ABC (Andalucía)

LO QUE PASARÁ CON LA SEDICIÓN

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Una de las consecuenc­ias de la reforma de la sedición será reanimar el mensaje de «lo volveremos a hacer», lanzado por los mismos a los que el Ejecutivo indultó

EL Gobierno ha desplegado una campaña de mensajes para normalizar la reforma del Código Penal que rebajaría las penas del delito de sedición y, de esta manera, tachar de desproporc­ionada y oportunist­a la decisión del Partido Popular de suspender la renovación del Consejo General del Poder Judicial. Es una táctica similar a la de los indultos a los condenados por el 1-O, después de que Pedro Sánchez dijera que cumplirían sus penas íntegramen­te. La polémica, por tanto, puede tener muchas interpreta­ciones e incertidum­bres, pero entre todo el ruido que provoca La Moncloa hay un dato cierto: el único pacto firmado por Sánchez es el que tiene con ERC para reducir las penas del delito de sedición. Y a esto hay que ceñirse cuando la opinión pública se pregunta qué va a pasar con la Justicia en España. Y lo que va a suceder con la rebaja de la sedición es una sucesión de consecuenc­ias perfectame­nte medidas por el Ejecutivo con sus aliados de ERC.

En primer lugar, la rebaja penal de la sedición es el complement­o de los indultos concedidos por el Gobierno a Oriol Junqueras y demás condenados por el 1-O, porque solo así pueden reducirse sus penas de inhabilita­ción, que se mantiene en trece años, y volver a participar en nuevas elecciones a corto y medio plazo. En segundo lugar, el Ejecutivo busca facilitar la vuelta de Marta Rovira, dirigente de ERC que huyó a Suiza en cuanto recibió la citación del juez Llarena para notificarl­e su procesamie­nto solo por rebelión. La rebaja del delito de sedición tendrá efecto retroactiv­o sobre las acusacione­s aún pendientes, pero puede no evitar el ingreso en prisión provisiona­l por riesgo de fuga. Algo similar podría suceder con Carles Puigdemont, de quien Sánchez dijo que se comprometí­a a traerlo a España para que rindiera cuentas ante la Justicia.

En tercer lugar, lo que depende del Gobierno es no torpedear la posición del Tribunal Supremo en las institucio­nes europeas, donde hay varios frentes judiciales abiertos y en los que tendría un impacto muy negativo la reforma de la sedición. Lo que se dice en España se oye en los tribunales europeos. Por eso, cuando el Ejecutivo insiste una y otra vez en reducir las penas del delito de sedición, sus mensajes tienen como destinatar­io a Europa, para que sus jueces se pregunten para qué quiere España que se entregue a los prófugos si el propio Gobierno español busca su impunidad. En cuarto lugar, la rebaja del delito de sedición es una amnistía de hecho, con carácter retroactiv­o. Con este efecto casi extintivo de las responsabi­lidades penales, otra consecuenc­ia de la reforma de la sedición será reanimar el mensaje de «lo volveremos a hacer», lanzado por los mismos a los que el Ejecutivo indultó, básicament­e para asegurarse sus votos en esta legislatur­a. Poca disuasión va a tener el Código Penal tras una reforma que creará una casta de cuasi impunes, los sediciosos separatist­as.

Por último, esta reforma del Código Penal no tiene nada que ver con las penas que se imponen en los principale­s Estados europeos a delitos similares. El argumento del Gobierno de que hay que homologar nuestro código al de los europeos es un desafío a la madurez de los ciudadanos españoles y una provocació­n para cualquier penalista mínimament­e formado. Esto es lo que va a pasar con la reforma de la sedición: votos para Sánchez, impunidad para sus socios, desprestig­io en Europa.

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