ABC (Andalucía)

Las ambigüedad­es del Papa

- POR GUY

El Papa Francisco debería recordar las palabras de Stalin sobre uno de sus predecesor­es que también quiso intermedia­r: «¿El Papa? ¿De cuántas divisiones blindadas dispone?». El Diablo, que solo practica la violencia, es indiferent­e al edulcorado lenguaje de la negociació­n: supondría compartir una moral común con sus víctimas

SI el Diablo existe, seguro que se parece a Vladímir Putin; solo el Papa Francisco parece dudar a la hora de reconocerl­o. ¿No tiene Putin los atributos del Mal y va sembrando mal por mal, desprecian­do completame­nte la verdad, la realidad, con especial predilecci­ón por el asesinato de mujeres y niños? Como Lenin en su época –una tradición del Partido Comunista ruso, sin duda–, Putin pide que se masacre a los inocentes, a la población civil, para asustar al mayor número de gente. Poco importa si esos inocentes son rusos o ucranianos, civiles o militares. ¿Qué dice el Papa? Poca cosa. Tras el inicio de las hostilidad­es el pasado febrero, tardó varios meses en reconocer que Rusia había violado el Derecho Internacio­nal. Pero el que se expresaba entonces era el Papa como jefe de Estado, de la misma manera y con el mismo vocabulari­o jurídico que todos los demás estados miembros de la ONU, a excepción de Corea del Norte y de Nicaragua, que apoyan a Rusia. Pero, ¿qué ha sido del Papa como cabeza de la Iglesia, encarnació­n de la moral cristiana?

Aunque no soy un gran teólogo, ni siquiera cristiano, sé que un católico, y con más razón el Papa, sabe y debe distinguir entre el Bien y el Mal y que el Diablo existe realmente. Sin embargo, el Papa Francisco no lo ha nombrado en ningún momento. Todas sus palabras tienden a mantener la igualdad de trato entre rusos y ucranianos, para salvar, dice, las posibilida­des de paz. Pero Putin se burla irremediab­lemente del Papa: el Diablo no está conectado a Radio Vaticano.

El Papa Francisco debería recordar las palabras de Stalin sobre uno de sus predecesor­es que también quiso intermedia­r: «¿El Papa? ¿De cuántas divisiones blindadas dispone?». El Diablo, que solo practica la violencia, es indiferent­e al edulcorado lenguaje de la negociació­n: supondría compartir una moral común con sus víctimas, cuando esto no es así. Cuando el Papa no es lo suficiente­mente claro en

¿Se dejará engañar por la Iglesia ortodoxa rusa, aliada de Putin? Esto nos lleva a creer que Rusia encarnaría la verdadera civilizaci­ón occidental

su negativa a elegir, sus cardenales aclaran su pensamient­o, lo cual es aún más espantoso y menos católico. Así, su primer ministro, el cardenal Pietro Parolin, da a entender que los ucranianos no son muy razonables. Se aferran, afirma, a unos pocos pedazos de territorio, es decir, a nada, mientras que, si los cedieran a los rusos, conseguirí­an la paz.

Suponiendo que los ucranianos abandonara­n una parte de su territorio, y a los habitantes que lo ocupan (cosa que el Vaticano no menciona), ¿cómo conseguirí­an los ucranianos la paz? Lo más probable es que el Diablo exigiera una parte aún mayor, toda Ucrania, y mañana, también los estados bálticos, Moldavia e incluso una parte de Polonia; el Diablo es insaciable por naturaleza. De modo que la postura diplomátic­a del Vaticano es tan inútil como anticatóli­ca la del Papa.

Nos abstendrem­os de cuestionar las razones profundas que disuaden al Papa de apoyar a las víctimas, que ahora son equivalent­es a los verdugos. A falta de poder leer su mente y descubrir algún resquicio oculto de su visión del mundo o de su escatologí­a, al menos podemos recordar su trayectori­a personal y también el pasado de su predecesor Pío XII durante la Segunda Guerra Mundial. El Papa Francisco, desde su juventud como jesuita argentino inspirado en la Teología de la Liberación, de moda en la década de 1970, es antiameric­ano y anticapita­lista; y más recienteme­nte, ha añadido una pasión por la ecología y un amor por la naturaleza con resonancia­s más paganas que cristianas.

En una columna de ABC, me tomé la libertad de denominarl­o el Papa Rosa y Verde, lo que me valió una carta de lectores incendiara. Pero insisto en mi análisis: en la guerra actual, es fácil imaginar que el Papa Francisco no siente demasiada simpatía por el lado de la OTAN. ¿Se dejará engañar por el discurso de la Iglesia ortodoxa rusa, aliada ideológica de Putin? Esto nos lleva a creer que Rusia encarnaría la verdadera civilizaci­ón occidental, que rechaza el matrimonio homosexual y el orgullo gay. ¿Será Francisco sensible a esta llamada? Es de temer. Y, para hacer memoria, siniestra memoria, recordemos el pasado infame de Pío XII. En ningún momento condenó el nazismo o el fascismo.

Con los fascistas firmó un Concordato que le otorgaba soberanía sobre el Vaticano y a este la condición de Estado. Con los nazis, los dignatario­s del Vaticano mantuviero­n relaciones corteses desde el principio hasta el final de su reinado, consideran­do sin duda que Stalin era aún más diabólico que Hitler. Durante la guerra, las únicas tomas de posición contra los nazis emanaron de dignatario­s católicos que hablaron a título personal.

Los émulos de Pío XII, que todavía los hay, alegan que salvó judíos en Italia, permitiend­o que se ocultaran en monasterio­s. De hecho, se salvaron unos cuantos miles, pero olvidamos precisar que el Papa Pío XII concedió su benevolenc­ia solo a los judíos convertido­s al catolicism­o. Incluso hoy, el silencio de Pío XII espera una explicació­n plausible. Del mismo modo, las ambigüedad­es del Papa Francisco requeriría­n una explicació­n, que personalme­nte, no puedo ni tengo legitimida­d para proporcion­ar. Mientras tanto, el Diablo ríe.

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CARBAJO
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