«MI HIJA FUE A UNA FIESTA Y LA ENCONTRAMOS EN UNA CAJA DE MADERA»
Se cumplen 10 años de la tragedia del Madrid Arena, que reveló un rosario de ilegalidades. Se saldó con cinco chicas muertas por la codicia del promotor, hizo saltar por los aires el Ayuntamiento y trajo cambios en la ley del ocio nocturno de la capital H
«Nos llamó el Grupo V de Homicidios. Y me imaginé lo que había pasado. Según entramos en la Jefatura de Policía, nos dijeron que Cristina había fallecido. Lo recuerdo como si hubiera sido un sueño raro. Había unos escalones, me quedé ahí sentada y oía gritar y llorar a Verónica, mi hija mayor. Ahí me había perdido. Me quedé ahí, como en shock». Isabel de la Fuente tenía 51 años cuando perdió a su hija Cristina. Mejor dicho, se la arrebataron cruelmente, hace justo una década. A ella y a los padres de las otras cuatro víctimas mortales de la tragedia del Madrid Arena: una chapuza de macrofiesta con el doble del aforo permitido, en un recinto municipal, que estuvo repleta de irregularidades, tanto por parte del promotor, el polémico empresario de la noche Miguel Ángel Flores (Madrid, 1969); como por los servicios de ‘seguridad’ y sanitarios que contrató; y por los propios responsables del Ayuntamiento de Madrid, que entonces encabezaba Ana Botella (PP). Acabado el mandato municipal, en 2015, abandonó la política. A raíz de la pésima gestión previa y posterior del suceso, tuvieron que dimitir el concejal de Economía (responsable político del espacio), Pedro Calvo; el vicealcalde (amigo de Flores y de su hermano), Miguel Ángel Villanueva; el delegado de Seguridad, Antonio de Guindos, y la edil de Policía Municipal, Fátima Núñez.
Esta madrugada de Halloween, Isabel acudirá con los amigos de su hija menor a rendirle un discreto homenaje en el árbol en su memoria del madrileño barrio de la Alameda de Osuna, en la zona noreste. Cristina Arce (18) y sus amigas Rocío Oña y Katia Esteban (de la misma edad) murieron aplastadas por la codicia del entonces administrador de la mercantil Diviertt S. L. También en esa montonera humana fallecieron, en días posteriores, Belén Langdon (17) y María Teresa Alonso (20). El ‘Thriller Music Park’ y su Pasaje del Terror se hicieron
mal a propósito lo hizo mal», dice, en referencia al promotor, cuyo nombre jamás pronuncia: «Y que te vayas a tu casa tan pichi. No, eso no puede ser. Y por eso también hicimos la campaña de las firmas para cambiar la Lepar, porque era una ley muy debilucha. Este señor cambia de empresa y puede seguir funcionando. Yo lo único que espero es que estén aplicando de verdad la legislación. Tampoco tengo muy claro que lo hagan».
Sobre Simón Viñals, el médico septuagenario de la fiesta y que fue edil en los años 90, no se muerde la lengua: «Ese señor fue lo más repugnante de todo el caso». A él se debe la desgraciada respuesta al jefe de guardia del Samur (servicio que él mismo creó): «Toda la noche atendiendo a borrachos y me traen esto ahora...», en referencia a las fallecidas.
El tesón de Isabel la llevó a sumar a su causa a 500.000 personas, que pusieron su rúbrica para que la Comunidad de Madrid cambiara la normativa. Y lo logró en 2013. La legislación, hasta entonces, contenía importantes vacíos que el nuevo texto trató de completar. Prevención y endurecimiento de las multas son los dos ejes en los que se ha hecho más hincapié. Así, dobla las sanciones en caso de infracciones graves hasta alcanzar los 900.000 euros. Incluso, en función del grado de incumplimiento de las medidas de seguridad, puede conducir al cierre de los establecimientos durante dos años. Además, inhabilita a los empresarios para organizar espectáculos, no sólo en Madrid, sino también en el resto de España, ya que sus nombres se publican en el Boletín Oficial de la Comunidad de Madrid, para que quede constancia. «De una situación dramática fuimos capaces de reaccionar en lo que a nivel normativo se refiere. La ley que se aprueba en 2013 introduce sobre todo un marco sancionador que refuerza esa respuesta de los poderes públicos ante los posibles incumplimientos de las medidas de seguridad que pudiesen darse en locales y recintos. En el caso del Madrid Arena, además, la licencia que había en el recinto es multiusos. Eso lo que quiere decir es que no necesita un permiso específico concreto para esa actividad. Ese es uno de los aprendizajes», valora a ABC el director general de Seguridad, Protección Civil y Formación de la Comunidad de Madrid, Luis Miguel Torres Hernández.
Medidas cautelares
También se incluyó la posibilidad de activar medidas cautelares. «Para evitar la insolvencia del presunto infractor, nos autorizamos a poder decomisar los ingresos obtenidos de la actividad que pudiera haber tenido ese problema», explica Torres. Y, en cuanto se iniciara el procedimiento sancionador, «se le impide al promotor o a la empresa» realizar espectáculos públicos hasta que, al menos, termine el proceso de investigación.
El último ejemplo del estricto protocolo que se sigue ahora fue el del festival de despedida de Daddy Yankee, el pasado junio. En cuestión de tres días los organizadores cambiaron su ubicación, de la Caja Mágica al Estadio Metropolitano, un recinto acondicionado para celebrar conciertos, pero no tan preparado para un festival. Al hacer el plan de seguridad inicial, la empresa se topó con la dificultad en los accesos, había un túnel de evacuación muy angosto donde podía generarse una avalancha, y por eso se decidió el cambio de ubicación.
Tras la tragedia, el Gobierno de Ana Botella también ordenó cerrar el Palacio de Cristal de la Casa de Campo y el de Congresos del Campo de las Naciones, hasta que se subsanaron los problemas de seguridad. No cumplían la normativa vigente entonces en cuanto a accesos, evacuación o extinción de incendios. Todos han sido reabiertos, salvo el Palacio de Congresos de la Castellana, del Gobierno central, que ha encadenado varios planes fallidos para reflotarlo. El Madrid Arena (hoy, Pabellón Multiusos) sigue siendo de titularidad municipal. Reabrió el 24 de abril de 2013, con mejoras. Pero desde esa fecha está prohibida la realización de macroeventos.
Isabel tiene cierta esperanza: «Ahora ya está todo muchísimo más vigilado y espero que sea de verdad, si alguien intenta lucrarse a cambio de la vida de la gente, que lo pague bien».