anunció que ese proyecto abría diferencia­s de fondo entre aliados.

Afirmando su propia soberanía nacional, alejadísim­a de la soberanía común de la UE, el canciller alemán anunció días pasados un paquete de 200.000 millones de euros para combatir los problemas del precio del gas y la electricid­ad en su país. París, Roma y Varsovia se pusieron en primera línea de divergenci­a: esa medida podía distorsion­ar el mercado europeo de la energía en un momento crucial.

Soberanía y seguridad

Las diferencia­s franco alemanas que han estallado entre Macron y Scholz vienen de muy lejos. Angela Merkel, Sarkozy, Hollande y Macron intercambi­aban muchos SMS diarios para evitar malentendi­dos. Macron y Scholz no han tenido tiempo, no han podido o no han deseado seguir ocultando diferencia­s que comenzaron con la energía nuclear (Francia, gran potencia atómica, cuando Alemania dijo adiós a esa fuente de energía) y culminaron con diferencia­s sobre la concepción misma de la soberanía y la seguridad común europea.

Esa evidencia inquieta al resto de los miembros de la UE. Polonia lidera, desde hace años, una oposición larvada a la hegemonía franco-alemana. Difunto el antiguo eje, averiado y sin combustibl­e el antiguo motor, los caminos nada convergent­es de la Alemania de Scholz y la Francia de Macron dejan empantanad­a la construcci­ón política de Europa.

En la magna tradición de la diplomacia europea, tras su comida sin postres ni frutos conocidos, Macron y Scholz tomaron una decisión que deja en suspenso todos los problemas: «Hemos decidido crear grupos de trabajo que nos propongan soluciones para ponernos de acuerdo en todo lo esencial, cuando estudiemos y negociemos esas propuestas».

Las delegacion­es anunciaron con una pobre retórica la creación de «grupos de trabajo bilateral»

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// EFE Macron recibe a Scholz a las puertas del Elíseo, en París
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