Morante de la Puebla, rey del toreo
Culmina sus cien corridas con una faena cumbre, plena de clasicismo e inspiración
Con este festejo, que cierra la temporada en España, alcanza Morante sus cien corridas, contando sólo las toreadas en Europa (si se cuentan las de Hispanoamérica, ya alcanzó ese número en la Feria del Pilar). Es una verdadera hazaña, impresiona la estadística elaborada por Rosario Pérez, en ABC. No lo ha logrado nadie desde El Fandi, hace años, y nunca lo había conseguido un diestro de la línea artística: más de doscientos toros, con grandes triunfos en las principales plazas (Sevilla, Madrid, Salamanca) pero sin rehuir ninguna, ni compañeros, ni ganaderías: lo propio de las primeras figuras.
Tarde con final feliz: salen a hombros Morante, Aguado y Andrés Romero; se da la vuelta al ruedo a un toro de Bohórquez.
Se guarda un minuto de silencio por el Loco de la Colina. Lesionado gravemente Alfonso Cadaval, le sustituye el rejoneador Andrés Romero. En el noble segundo, clava desigual y mata a la tercera. El muy bravo cuarto propicia un rejoneo espectacular, apasionado. Rejón de rápido efecto: dos orejas y rabo, vuelta al toro.
En el tercero, suelto y flojo, Pablo Aguado traza pases con más estética que mando. Mata a la segunda: oreja. Brinda a Morante el último, pronto, algo brusco, que le permite muchos muletazos, con remates desiguales. Pinchazo y descabello: oreja.
Todos los focos apuntan a Morante. El segundo embiste sin clase. Con
PLAZA DE TOROS DE UBRIQUE. Sábado, 29 de octubre. Lleno. Toros de Bohórquez (para rejones), bravos, vuelta al ruedo al 4º, y de Carlos Núñez, manejables.
ANDRÉS ROMERO, dos pinchazos y rejón (saludos). En el cuarto, rejón (dos orejas y rabo).
MORANTE DE LA PUEBLA, de negro y blanco, con medias blancas. Pinchazo, media y descabello (petición y saludos). En el quinto, dos pinchazos y estocada (aviso, dos orejas).
PABLO AGUADO, de negro y plata. Pinchazo y estocada (oreja).
En el sexto, pinchazo hondo y descabello (oreja). la lidia clásica adecuada, ayudados cargando la suerte, Morante lo mete en la muleta fácilmente y dibuja suaves derechazos. Mata a la segunda: saludos. Felizmente, el quinto saca buen fondo y Morante nos deleita con una faena a la altura de la circunstancia, una verdadera borrachera de toreo clásico, con inventiva, variedad y muchas reminiscencias añejas: recibo por bajo a dos manos; banderillas al quiebro; comienzo sentado en el estribo y rodilla en tierra; naturales ligados, a cámara lenta. No es sólo estética: sabe en todo momento lo que hay que hacer y lo hace con armonía, con belleza. ¿Se puede pedir más? Único lunar, la espada, con dos pinchazos. Aún así, se le conceden las dos orejas, con el público justamente entregado por completo. Culmina así Morante su homenaje a Gallito, al que llamaron ‘el rey de los toreros’. Con su actual responsabilidad, Morante también se ha consagrado, esta temporada, rey del toreo.