Son los pactos, estúpido
Sánchez asume el coste de desarmar al Estado contra sus enemigos para sobrevivir doce meses más
L Afrase ha pasado a los manuales de la política: «Es la economía, estúpido». La dijo Bill Clinton para subrayar el asunto que iba a ser clave en la campaña en la que disputaba la presidencia a George Bush padre. Han pasado tres décadas y hoy se podría reformular el enunciado para explicar lo que está pasando en España: «Son los pactos, estúpido».
La anomalía de lo que está sucediendo desde la moción de censura de Sánchez contra Rajoy hace más de cuatro años es que el presidente está gobernando gracias a los pactos con partidos que no sólo no aceptan el orden constitucional, sino que pretenden destruirlo.
El elemento diferencial de Sánchez respecto a González y Zapatero es que su supervivencia política descansa en formaciones como ERC y Bildu, que se aprovechan de su debilidad parlamentaria para avanzar hacia sus objetivos.
No hay más que una razón, y resulta obvia, para cambiar la tipificación del delito de sedición: lograr el apoyo de los independentistas para sacar adelante los Presupuestos y terminar la legislatura a finales del año que viene. Dicho con palabras más claras: Sánchez asume el coste de desarmar al Estado contra sus enemigos para sobrevivir doce meses más.
El Gobierno alega que quiere homologar la sedición con la legislación de otros socios de la UE. El argumento es basura intelectual que no merece la pena ser refutada. Por el contrario, lo lógico sería reformar el tipo penal para aumentar el castigo y prevenir un nuevo intento de golpe de Estado, que eso es lo que sucedió en Cataluña en 2017.
Sánchez hizo girar la campaña electoral que le permitió seguir gobernando en torno a la idea de que unos pactos con Podemos serían un desastre para España. Y juró que jamás llegaría a acuerdos con ERC y Bildu tras haber apoyado la aplicación del artículo 155. También prometió que no habría indulto para los golpistas.
Todo esto se ha quedado en papel mojado porque Sánchez ha preferido mantenerse en el poder a ser consecuente con sus compromisos. Así de sencillo. Es un político maquiavélico que cambia de estrategia en función de sus intereses personales. Sus principios se ajustan a sus necesidades y las decisiones al momento en el que se toman. No se puede esperar coherencia alguna de quien lo supedita todo a su supervivencia.
Es un error que el PP no se haya avenido a renovar el CGPJ porque le suministra una coartada a Sánchez para reformar el delito de sedición tras presentar a Núñez Feijóo como una reedición de Pablo Casado. Pero abajo las máscaras: lo que se propone hacer el presidente es bajar el coste de quien quiere saltarse la ley y facilitar que Oriol Junqueras pueda ser candidato a la Generalitat. Y todo para ganar un año. Son los pactos, estúpido. Son los pactos. Después de él, el diluvio, pero eso le importa muy poco.