«Me separan de mi marido y mi hijo por no tener el título de catalán»
∑Inés y otras celadoras denuncian la escabechina por la nueva bolsa de trabajo que exige el requisito lingüístico para trabajar en Baleares ∑Se echaron a más de 2.500 aspirantes a principios de año, pese a que algunos entraron cuando no se pedía la lengua
«Este año no te renuevan por no tener el título de catalán». A Inés le avisaron con apenas 20 días de antelación de que su contrato de celadora en el hospital Mateu Orfila de Menorca acababa de forma abrupta. Llegó hace dos años con una comisión de servicios desde Aragón, donde tiene una plaza fija, y durante este tiempo ha cubierto los peores momentos de la pandemia.
«Pero ahora me dicen que ya no les sirvo porque no hablo catalán», se queja amargamente en conversación con ABC mientras hace la maleta para regresar sola a su tierra de un día para otro. En la Isla deja a su hijo menor de edad y a su marido, militar de profesión. La carta de súplica de esta celadora de 50 años no ablandó el corazón del Servicio balear de Salud, que le ha denegado una prórroga que le diera margen para escolarizar a su hijo en la Península el próximo trimestre. «Me siento utilizada. Han separado a una familia por culpa de la lengua», sentencia. La situación en los hospitales y centros de salud es kafkiana desde que el Govern, liderado por la socialista Francina Armengol, exige el título de catalán para trabajar en la sanidad pública.
Expulsión masiva
El requisito lingüístico ha generado la expulsión masiva de aspirantes de las bolsas de empleo pese a la acuciante necesidad de trabajadores en las Islas Baleares.
Sólo en el bolsín de celadores se echó a más de 2.500 aspirantes a principios de año, pese a que algunos de ellos entraron en 2018 cuando no se pedía el requisito. La escabechina se empieza a notar ahora que los contratos llegan a su fin y Salud empieza a contratar a través de la nueva bolsa única, donde ya se exige el catalán por imperativo político. «Es todo un sinsentido. Nos tratan como un pañuelo de usar y tirar», se queja Jara, celadora de 43 años, también expulsada por no tener el título A2 de catalán obligatorio, pese a que ella tiene un certificado de conocimientos superior al exigido (B2) acreditado por la Generalitat de Cataluña. «Mi problema es que no lo aceptan. Se ve que mi catalán de Cataluña no les sirve tampoco», reprocha esta celadora, a quien no le convalidan sus estudios.
El día 13 de este mes le avisaron de que su contrato finalizaba el 15: «Me dieron las gracias por los servicios y me preguntaron si podían contar conmigo para las próximas contrataciones. Tres días después me volvieron a llamar para ofrecerme trabajo pero yo ya había hecho mis planes», cuenta Jara, que ha rechazado el puesto porque ya tenía programada una operación el 18 de octubre. «Es muy injusto. Me siento vendida». Aprovechará este tiempo convaleciente para estudiar catalán, aunque advierte de que no es fácil aprobar. «Yo me presenté al B2, muy superior al que se pide a los celadores, y suspendí por una pregunta. Saqué un 57,47 en vez de 60», recalca sobre la conocida dificultad de estos exámenes convocados por el Gobierno de Baleares.
Leo, 39 años
Para Leo, celadora también excluida, todo se resume en una palabra: «Política». Esta cordobesa de 39 años se presentó a las oposiciones «cuando todavía no pedían el catalán» y aprobó. Se formó con más de 1.800 horas y fue «metiendo la cabeza». El 31 de octubre acaba su contrato después de dos años enlazando contratos en el Mateu Orfila. «Me indigna que nos expulsen de la
nota media. «La mayoría de mis compañeras aprobó a la cuarta», reconoce mientras se resigna a volver a presentarse en enero, aunque tiene claro que si se le «cierran las puertas» en la Isla, volverá a la Península.