ABC (Andalucía)

Los límites a los jueces ministros y el mandato al CGPJ, escollos de una negociació­n incompleta

∑El Gobierno trató de limitar que las medidas contra las puertas giratorias afectasen a Robles, Llop y Marlaska

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El informe del CGPJ sobre el futuro modelo de elección

El pacto incluía una disposició­n en la que se mandataba al nuevo CGPJ a hacer un informe sobre un cambio de modelo. Los populares querían que en ese mandato ya se apuntase a que el modelo debía recoger el principio de que los jueces eligen a los jueces.

Un cambio para suavizar el efecto sobre los ministros jueces

El Gobierno y el PP llegaron a pactar que a su salida de la política los jueces debían estar dos años en excedencia y, posteriorm­ente, deberán volver a concursar. Por petición del Gobierno se modificó para que tras su salida estuvieran en situación de servicios especiales. Pero durante dos años estarían en puestos en los que no podrían dictar sentencias.

El Gobierno carga contra el liderazgo de Feijóo y duda de los próximos pasos

El Ejecutivo se ha lanzado ya contra el presidente del PP argumentan­do que su decisión solo responde a presiones dentro de su partido. En el Ejecutivo no aclaran cuáles van a ser sus siguientes pasos ante la consecuenc­ia de que el CGPJ sigue sin renovar.

En el PP defienden que la reforma de la sedición ataca uno de los pilares del Estado. Su estrategia es llevar ese debate a todos los territorio­s para que el PSOE se tenga que posicionar en todos los territorio­s sobre esta cuestión. llara esta actividad rompía con el poder de procedenci­a, pasando a la situación de excedencia voluntaria. Perdían la plaza y dejaban de computar a efectos de antigüedad como hasta ahora. Una vez cesasen en los cargos políticos, si solicitaba­n el reingreso, se preveían dos años de congelació­n hasta la vuelta efectiva al ejercicio jurisdicci­onal.

Estas limitacion­es afectaban a los tres jueces con cargo en el Consejo de Ministros: Margarita Robles, Pilar Llop y Fernando Grande-Marlaska. El pasado lunes estaba abierto qué ocurría con los jueces que dejan la política. Dentro del Gobierno hubo presiones al respecto. Porque se había avanzado un texto que obligaba a los tres a estar dos años en excedencia.

Los socialista­s piden que no se aplique a los actuales ministros. Pero en la primera reunión el PP ya había manifestad­o su pretensión de que no hubiera excepcione­s. Finalmente, se acordó que no se les iba a tocar el régimen laboral por una cuestión de seguridad jurídica. Al abandonar sus puestos los ministros iban a seguir en situación de servicios especiales. Pero su retorno se debía producir durante dos años a puestos en los que no tuvieran la capacidad de dictar sentencias. Se mantenía además la necesidad de concursar para optar a una plaza en el futuro. Eso sí se mantenía en el acuerdo final. Pero estas resistenci­as internas y la gira de Sánchez por África evita

El PP obligará al PSOE a pronunciar­se sobre la sedición en cada territorio

ron que el cara a cara entre el presidente del Gobierno y el líder del PP para tratar el último punto sobre el modelo de elección futuro se produjese antes.

Rosell, De Prada y Pumpido

Por otra parte, no iban a poder acceder al CGPJ por el turno de juristas ni jueces ni políticos que durante los cuatro años inmediatam­ente anteriores hubiesen desempeñad­o los siguientes cargos: (ministros, secretario­s de Estado, consejeros, alcaldes, eurodiputa­dos, diputados, senadores o miembro de parlamento­s autonómico­s).

Después de pactar esos criterios se acordó que éstos se aplicasen ya para la renovación del CGPJ aunque todavía no tuvieran fuerza de ley. Porque sí, Bolaños y Pons habían hablado ya de nombres. Con esos criterios pactados se quedó fuera José Ricardo de Prada. La primera batalla. La segunda fue más larga y dura. Félix Bolaños defendió «a muerte» la incorporac­ión de Victoria Rosell. Su rango actual en el Gobierno es directora general. Pasaba el corte. Pero para el PP era un nombre muy politizado que rompía el espíritu del pacto. Al final se quedó fuera. El pactado iba a ser un Consejo «muy poco político», defienden en los márgenes de la negociació­n.

El tercer nombre polémico era el de Cándido Conde-Pumpido como presidente del Tribunal Constituci­onal. El PP no se vio con fuerza para vetar su nombre. Pero no quería avalarlo como presidente y que eso constase por escrito. Si era presidente, lo sería por elección entre los doce miembros del nuevo pleno.

Bolaños y la sedición

Cuando Pedro Sánchez dijo desde Sudáfrica que el acuerdo estaba «listo» para ser firmado el PP tardó poco tiempo en desmentirl­o. Esa comparecen­cia del presidente es el momento determinan­te de la ruptura. No solo porque diese por hecho el acuerdo, sino porque defendió con convicción la reforma del delito de sedición.

El PP estaba desconcert­ado. Horas antes en Santander Feijóo había evitado vincular la sedición con el CGPJ.

Pese a que la afirmación de la ministra de Hacienda, María Jesús Montero, asegurando que el Gobierno llevaría la reforma al Congreso había hecho saltar las alarmas. Por mediación de Bolaños, Montero trató de matizar sus palabras. Y al PP le sirvió para no romper nada. Para entonces estaba prevista una conversaci­ón entre los dos líderes. Feijóo optó por esperar.

El papel de Bolaños todas estas semanas fue el de intentar tranquiliz­ar al PP. El ministro de Presidenci­a decía en privado, tanto a la prensa como al PP, que no había nada. La sedición era agenda mediática, no política. Su misión fue en todo momento enfriar las posibilida­des de reforma del Código Penal respecto de la sedición: «No hay nada. Ninguna novedad», aseguraba el ministro. En el PP se aferraban a eso para mantener viva la posibilida­d de acuerdo. Durante la semana Esteban González Pons y Félix Bolaños cruzaron mensajes al respecto. Había preocupaci­ón en el PP, pero también la intuición de que el Gobierno necesitaba mantener ese relato vivo por sus necesidade­s aritmética­s en el Congreso.

La secretaria general del PP, Cuca Gamarra, había hecho unas declaracio­nes el martes desvincula­ndo la sedición del CGPJ. Algo que a día de hoy solo se explica por un motivo: Bolaños era muy tajante negándoles la reforma. Otros miembros del gabinete del presidente, por cierto, también defendían en privado esa tesis. Y es el mensaje con el que la portavoz Isabel Rodríguez compareció el martes en el Consejo de Ministros. Pero había informacio­nes en prensa que apuntaban a que en el Gobierno mantenían sus planes de reforma. ABC publicó el jueves que en el Ejecutivo y en la dirección del PSOE se pensaba que una vez resueltos los Presupuest­os lo más convenient­e era abordar «cuanto antes» la rebaja de la sedición. Así que la incógnita prevalecía en el PP. Y Sánchez se la despejó a Feijóo con claridad en su conversaci­ón. El presidente no le dijo a Feijóo lo que quería oír y habría mantenido el pacto vivo por dos motivos: primero porque eso no garantizab­a que el pacto se cerrase porque faltaba un tema nuclear y en el que ambas partes no cedían. Y segundo porque no podían arriesgars­e a que el PP exhibiese como trofeo una renuncia del presidente. Para La Moncloa que el PP plantease la disyuntiva en esos términos se interpretó en términos de chantaje. Pero el Gobierno asegura que tras esa conversaci­ón Sánchez no quedó con la impresión de que todo estaba ya perdido. Aunque sí percibiero­n que el PP se cerraba. Y tanto.

La nota que redacta el PSOE en respuesta al comunicado del PP en el que las negociacio­nes quedan en suspenso tardó casi una hora en llegar. Pese a ser muy escueto. Se escribió sin contacto con el presidente, que sobrevolab­a el continente africano. En el Gobierno no esperaban la ruptura.

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// ÓSCAR DEL POZO José Ricardo de Prada
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// JAÍME GARCÍA Victoria Rosell
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// EFE Cándido Conde-Pumpido

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