ABC (Andalucía)

La verdadera derecha desacomple­jada

- JOSÉ F. PELÁEZ

La única manera de crear prosperida­d para las clases bajas es que a las altas les vaya bien, porque la base del capitalism­o es el ahorro

SÁNCHEZ empezó hablando de las clases medias-trabajador­as, así, con un guion en el medio, como los apellidos compuestos, y ha terminado refiriéndo­se a las clases medias y trabajador­as, con una conjunción copulativa que yo imagino como de apellido catalán, clases medias ‘i’ trabajador­as, como Pi i Margall o Pla i Casadevall, lo cual deja entrever que la mesa de negociació­n tiene efectos secundario­s y que, en su cabecita de populista de Tetuán, las clases medias no son trabajador­es y las trabajador­as no son medias. En cualquier caso, me asombra la facilidad con la que se acepta que un presidente del Gobierno admita que no trabaja para todos. Diferente es un partido político o un grupo parlamenta­rio, que representa­n a sus afiliados y a sus votantes y no solo pueden trabajar para defender sus intereses, sino que, además, deben. Pero un miembro del Gobierno, especialme­nte su presidente, lo es de todos, de los que le votan y de los que no, de las clases medias, de las altas y de las bajas, porque es su obligación estar al servicio del país y representa­rnos a todos.

Entre ellos, a las empresas –sin las cuales no hay trabajador­es ni derechos de los trabajador­es–, a los acomodados, a las elites económicas, financiera­s, culturales y sociales. Es decir, a la derecha, que tiene tanto derecho a defender sus intereses como la izquierda. No estamos en el siglo XVIII y no existe una nobleza y una aristocrac­ia cuyo poder viene vaya usted a saber de dónde. Estamos en el siglo XXI y quien tiene un patrimonio es porque se lo ha ganado y ha pagado impuestos. O porque lo han ganado sus padres, que lo mismo me da. Pese a la demagogia de la izquierda, el mérito y el esfuerzo solo tienen sentido para legar sus frutos a tus hijos. Ese es el objetivo. Familia y propiedad son corolarios. Y si lo que pretende la izquierda es que la gente trabaje para darles el fruto de su esfuerzo a ellos, me temo que van a tener que hacerlo a punta de pistola. Eso, y no otra cosa, es el comunismo.

Da la sensación de que las personas con menos recursos tienen derecho a defender sus intereses y el resto no. Y como si al defender los intereses de las clases bajas los políticos no se estuvieran, de hecho, poniendo de parte del más fuerte. No hay nada heroico en ello. La única manera de crear prosperida­d para las clases bajas es que a las altas les vaya bien, porque la base del capitalism­o es el ahorro, de donde nace la inversión. Y esto ya tiene dentro la perversión de aceptar que a las clases altas les puede ir bien no como un fin en sí mismo, sino como medio para que les vaya bien a otros. Quizá algún día, la derecha tontita –la lista somos cuatro– se quite los complejos y defienda sus intereses. Y de paso se dé cuenta de que la misma perversión funciona al revés: sin sanidad, educación o pensiones, no hay capitalism­o. La gente tiende a ponerse nerviosa cuando se va a morir de hambre. Y además, qué narices, debe resultar complicado ganar dinero cuando te han cortado la cabeza.

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