Maniobras nucleares en la oscuridad
¿Por qué Rusia, a pesar de su arsenal nuclear, se enfrenta a una total derrota estratégica en Ucrania?
Se supone que las guerras solamente tienen dos finales posibles: la rendición incondicional de unas de las partes o un acuerdo negociado. Y también se supone que, al disponer del mayor arsenal nuclear del mundo, resulta muy difícil imaginar una capitulación por parte rusa en su fallida invasión de Ucrania.
Por supuesto, Vladímir Putin hace todo lo posible por reforzar esa imposibilidad de una total derrota estratégica de Rusia. Y desde un principio, el Kremlin ha jugado la carta del chantaje nuclear. Una amenaza amplificada durante los últimos días con la tarantela de una ‘bomba sucia’ y las primeras maniobras rusas desde la invasión de Ucrania simulando una masiva confrontación nuclear (con el correspondiente preaviso a Washington para evitar peligrosos malentendidos).
Con este inquietante teatro, Putin intenta seguir simulando que Rusia es fuerte, estable, impermeable a cualquier influencia exterior e invencible. Pero su gran problema, es que las apariencias del Kremlin no coinciden con la realidad, empezando por el vergonzoso fracaso de sus fuerzas armadas y servicios de Inteligencia. Un fiasco que no se puede atribuir a la maleva influencia de Occidente sino a la corrupción e ineficacia intrínsecas a la versión del fascismo instaurada en Moscú.
La realidad es que la economía de Rusia está cayendo en picado. El descontento social se multiplica ante un régimen indiferente ante la muerte de al menos 65.000 soldados rusos. Hasta un millón de hombres han huido de la movilización. La cúpula militar y de seguridad se enfrenta entre sí para escurrir responsabilidades. Las élites políticas y económicas empiezan a contemplar alternativas sucesorias, mientras el espacio postsoviético se descontrola.
Por este camino, según argumenta el profesor Alexander J. Motyl de Rutgers University, el ‘statu quo’ de los éxitos militares ucranianos, la ayuda occidental y la decadencia de Rusia pueden ser suficientes para alcanzar su derrota estratégica. Al fin y al cabo, es el propio Putin el que está destruyendo la Rusia que él ha creado.