Lula asume la tarea de acabar con las trincheras políticas en Brasil
El líder del Partido de los Trabajadores tendrá la misión de reconstruir un país endeudado y aislado internacionalmente Camioneros bolsonaristas bloquearon carreteras en once estados tras conocer el resultado
El recién electo presidente, Luiz Inácio Lula da Silva, tendrá la misión de reconstruir un país endeudado, aislado internacionalmente, con una crisis ambiental en la Amazonia que preocupa al planeta, con una democracia sensible y una división política muy grande con el bolsonarismo. Lula tuvo más de 60 millones de votos, la mayor cifra de la historia brasileña, pero Bolsonaro logró más de 58 millones de papeletas de personas que no querían la vuelta del Partido de los Trabajadores al poder.
«Lo que dejaron claras las urnas es que la diferencia entre los dos fue menor de lo esperado, que el país está absolutamente dividido y que el bolsonarismo tiene todavía mucha fuerza», declara a ABC Esther Solano, doctora en Ciencias Sociales por la Universidad Complutense de Madrid y profesora de Relaciones Internacionales de la Universidad Federal de São Paulo (Unifesp).
En su primer discurso, Lula reconoció los problemas y dejó claro que gobernará para un solo Brasil. Lula, el primer presidente de Brasil electo tres veces en la historia, ha sido elegido acompañado de una alianza amplia, con nombres que van de la izquierda al centro derecha, encabezada por su vicepresidente Geraldo Alckmin, exgobernador de São Paulo, con quien ya se enfrentó en las elecciones de 2006.
Esa era una alianza que antes del bolsonarismo parecía impensable, pero que se ha vuelto real frente a las amenazas de Jair Bolsonaro contra las instituciones democráticas. El temor de cuatro años más de bolsonarismo unió a políticos de diferentes tintes, como la senadora de derechas Simone Tebet y la ambientalista Marina Silva, que estaba alejada del PT hace 14 años. Se sumaron además importantes economistas liberales que antes de la segunda vuelta buscaban una tercera vía. «Este alineamiento debe profundizarse, será un Gobierno de izquierda con un tono más al centro y más a la derecha que en 2003», dice Solano.
«Lula entiende que la base es más liberal, que tendrá que equilibrar tanto el juego político como el económico, y tendrá que ser hábil para controlar las cuentas públicas», dice Fabio Silveira, economista de la Universidad de Grenoble y director de la consultora Macrosector, en São Paulo. Pero una de las principales preocupaciones del equipo de Lula y de analistas en general es el estilo radical de Bolsonaro, conocido por no aceptar derrotas y por tener reacciones incendiarias. Lula y
El temor a cuatro años más de Bolsonaro en el poder hizo que se sumaran diversos perfiles a la candidatura de Lula
su equipo ya piensan en cómo administrar una transición con un político radical e intempestivo, un escenario muy diferente del que encontró hace 20 años, cuando recibió la franja presidencial del socialdemócrata Fernando Henrique Cardoso.
Camioneros contra Lula
Mientras tanto, Bolsonaro hacía del palacio del Planalto un búnker de silencio. Al día siguiente de la victoria de Lula, lo más ensordecedor fue el silencio de Bolsonaro, que no lo felicitó. Su mutismo también fue sonoro por no tratar de apaciguar una acción de camioneros bolsonaristas que bloquearon las principales carreteras del país apenas se confirmó la derrota del presidente. Estos camioneros son una masa de maniobra que Bolsonaro usa cuando le conviene para desestabilizar el país, como hizo en 2018 durante una huelga contra el entonces presidente Michel Temer.
El excapitán Bolsonaro tiene en su historial investigaciones por un caso en que trató de bloquear el abastecimiento de agua de Río de Janeiro en los años 80, motivo por el que dejó el Ejército para entrar en la política. «Brasil está bloqueado. No podemos liberar (las carreteras). 72 horas para que el Ejército tome el control», decía un hombre no identificado en el vídeo que se viralizó poco después que se confirmase la victoria de Lula. Pero si Bolsonaro no se pronunció, una de sus principales aliadas, la diputada Carla Zambelli, felicitó a los camioneros por el bloqueo, en un mensaje envíado durante la madrugada. Zambelli es la misma parlamentaria que el sábado persiguió en la calle, a punta de pistola, a un periodista negro que la insultó.
Camioneros bolsonaristas cerraron tramos de carreteras en once estados brasileños y el distrito federal, con al menos 70 bloqueos, según informaciones de la Policía Federal de Carreteras (PRF).
La carretera Dutra, la más importante del país, que conecta las ciudades de Río de Janeiro y São Paulo, fue bloqueada por camiones en ambas direcciones. «En el caso del camioneros, entiendo esto como una especie de ‘Capitolio a lo Bolsonaro’. Está manipulando a la gente y a los segmentos estratégicos», declaró en entrevista al portal UOL la ambientalista
Ceará
Río Grande do Norte
«Parece que se está quedando solo institucionalmente, sin capacidad para movilizar a sus partidarios»
Paraíba
Pernanbuco
Alagoas
Sergipe
Espírito Santo el Parlamento puede decidir acusarlo», dice Solano, para quien todos estos casos pueden poner a Bolsonaro y a su clan en problemas muy serios con la justicia, frentes jurídicos posibles que le pueden suponer realmente problemas con la ley muy graves, incluso acabar en prisión. «Claro que el juicio de Bolsonaro no será simplemente dentro de los parámetros jurídicos, sino que también tendrá un componente político muy grande», analiza.
Solano se sorprendió con el silencio de Bolsonaro. «Realmente lo que menos esperábamos es que se quedara quieto y no dijera absolutamente nada, porque yo creo que básicamente el recado institucional ha sido bastante claro», analiza la especialista, que esperaba una actitud más beligerante, convocando gente a la calle, o con un discurso al menos incendiario.
Aislado
«Me parece que Bolsonaro se está quedando realmente solo institucionalmente y eso puede llevar a que pierda su capacidad de movilizar, lo que puede dejarlo bajo el riesgo de procesos judiciales», explica.
El resultado de las urnas del domingo muestra un bolsonarismo fuerte, pero tal vez menos radical, y sustentado por algunos gobernadores y congresistas que ganaron la elección, menos fundamentalistas, más adaptativos y pragmáticos, añade Esther Solano.
«Me pareció muy significativo que las autoridades institucionales del país dieron rápidamente la victoria a Lula. Y líderes bolsonaristas como Tarcisio de Freitas ( gobernador electo de São Paulo), con un discurso muy simbólico, diciendo claramente que actuarán en colaboración con el Gobierno de Lula», dice la analista. Vio esa actitud en otros políticos y aliados del núcleo duro de Bolsonaro, como el pastor evangélico Silas Malafaia, que atacó a Lula durante la campaña, pero que el domingo por la noche oró por él.
Para Solano, las instituciones y buena parte del campo bolsonarista han cerrado filas con Lula. «Ya estamos viendo ahí a los líderes del grupo que apoyaba a Bolsonaro en el Congreso comenzando el besamanos a Lula», comenta la catedrática.