ABC (Andalucía)

Sergio Moro

Exjuez, senador electo El hombre que casi enterró a Lula da Silva

- SUSANA GAVIÑA

asi fui enterrado vivo en este país» y por eso ahora «considero este momento como una resurrecci­ón», afirmó Luiz Inácio Lula da Silva poco después de conocer los resultados que le daban la victoria, por un estrecho margen, a la Presidenci­a de Brasil este domingo. Con ellas se refería inequívoca­mente a los 580 días que pasó en prisión, acusado de corrupción pasiva y lavado de dinero, tras una condena en la que jugó un papel muy activo el entonces juez Sergio Moro.

Lula da Silva fue investigad­o y condenado a más de doce años de cárcel por haber recibido un apartament­o en la playa como pago por favorecer a una constructo­ra, que ganó licitacion­es en Petrobras. Su entrada en prisión se produjo en abril de 2018, seis meses antes de la celebració­n de las elecciones presidenci­ales a las que concurría como favorito (en el momento de la detención contaba con el 36% de apoyo) frente al candidato Jair Bolsonaro.

En aquel entonces, Lula acusó a Moro, juez estrella de la investigac­ión del caso Lava Jato, de haber actuado «políticame­nte» para «impedir su derecho a la defensa». La condena frustró que el líder del Partido de los Trabajador­es lograra entonces un previsible tercer mandato.

En noviembre de ese año y ante la sorpresa de todos, Moro, que había abjurado públicamen­te de realizar una carrera política –«creo que la política es una actividad importante, no quiero criticarla, tiene mucho mérito quien actúa en política, pero yo soy juez, estoy en otra realidad, otro tipo de trabajo, otro perfil. Así que ese riesgo no existe», había afirmado en el pasado–, aceptaba

«Cla cartera de Justicia en el nuevo Gobierno de Bolsonaro. «La perspectiv­a de poner en marcha una agenda fuerte de lucha contra la corrupción y el crimen organizado, con respeto a la Constituci­ón, la ley y el derecho, me han llevado a tomar esta decisión», justificó entonces el magistrado, que colgó la toga para trabajar codo con codo con el nuevo mandatario.

Manipulaci­ón del proceso

Meses después, en junio de 2019, mientras Moro ejercía su cartera y los abogados de Lula apelaban su condena, salía a la luz una investigac­ión periodísti­ca realizada por ‘The Intercept Brasil’, que desvelaba un montaje para acelerar la condena contra Lula. Dicha investigac­ión desveló conversaci­ones en Telegram entre el juez Moro y el fiscal Deltan

Dallagnol. «Hay que atar el tema a algo bien fuerte. La ligazón entre (la petrolera estatal) Petrobrás y el enriquecim­iento. Tenemos que preparar las respuestas correspond­ientes y tenerlas listas en la punta de la lengua», rezaba uno de los chats.

Estas conversaci­ones, que demostraro­n, en opinión de los abogados de Lula, la politizaci­ón de la condena del expresiden­te, llevaron al Tribunal Supremo de Brasil a exonerarlo –que no a absolverlo, según la oposición, que asegura que no se ha demostrado su inocencia– al considerar que Moro actuó con parcialida­d. En noviembre de 2019, el líder del PT salía de prisión, y en 2021 la Corte Suprema ratificaba la revocación de todas sus condenas, dándole vía libre a volver a optar a la presidenci­a del país.

Mientras Lula recuperaba su vida, la de Moro había sufrido un giro importante. La entente entre Moro y Bolsonaro se rompió en 2020, cuando el exmagistra­do dimitió como ministro ante los constantes enfrentami­entos con el presidente que presuntame­nte le presionaba para que hiciera la vista gorda en los casos de corrupción que salpicaban a los hijos del mandatario, al que acusó directamen­te de intervenir en la Policía Federal.

Con una credibilid­ad muy desgastada tras darse a conocer la manipulaci­ón del caso de Lula, este gesto, que recordaba sus mejores tiempos como el juez que luchaba contra la corrupción, le brindó la popularida­d necesaria para plantearse emprender una carrera seria hacia la presidenci­a de Brasil. Una carrera que de haber tenido éxito habría culminado este mes de noviembre. El morbo parecía servido ante un posible enfrentami­ento entre Moro, Lula y Bolsonaro. Sin embargo, la falta de carisma del exmagistra­do y el poco apoyo recibido a su candidatur­a truncaron sus ambiciones, lo que llevó a Moro a reconsider­ar sus opciones para optar, por el partido independie­nte Unión Brasil, a un sillón como senador por Paraná, su estado natal. En esta ocasión, y por miedo a fracasar de nuevo, buscó la reconcilia­ción con Bolsonaro, como ha demostrado su presencia en los mítines, su apoyo explícito en declaracio­nes a la prensa y las redes sociales, y sus férreas críticas a Lula. Un giro que si bien le ha granjeado las críticas en ambos lados, le ha asegurado su elección como senador (durante ocho años), que ganó en primera vuelta el pasado 2 de octubre.

Acérrimo enemigo del ‘petismo’ y de Lula, Moro hasta las últimas horas ha invertido esfuerzos en la candidatur­a de Bolsonaro, incluido su asesoramie­nto en los dos debates televisado­s que han

Fue acusado de parcialida­d tras enviar a prisión al expresiden­te por el caso Lava Jato, cuando era el favorito en las elecciones de 2018

tenido lugar entre ambos candidatos durante el mes de octubre. A pesar de ello, esta vez no ha podido evitar la victoria, por tercera vez, de Lula da Silva.

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EFE

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