La concentración de gas metano crece a un ritmo récord en la atmósfera
∑Los expertos buscan respuestas al mayor incremento en 40 años
dos últimos años, incluido el de la pandemia, los incrementos han sido los mayores desde que se iniciaron las observaciones sistemáticas de este gas en 1983, según la OMM.
El metano tiene muchas fuentes posibles. Deriva de la explotación de combustibles fósiles, pero también de la actividad ganadera y de procesos naturales como la descomposición de la materia orgánica en humedales. También se encuentra ‘atrapado’ en el permafrost (el suelo permanentemente helado) y en depósitos submarinos del Ártico, que con el aumento de las temperaturas corren el peligro de ser liberados a la atmósfera. Y no es un gas inocuo. Es más potente que el CO2 para atrapar el calor, aunque se degrada más rápidamente, ya que desaparece en una década, a diferencia del
CO2, que puede durar cientos de años.
La OMM analiza varias vías que expliquen el rápido incremento del metano: desde los humedales en los trópicos a fuentes antropogénicas en las latitudes medias del hemisferio norte. «Son las causas probables de este aumento reciente», dice el informe.
«No sabemos por qué el crecimiento del metano fue tan fuerte en 2020 o 2021. Este fuerte crecimiento reciente hace que sea más difícil alcanzar los objetivos del Acuerdo de París y subraya la necesidad urgente de todos los países, incluidos China y la India, los dos mayores emisores de metano, se unan al compromiso mundial de reducción de metano», dice a ABC el profesor Euan Nisbet, del Royal Holloway Universidad de Londres.
Humedales
«El continuo aumento de gases de efecto invernadero y la aceleración del metano muestran que vamos en la dirección equivocada»
Para Pep Candell, director del Global Carbon Project, un consorcio científico mundial que estudia el ciclo de carbono, todo apunta a que el aumento de los últimos años responde a «procesos biológicos» y no a «la minería de carbón o la industria del gas, estas últimas a través de lo que llamamos emisiones fugitivas asociadas a la extracción del gas, transporte y uso», explica a ABC.
Dentro de estas posibles fuentes biológicas, los principales candidatos son los humedales o el ganado (vacas, ovejas, cabras). «Actualmente creemos que el candidato más importante son los humedales. No es posible aumentar tan rápidamente el número de cabezas de ganado para justificar el aumento visto, y las estadísticas de la FAO confirman que no hemos tenido un aumento explosivo de ganado», asegura Canadell.
Los humedales son muy sensibles a los aumentos de temperatura y de lluvias. El informe de la OMM apunta, de hecho, a que fenómenos climáticos como La Niña pueden impulsar
Cerca del 48% de las emisiones de CO2 se acumulan en la atmósfera, el 26% en los océanos y el 29% en la tierra
el aumento de las emisiones de metano de los humedales tropicales. Y el planeta está sumido en un episodio de La Niña desde 2020.
«Lo que es preocupante es el ritmo del reciente crecimiento: es posible que estén operando retroalimentaciones climáticas», opina Nisbet. Es la gran incógnita, porque existe la posibilidad de que el calentamiento global esté alimentando ya procesos que faciliten la liberación de gases de la naturaleza, impulsando a su vez el calentamiento, en un bucle interminable.
Un desafío
«Existen estrategias rentables para hacer frente a las emisiones de metano, especialmente las del sector de los combustibles fósiles, y deberíamos aplicarlas sin demora», defendió Taalas. «El crecimiento del metano es un gran desafío para las esperanzas del Acuerdo de París: reducir la cantidad de metano en el aire es realmente urgente», refrenda también Nisbet.
Sin embargo, el secretario general de la OMM recordó que «la prioridad principal y más urgente es reducir las emisiones de dióxido de carbono, que son la causa principal del cambio climático y de los fenómenos meteorológicos extremos asociados y repercutirán en el clima durante miles de años, al inducir la pérdida de hielo polar, el calentamiento de los océanos y el aumento de nivel del mar».
El CO2 atmosférico alcanzó en 2021 el 149% de los niveles preindustriales, principalmente a causa de las emisiones procedentes de la quema de combustibles fósiles y la producción de cemento. Las emisiones mundiales han repuntado desde que terminaron los confinamientos por la pandemia. Del total de las emisiones generadas por actividades humanas entre 2011 y 2020, cerca del 48% se acumularon en la atmósfera, el 26% en los océanos y el 29% en la tierra.