Calviño alecciona a los analistas de un cambio de modelo que nadie ve
∑Economía usa sus encuentros privados con expertos para persuadirles sobre los supuestos cambios estructurales operados en la economía española ∑Atribuye a este factor las diferencias entre su cuadro macro y el consenso
La última vez fue hace un par de viernes, en la reunión del autodenominado Grupo de Analistas de Coyuntura Económica (GACE), un cónclave de carácter rigurosamente privado que reúne con regularidad más o menos semestral a la élite del análisis económico doméstico con analistas de la Autoridad Independiente de Responsabilidad Fiscal (Airef), el Banco de España y el Ministerio de Asuntos Económicos, –en ocasiones también asisten altos cargos del Instituto Nacional de Estadística–, para compartir y contrastar visiones sobre la situación económica y su evolución futura.
El secretario general del Tesoro y Financiación Internacional del Ministerio de Asuntos Económicos, Carlos Cuerpo, desgranó ante un selecto auditorio formado por poco más de una veintena de analistas el argumentario con el que el Tesoro Público aspira a convencer a los inversores internacionales para que sigan comprando deuda española ahora que el BCE va a dejar de hacerlo y que la espiral de subidas de tipos de interés eleva el riesgo de que se reabran las antiguas brechas entre los bonos refugio del centro de Europa y los de los países periféricos.
Varias fuentes conocedoras del contenido de la reunión confirman que en líneas generales el relato fue el ya conocido, que tanto los organismos internacionales como los analistas privados coinciden en que España va a seguir creciendo, que además lo hará más que la media de las principales economías del euro y de los países desarrollados, que la reforma laboral está alentando la creación de empleo y de mayor calidad, y que la generación de ingresos permitirá además rebajar la deuda y el déficit públicos.
Sin embargo, descolló un nuevo argumento que cada vez está más presente en el relato gubernamental: España
Los analistas no detectan ningún indicio de que haya el cambio estructural que asegura el Gobierno y ven riesgos en el horizonte
está experimentando un cambio estructural de su modelo económico y de su patrón de crecimiento que hace al país más resistente ante los embates de los ‘shocks’ económicos y que le permite crecer y crear empleo aún en circunstancias tan complicadas como las actuales.
Una base para el optimismo
La tesis del cambio estructural del modelo económico ha hecho fortuna de puertas para adentro. La ronda de comparecencias de altos cargos del Gobierno para explicar el proyecto de Presupuestos Generales el Estado para 2023 ha puesto de manifiesto que esta es la base sobre la que el Gobierno sustenta su cuadro macro y desacredita las críticas por su excesivo optimismo, avaladas por el hecho de que no hay un solo instituto de análisis que sostenga a día de hoy un crecimiento del 2,1% para 2023.
No es un simple punto en un argumentario. Analistas de diferentes instituciones consultados por ABC confirman bajo la condición del anonimato que ese supuesto cambio de modelo económico es la razón de base que se enarbola desde el área económica del Gobierno en sus reuniones privadas con expertos para justificar la distancia sideral que existe entre la previsión gubernamental de crecimiento para el año que viene y el panorama bastante más sombrío que arrojan la práctica totalidad de metodologías de predicción utilizadas tanto por otras instituciones como por los servicios de estudios privados.
El foco se ha puesto sobre la gran diferencia entre la previsión de crecimiento del Gobierno para el año que viene, ese 2,1% ya mencionado, y la del resto de instituciones, que se sitúan sistemáticamente por debajo de esa cifra y se aproximan cada vez más al 1% según avanzan los días.
En realidad, lo que separa la previsión oficial del resto son dos cosas: la evolución de la inversión y el comportamiento del comercio exterior. Mientras el Ministerio de Asuntos Económicos trasladó al cuadro macro su certeza de que la inversión se sostendrá en 2023 gracias al impulso de los fondos europeos y crecerá por encima del 9%, y que las exportaciones y las importaciones sortearán la ralentización económica global con un crecimiento del 7,3% y el 8,2%, respectivamente, el consenso del mercado prevé un crecimiento de la inversión mucho más modesto, de entre el 1,5% y el 2,5%, y también un comportamiento bastante más plano de las transacciones comerciales con el exterior.
Las fuentes consultadas aseguran que en privado el Ministerio defiende sus cifras como las más fiables. Su explicación es que en lo que se refiere a la inversión instituciones nacionales internacionales y analistas privados estarían infravalorando el impacto real de los fondos europeos sobre la economía española. El Gobierno lo deja bien claro en el informe económicofinanciero que acompaña a las cuentas públicas, que descuenta una aportación de los fondos europeos al crecimiento de 1,9 puntos este año 2022 y de nada menos que 2,8 puntos para 2023.
El grueso de los analistas descree de este efecto tractor sobre la base de los pobres datos de ejecución que muestran los datos proporcionados por el Gobierno. El Banco de España cree que la aportación rondará los 1,5 puntos tanto este año como el que vie