«Los cotillas prosperan más en la vida»
La autora nos descubre el pasado y el presente del mundo del espionaje
La escritora regresa con una novela de mujeres, pero no lo hace por moda sino porque era algo que tenía pendiente. ‘Licencia para espiar’ demuestra que ellas son mejores a la hora de espiar. Mucho James Bond en el cine, pero la realidad es que las féminas siempre fueron más discretas y eficaces. Con este libro Posadas devuelve a la mujer espía al sitio que le corresponde.
—Estamos en un momento que sólo escriben mujeres con protagonistas femeninas. ¿Era lo que tocaba para estar al corriente de los usos y modas?
—Desde niña me ha fascinado el mundo de los espías. Cuando vivía con mi familia en Rusia sentía que teníamos la casa llena. Desde la cocinera que te ponía el café con leche por la mañana al jardinero y reconozco que me fascinaba ese mundo. Yo tenía por entonces 19 años que fue cuando me casé por primera vez en Moscú. Quería hacer un estudio de cómo ha evolucionado el espionaje a lo largo de la historia. Ahí me di cuenta que no se sabía apenas nada de las mujeres espía y sí mucho de los hombres. Me interesó sacarlas a la luz porque además creo que las mujeres somos más discretas y ellos más fanfarrones. Se van al bar y cuentan todo.
—Siempre imaginamos a las espías como grandes seductoras…
—Hay que acabar con ese mito porque en la Segunda Guerra Mundial muchas abnegadas amas de casas que cocinaban tartas de manzana para sus familias luego tenían una doble vida como espías que ni sus hijos conocían.
—Cuenta que desde niña solía espiar a los invitados de sus padres desde lo alto de las escaleras.
—No es lo mismo ver la vida a través del ojo de la cerradura como desde lo alto de una escalera donde te sientes Dios porque ves todo y nadie te descubre. Era muy introvertida y por eso tan observadora y de ahí que haya acabado escritora.
—¿Cuánto hay de cotilla en un espía?
—Ser cotilla es fundamental porque todo reside en tener curiosidad. Hay un estudio reciente que dice que el cotilleo es una destreza social y hace evolucionar al ser humano con el argumento de que la información es fundamental y los cotillas o curiosos prosperan más en todo.
—¿Se ha sentido a lo largo de su vida muy espiada?
—Al final del libro entrevisto a una espía y me cuenta que actualmente todos estamos espiados. No sólo por Alexa que sabe todo sino que hasta los servicios secretos de cualquier país tienen una red de informantes. Desde los taxistas a recepcionistas de hoteles, camareros, limpiadoras… ocurre en todas partes y esa información sirve de mucho.
—Hoy con las tecnologías se sabe todo de cualquier persona ¿Los móviles han sido el gran cambio del espionaje?
—Aunque haya habido una implantación enorme del ciber espionaje al final el factor humano sigue siendo fundamentalSon los que procesan tanto dato.
—¿Descubriríamos muchos secretos suyos si la espían?
—Supongo que como todo el mundo, aunque prefiero que permanezcan ocultos.
—Hubo un tiempo en que los paparazis la perseguían para espiar sus idas y venidas. ¿Cómo se sentía?
—Esa época la llevé muy mal porque no me gusta nada sentirme observada. Deliberadamente me salí de ese círculo porque no lo aguantaba.
—¿Qué le gustaría espiar?
—Me encantaría entrar en la biblioteca del Vaticano en la zona secreta que está cerrada y donde se deben guardar muchos misterios.
—Tuvo la oportunidad de conocer a Aline de Romanones, conocida como la espía roja, que tanto frecuentó la sociedad española.
–Sí, la traté y estuve tentada de incluirla en este libro pero después de investigar concluí que su historia no era real. Sí trabajó en una multinacional americana cuyo jefe colaboraba con la CIA, pero ella era una empleada.
—¿Ser espía es una buena profesión?
—Desde luego. Hoy, con la guerra de Ucrania de actualidad, los espías están siendo fundamentales. Aunque siempre pensemos en otra profesión cuando hablamos del trabajo más viejo del mundo, te aseguro que son los espías.
❝ Paparazzi
«Me salí del círculo, porque llevaba muy mal sentirme observada»