Destapan un plan del Kremlin para desestabilizar a Moldavia
Los servicios de espionaje de Rusia están trabajando para subvertir al Gobierno pro-occidental de Moldavia, según documentos confidenciales obtenidos por la Inteligencia ucraniana a los que ha tenido acceso ‘The Washington Post’. Un hecho destapó las sospechas: miles de manifestantes se reunieron el mes pasado frente al palacio presidencial de Moldavia para pedir la renuncia de la presidenta del país, Maia
Sandu. Pues bien, el hombre detrás de la protesta, Ilan Shor, líder del partido de la oposición en el exilio en Israel, pronto recibió aplausos de Moscú. Un alto cargo ruso le describió como «un socio digno a largo plazo» e, incluso, le ofreció a la región moldava dirigida por el partido de Shor un acuerdo de gas ruso barato, según el servicio de prensa del citado político. Conocido como ‘el joven’ por el Servicio de Seguridad Federal de Rusia (FSB), Shor, de 35 años, es una figura destacada en los esfuerzos del Kremlin para desestabilizar a esta exrepública soviética, según los citados documentos confidenciales. Según el rotativo estadounidense, Moscú continúa tratando de manipular a los países de Europa del Este incluso cuando su campaña militar en Ucrania se tambalea. El FSB ha canalizado decenas de millones de dólares de algunas de las empresas estatales más grandes de Rusia para cultivar una red de políticos moldavos y reorientar el país hacia Moscú.
Estados Unidos impuso el pasado miércoles sanciones a varias organizaciones e individuos rusos y moldavos, incluido Shor, indicando que estaba «coordinándose con representantes de otros oligarcas para crear disturbios políticos en Moldavia» y que había «recibido apoyo ruso», además de trabajar en junio «con entidades con sede en Moscú para socavar la candidatura de Moldavia para unirse a la Unión Europea».
Moscú ha apoyado a Transnistria, enclave disidente dentro de las fronteras de Moldavia donde el Kremlin mantiene tropas; este conflicto ha frenado los esfuerzos de Moldavia por integrarse a la UE. En los primeros meses de la guerra de Ucrania el Gobierno moldavo temía que los tanques rusos atravesaran su frontera, especialmente si caía el puerto de Odesa, a poco más de 60 kilómetros de distancia. Esa amenaza ha disminuido, pero está aumentando la tensión sobre el suministro de gas.