Casi un cuento de hadas
Un halo de tristeza trasluce cuanto dice y empaña incluso su sonrisa
FUE un éxito y deberíamos alegrarnos, pues últimamente no abundan. Todo estuvo en su sitio y salió como debía: el acto, los protagonistas, los discursos, el ambiente. Como si un hada madrina hubiese tocado con su varita mágica la entera ceremonia y resplandeciese con la brillantez de lo extraordinario y la humildad de lo cotidiano, alcanzando ese término medio en que están la belleza y la armonía.
Confieso mi desasosiego ante los premios, más cuando hay por medio autoridades, que en este caso no podían ser mas altas, por el riesgo que siempre corren de deslizarse hacia el provecho político, que puede contaminarlo todo. Afortunadamente, no hubo el menor atisbo de ello en la ceremonia de entrega de los premios Princesa de Asturias, que transcurrió sin cualquier signo de arrogancia o favoritismo, lo que creó una atmósfera familiar, dentro del más estricto protocolo. A ello contribuyó el acierto en los premiados, que bien podían llamarse una selección de lo mejor que puede ofrecer hoy la humanidad. Aparte de haber mujeres y hombres, había verdaderas lumbreras en sus respectivos oficios, desde el ya mítico Adam Michnik, que ha consagrado su vida a combatir los totalitarismos de izquierda y derecha, que conoce al tener su país la mala suerte de estar entre Rusia y Alemania, hasta dos representantes del flamenco puro, Carmen Linares y María Pagés, que incluso nos regalaron una muestra de su arte, pasando por cuanto hoy se hace o deshace en el mundo, sea teatro, ecología, investigación del cerebro, aparte de hacernos partícipes de lo que se siente dando la vuelta al mundo en solitario, narrado por una protagonista. Y no resisto la tentación de citar las palabras cariñosas hacia España de alguien apellidado Moctezuma, tras los improperios llegados de México.
Una sombra, sin embargo, flotó sobre todo el acto y nadie volvió la cara ante ella: el ataque de Putin a Ucrania, y le señalo con el dedo al haber pruebas de que ni de lejos todos sus súbditos respaldan la agresión. Sin caer en amenazas, se descalificó esta nueva guerra en Europa, que no tiene justificación ni puede traer más que muerte y desolación. «Se trata –resumió Michnik– de una guerra contra todo el mundo democrático».
Hubo también una incógnita: cómo afrontaría la Princesa de Asturias el protagonismo del premio que lleva su nombre, pues su padre ya sabemos que ha logrado conciliar la firmeza sin amenazar ni mentir, encontrando la palabra justa en cada momento. Su hija mostró progresos en ese campo y no cometió el menor error en su discurso, que para su edad fue excelente. Aunque un halo de tristeza trasluce cuanto dice y empaña incluso su sonrisa, en contraste con el aire animoso de su hermana Sofía. Lo atribuyo a que es consciente de la tarea que le aguarda. ‘El peso de la púrpura’ lo llamaban los antiguos. Más bien de responsabilidad. No tiene más que ver los telediarios. Espero verla sonreír sin ‘Hemmung’. Que le pregunte a su abuela qué significa eso en alemán si no lo sabe ya.