ABC (Andalucía)

La montaña rusa de Camavinga

El francés no ha comenzado bien la temporada, pero el club mantiene su fe en él

- RUBÉN CAÑIZARES MADRID

Cuatro partidos tiene por delante el Real Madrid para darle carpetazo a su agenda hasta que el fútbol de clubes vuelva ya en Navidad, tras el Mundial de Qatar. Uno de ellos, el miércoles contra el Celtic, es decisivo para pasar como primero de grupo a los octavos de Champions, pero los otros tres encuentros, todos ellos de Liga, también son fundamenta­les para mantener y, a ser posible, afianzar el liderato en el torneo doméstico. El primero, hoy en el Santiago Bernabéu (16.15 horas), le mide a un Girona que, de momento, ha ofrecido más juego que resultados.

Dudas que no tiene el Madrid, líder sólido, con 31 de 33 puntos posibles, y la mayoría de sus jugadores enchufados y a buen nivel, aunque sean suplentes habituales, como Asensio o Rudiger. Por contra, hay un caso concreto que está llamando la atención, aunque tanto Ancelotti como el club le dan importanci­a relativa.

Eduardo Camavinga (19) no es el mismo jugador determinan­te que sí fue la pasada temporada. El balance general del curso y, sobre todo, el tramo final fue de nota alta. Decisivo para las heroicas eliminator­ias de Champions, su prórroga contra el City, cuando ya Casemiro, Kroos y Modric estaban en el banquillo, fue épica. Él solo pasó por encima de todo el mediocampo inglés, en una exhibición de fuerza, talento y jerarquía que jamás se le podrá olvidar al madridismo. Por eso chirría ahora tanto su nivel en este primer tramo del curso. El martes, en la derrota ante el RB Leipzig, firmó una de sus actuacione­s más pobres. Nada preocupant­e, pero sí un aviso.

Camavinga tiene, de momento, un claro problema: no es el mismo jugador de titular que de suplente. Su bendita juventud es sinónimo también de altibajos. Hasta ahí nadie enciende la luz roja, ya que es un peaje natural cuando se trata de futbolista­s con tan corta edad. El paso del tiempo hará de él un futbolista maduro y constante, pero en el Madrid son consciente­s que hay que exigirle que eleve su impacto cuando sale de inicio. Camavinga tiene unas caracterís­ticas muy concretas que explota, sobre todo, cuando el cansancio y los espacios se adueñan del rival y del partido. Poderosa zancada, conduccion­es con buenos recursos técnicos, ayudas en defensa y pulmones para abarcar campo sobradamen­te. Gigante desde la suplencia, intermiten­te y dubitativo de titular.

«Cuando empieza el partido tiene un problema más posicional. Es una cosa de tiempo, de experienci­a. Es un aspecto que va a mejorar porque es un jugador con una calidad extraordin­aria. Tiene 19 años, todo lo que le pasa es normal. Nada nuevo», detalla Ancelotti, que en ningún momento ha dejado de creer en Camavinga. Todo lo contrario. Uno de sus triunfos en esta segunda etapa en el Madrid ha sido hacer de las jóvenes promesas futbolista de renombre, como ha sucedido con Vinicius, Valverde o Rodrygo. No cejará en su empeño hasta lograrlo con el francés: «Debe ser más práctico», explican en el club.

Es lo mismo que dice Ancelotti, pero con otras palabras. Tácticamen­te, Camavinga está verde. Es normal. Habitualme­nte juega de interior, donde sus cualidades hacen más daño, pero en otras ocasiones lo hace de cinco. Esa permuta no le ayuda, pero debe asimilarla como aprendizaj­e. Son roles que obligan a funciones distintas. No se puede hacer de todo aunque un poderoso físico te permita recorrer más kilómetros que los rivales. No es la cantidad, es la calidad de sus decisiones y de sus movimiento­s. Pecados de juventud de un futbolista que tiene dentro de sí marcar una época en el Madrid.

Una expulsión de VAR cambió un choque que lideraban los visitantes gracias a un gol de Veiga. Su posterior roja por un pisotón dio la iniciativa al Almería, que tras el descanso remontó con tantos de Lázaro Vinicius y De la Hoz. Íñigo Eguaras, en el 96’, cerró el partido.

SEVILLA RAYO VALLECANO

Un gran gol de Álvaro García en el minuto 61 premió el buen partido de los de Iraola, muy superiores en el Sánchez Pizjuán, y castigó a un Sevilla muy plano en su juego y poco certero en ataque. Los de Sampaoli no levantan cabeza y coquetean ya con el descenso.

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// AFP Camavinga

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