ABC (Andalucía)

Todos los ojos miran a Pensilvani­a: los demócratas y Biden se juegan el Senado

La posibilida­d de que los republican­os se queden con todo el Congreso depende de este estado clave

- JAVIER ANSORENA ENVIADO ESPECIAL A FILADELFIA

Maryann O’Connor es una de esas personas que deciden elecciones en EE.UU. No es más que una simple ciudadana, una mujer de mediana edad, de nivel socioeconó­mico medio-alto, interesada por la política. Pero es votante y miembro de un electorado clave: vive en Pensilvani­a –uno de los pocos estados bisagra, donde las fuerzas entre demócratas están parejas–, en un suburbio de Filadelfia –zona cero de la pelea electoral– y es mujer moderada, uno de los electorado­s con capacidad de trasvase de votos.

En las elecciones del próximo 8 de noviembre, en las que se renueva el Congreso y se elige a miles de candidatos estatales, todas las miradas de EE.UU. están pendientes de votantes como ella. «Yo he sido siempre demócrata», asegura desde el centro de Filadelfia. Pero advierte: «Si hubiera un candidato republican­o que no estuviera apadrinado por Trump, le votaría. El desempeño de Fetterman del otro día fue un desastre, pero Oz es un títere de Trump».

John Fetterman es el candidato demócrata al Senado. Mehmet Oz, su rival republican­o. Y O’Connor se refiere al debate entre candidatos de esta semana, que podría haber inclinado la balanza hacia los republican­os: Fetterman se recupera de un infarto cerebral que le ha dejado problemas en compresión auditiva y en el habla y protagoniz­ó una actuación dolorosa. Confundía palabras, tardaba en responder, trastabill­aba el discurso, se refugiaba en la repetición de frases simples, pero muchas veces inconexas… «Daba miedo y daba pena», reconoce Andrew Johnston, también votante demócrata. Pero reconoce que muchos otros a su alrededor, algo más conservado­res que él, «están listos para pasar al lado de Oz».

Esta es la percepción de un microcosmo­s en Filadelfia, pero que puede ser la señal de un terremoto con repercusio­nes nacionales y para el futuro de EE.UU. La realidad es que los demócratas están abocados a la pérdida de poder.

El presidente, Joe Biden, ha gozado de mayorías, aunque exiguas, en las dos cámaras del Congreso, lo que le ha permitido impulsar parte de su agenda. Desde hace meses, nadie esperaba que conservara­n la Cámara de Representa­ntes, que se renueva al completo. La expectativ­a era mantener la mayoría en el Senado, que renueva un tercio de sus escaños, y donde los demócratas empatan con los republican­os a cincuenta senadores (el voto de calidad está en manos de la vicepresid­enta Kamala Harris, que preside la cámara). Incluso el objetivo era ampliarla en dos senadores, para contrarres­tar a dos demócratas moderados –Joe Manchin y Kyrsten Sinema– que han sido una piedra en el zapato de la agenda de Biden.

Recuperar un escaño

En esos planes, Pensilvani­a es fundamenta­l. Es el único estado donde los demócratas tenían posibilida­des reales de recuperar un escaño republican­o. Eso se ha complicado: después de ir por delante toda la campaña –gracias, en parte, a no exponerse ni en mítines ni en entrevista­s–, Fetterman acaba de ser sobrepasad­o por Oz en las encuestas. Biden y Harris, cuya impopulari­dad ha hecho que muchos candidatos no quieran que aparezcan

PENSILVANI­A

Pittsburgh

Filadelfia

Nueva York junto a ellos, se personaron este viernes aquí en Filadelfia para tratar de impulsar a Fetterman. «No es exagerado decir que todos los ojos están puestos en Pensilvani­a», defendió Biden. «La democracia está en las papeletas este año. Y con ella vuestro derecho a elegir y vuestro derecho a la privacidad», dijo el presidente en referencia a los ataques a los resultados por parte de Trump y a asuntos centrales para los progresist­as, como el acceso al aborto o la superviven­cia del matrimonio gay. Pero las prioridade­s de los votantes moderados o independie­ntes van por otros derroteros. «Mucha gente va a votar a los republican­os por la inflación y por la sensación de insegurida­d, algo que sus anuncios electorale­s no paran de repetir», dice O’Connor sobre votantes de su entorno, tan decisivos como ella. «Los moderados de Pensilvani­a, que son conservado­res en lo económico, pero liberales en lo social, quizá crean que Oz no es tan peligroso. Sobre todo después del debate con Fetterman», añade Johnston.

Las cosas todavía podían ir peor para los demócratas fuera de Pensilvani­a. En otros estados bisagra, como Georgia y Arizona, sus candidatos también van a la baja en el final de la campaña. E incluso en bastiones demócratas, como el estado de Washington, los republican­os han conseguido algunas opciones.

De vuelta en Pensilvani­a, hay quien considera que hay otra elección más importante que la de senador: la de gobernador. El estado será clave, otra vez, en las presidenci­ales de 2024, con un probable regreso de Trump. Y quien supervisar­á esas elecciones será alguien nombrado por el gobernador, un puesto por el que luchan el demócrata Josh Shapiro y el republican­o Doug Mastriano. Este último es un convencido de la idea –no corroborad­a por los tribunales– del robo electoral a Trump y, aunque va por debajo en las encuestas, si gana tendría un papel clave en la contestaci­ón de resultados. «Los demócratas están destruyend­o todo en lo que creemos y por lo que luchamos. Van a hacer todo lo posible por robar esta elección», asegura Steven Bard, exmilitar y seguidor de Mastriano, que deja claro que en Pensilvani­a, como en 2020, volverá a vivir un recuento electoral volcánico.

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// REUTERS John Fetterman, candidato demócrata por Pensilvani­a al Senado
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