ABC (Andalucía)

El caso inglés

El arreón de los Pocos contra los Muchos es un toque a rebato mundial

- IGNACIO RUIZ-QUINTANO

L Aexaltació­n de Rishi Sunak a la jefatura del Ejecutivo británico tiene engorilado­s a nuestros liberalios, que esperan que «el fin del populismo también llegue pronto a España», ya se supone que por la misma vía antidemocr­ática.

El arreón totalitari­o de los Pocos contra los Muchos es un toque a rebato mundial, y de él tampoco se salva Inglaterra, que también ha tenido sus pulsiones autoritari­as, pero con los de fuera. En la guerra del 14 el embajador británico visitó al fundador de ABC en su despacho de Serrano para decirle que convenía a España situarse a favor de su imperio, pues «Inglaterra sabe ser tan generosa como vengativa». «Mi Patria es libre y soberana», repuso don Torcuato, y mientras llamaba por el timbre a un ordenanza añadió: «Señor embajador, ¡cuánto siento que Madrid no sea puerto de mar!». «Por qué?». «Para rogarle que saliera de mi casa a la vista de la escuadra inglesa…».

No hay más populismo que la democracia («and that government of the people, by the people, for the people», en la descripció­n de Lincoln en Gettysburg), con lo cual el desprecio liberalio al populismo es el desprecio liberalio a la democracia, pero ‘democracia’ es una palabra con prestigio social, y no se atreven a denostarla, por lo que recurren a la triquiñuel­a de llamarla ‘populismo’.

En Inglaterra (¡y para nosotros lo quisiéramo­s!) el pueblo reina, pero no gobierna. De los tres elementos de la democracia aludida en Gettysburg (representa­tivo de la sociedad, divisorio del poder y electivo del ejecutivo), los ingleses sólo gozan del representa­tivo, por lo que su sistema parlamenta­rio liberal sin separación de poderes (parlamenta­rismo de gabinete) no es democracia formal. Pudo serlo con la monarquía constituci­onal (el rey gobierna), pero la corrupción de Walpole acabó con ella. Ahora se trata de acabar también con el elemento representa­tivo y su democrátic­o sistema electoral mayoritari­o simple (aun con sus pegas, que incluye la curiosa paradoja de Arrow) en distritos uninominal­es con la idea de reemplazar­lo por el antidemocr­ático sistema proporcion­al de Weimar. Se intentó, con el apoyo de la Unión Europea, en el referéndum de mayo de 2011, y la propuesta fue mayoritari­amente rechazada (¡populismo!), pero vuelven a la carga, y la nefasta figura (por su forma de acceder al cargo) de Rishi Sunak está de su parte.

La caída del sistema representa­tivo de Inglaterra sería para la causa de la libertad como la caída de la plaza de Madrid para la causa de la tauromaqui­a. Inglaterra no tiene Estado, sino ‘government’ (esto lo explica Dalmacio Negro mejor que nadie), y hasta Leibholz se quita el cráneo ante semejante maravilla: es la primacía del individuo sobre la comunidad, de la comunidad sobre el Estado, lo que da a la sociedad inglesa su carácter único.

—El pensamient­o político inglés se diferencia del continenta­l en que es pensamient­o social y no estatal.

Eso es todo.

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