ABC (Andalucía)

El Atlético cae como solo cae el Atlético

Carrasco falla un penalti en el último minuto y deja al equipo eliminado

- JOSÉ MIGUÉLEZ MADRID

El Atlético, así de simple. Un final retorcido como solo sabe construir el Atlético lo sacó fuera de la Champions. Un penalti en el último minuto cuando todo estaba perdido (el árbitro ya había pitado el final) que falló Carrasco. Y el tiro al larguero posterior de Saúl... La crueldad extrema. Aunque también la justicia a un trayecto desastroso por Europa. Lo intentó en el segundo tiempo por la vía de la desesperac­ión, pero regaló demasiado en el primero. Y murió llorando. Todavía le queda el consuelo de la Europa League (se lo jugará en la última jornada), pero su Liga de Campeones ha sido decepciona­nte.

La ventaja horaria, jugar después que el otro partido del grupo (la sorpresiva goleada previa del Oporto en Brujas), concedió al Atlético una jugosa informació­n, una certeza inapelable: no le quedaba otra que ganar para seguir vivo. Ganar (al Leverkusen) y ganar (Oporto). Ganar y ganar, el reconocibl­e lema olvidado de Luis Aragonés. Una obligación sin margen para la especulaci­ón, los minutos negociados, la racanería y todas esas cosas tan de ahora. Y sin embargo...

El Atlético salió como de costumbre. Sin demasiadas ganas de pelota e iniciativa, como si la urgencia no fuera con él. Al contrario, fue el Bayer Leverkusen, al que no le quedaba más esperanza que la Europa League, el que asumió de salida el gobierno y las emergencia­s. Xabi Alonso lució una propuesta más ambiciosa que la del Cholo, con una decidida presión adelantada y una velocidad endiablada en la transición.

Fueron sus propios errores los que condenaron al Atlético. Y bien pronto. Dos excesos de confianza en la salida de la pelota, en zonas prohibidas, que lo dejaron en evidencia. Primero a Griezmann (9’), que perdió el balón al intentar hacer un caño en la esquina del área a Andrich (la letal combinació­n HlozekDiab­y hizo el resto). Y luego a Correa (29’), que intentó un regate en la frontal y también quedó retratado y ridiculiza­do. Oblak y la defensa no corrigiero­n nada. Así que el empate provisiona­l de Carrasco (21’) no sirvió de nada.

Como todo el primer tiempo, que el Atlético recorrió afectado y encogido, por rellenar. Sin capacidad para manejar el balón ni para defenderse, para levantarse. Hasta la grada se apagó, contagiada por el desánimo y las malas noticias. Pidiendo a gritos el descanso.

Simeone revolvió la alineación en la segunda parte (Saúl y De Paul por Hermoso, que no se sabe muy bien qué pintaba en el once, y Correa). Witsel pasó a la defensa y el Atlético se recolocó en defensa de cinco (o más bien de tres). Y ya sí se dejó llevar por la desesperac­ión y el ataque sobre todas las cosas. Despertado y hasta envalenton­ado.

La afición volvió a la fiesta con el gol de De Paul (49’), una maravilla de tiro enroscado desde el límite del área que ayudó a multiplica­r la excitación. El estado de ánimo que más le convenía al Atlético y a sus necesidade­s. El partido viró a un combate a pecho descubiert­o, arriesgand­o el Atlético a que la velocidad del Leverkusen lo castigara a la contra, pero sometiéndo­le igualmente con su avalancha.

Con el toque de corneta, a la heroica por delante y por detrás (Reinildo, qué tipo, rodando la Jungla de Cristal VI frente a las balas alemanas), el Atlético fue acumulando ocasiones. Carrasco (enorme actuación de vuelta la suya), Griezmann (menos entonado que la última semana), Saúl... el uy rondó también la puerta de Hradecky.

La intensidad se fue apagando, el Leverkusen logró dormir el ritmo y Simeone se jugó la baza de Joao Félix en la agonía. Pero ya nada pudo frenar la eliminació­n. Ni siquiera un penalti en el minuto final que parecía abrirle la gloria. Lo falló Carrasco. El partido no salió del empate y ambos equipos quedaron fuera de la Champions. En la última fecha se jugarán la Europa League.

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// EFE Witsel se lamenta

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