Así serán las pistas de despegue y aterrizaje de los coches voladores
quemar antes de convertirse en esa alternativa a los taxis y a Uber: «Nuestra idea es certificar nuestra próxima aeronave para 2028 o 2029». Tras esto, la compañía espera comenzar a utilizar sus drones para el transporte de carga. «Más adelante llegará el transporte de personas, sin pasar por encima de los grandes núcleos urbanos hasta dentro de más tiempo, pero para la década de 2030 sí que se podría, por ejemplo, transportar a una persona hasta Pozuelo y que luego un vehículo terrestre autónomo la lleve hasta el centro de Madrid», señala el ejecutivo.
Aunque, en principio, los eVTOL serán controlados por pilotos humanos que irán dentro del propio dron, Poveda no tiene duda de que terminarán siendo autónomos. «Posiblemente, en unos 20 años». También remarca que será una forma de transporte más respetuosa con el medio ambiente, además de económica. «Seguramente, permitirá llegar de cualquier punto de Madrid al aeropuerto en 15 minutos por precios que se moverán entre los 80 y los 100 euros. Va a ser razonablemente asequible. Además, los drones tendrán capacidad para más de una persona», dice el directivo.
Para que los taxis aéreos, eVTOL, sean funcionales será imprescindible adaptar los entornos urbanos. Para empezar, creando esas pistas llamadas ‘vertipuertos’ en las que los usuarios puedan acceder a los drones. «Son las estaciones del futuro», explica en conversación con este periódico Gema Ferrero, gerente de Bluenest, una filial de la empresa española Globalvia que actualmente está dedicada al diseño y preparación de este tipo de infraestructuras.
De acuerdo con Ferrero, el plan de la empresa es, en el futuro, crear una red de ‘vertipuertos’ «dentro de las ciudades, en las afueras, en las zonas costeras, montañosas o en aquellos espacios a los que es difícil acceder». Cada una de estas zonas de despegue y aterrizaje se adaptará, por tanto, a la ubicación en la que esté construida. Así, no habrá dos iguales. La directiva también considera que será importante intentar aprovechar las infraestructuras existentes. «Por ejemplo, las azoteas de las viviendas, las rotondas, o estaciones donde haya espacio suficiente, como en Atocha en Madrid. Así el usuario que vaya a un lugar al que no llega el transporte público, o que tenga una combinación que resulte muy complicada, tendrá a mano el dron como opción para el transporte», dice Ferrero.
Como ocurre con UMILES, Bluenest también está trabajando codo con codo con otras empresas y con la Agencia Europea de Seguridad Aérea (EASA) en la creación de la futura normativa encargada de regular el uso de esta tecnología. «El objetivo es establecer estándares, guías y una normativa sobre cómo serán los vertipuertos y cómo se utilizará todo», dice la gerente. Ferrero cree que los usos de esta tecnología vayan llegando con cuentagotas. Lo mismo ocurrirá con los ‘vertipuertos’: «Nuestra visión es que primero llegarán los pequeños, que servirán para realizar vuelos panorámicos cortos y controlados. Nosotros apostamos por zonas costeras donde puedas realizar un vuelo sobre el mar. Posteriormente se llegará a las ciudades, pero más adelante».
Bluenest señala que ya hay muchas ciudades y países que están interesados en ser pioneros en el uso del próximo medio de transporte. «Hay cada vez más interés por la modernización de las infraestructuras», destaca su gerente. Entre ellos se encuentra Qatar, precisamente, el país en el que la firma española piensa pasar los próximos meses mostrando su tecnología y las ventajas de los eVTOL, empezando el próximo noviembre coincidiendo con el Mundial de fútbol. «Vamos a estar en Doha, donde vamos a crear nuestra red de ‘vertipuertos’ y transporte aéreo. En principio será con helicópteros; el objetivo es hacer la transformación a taxis aéreos eléctricos lo más pronto posible», dice Ferrero. Y lo más pronto posible podría ser, incluso, en 2023, ya que las autoridades del país, aparentemente, «están muy abiertas a acelerar el proceso» de regulación, según señalan desde la compañía.
Los ‘vertipuertos’ aprovecharán infraestructuras como azoteas, rotondas o estaciones de tren