Los comicios en Israel, un nuevo plebiscito sobre Netanyahu

Israel vuelve a las urnas hoy en las que serán las quintas elecciones en menos de cuatro años. El maratón electoral empezó en 2019, cuando Benjamín Netanyahu fue acusado de corrupción. Desde entonces, el primer ministro con más tiempo en el cargo de la historia del Estado judío y actual jefe de la oposición ha ganado elección tras elección, pero ha sido incapaz de sumar los 61 escaños necesarios en el Parlamento para formar Gobierno. Los israelíes están divididos entre el voto pro y anti Netanyahu, por lo que los comicios se convierten en un plebiscito sobre el veterano dirigente, de 73 años, que aspira a recuperar su asiento.

Las encuestas apuntan a un escenario similar al de los procesos anteriores. El Likud de Netanyahu seguirá siendo la fuerza más votada, aunque en la Cámara el bloque de fuerzas ultranacionalistas y ultraortodoxas que apoyan al ex primer ministro no alcanzaría la mayoría de forma clara. La encuesta de la televisión pública KAN deja al bloque liderado por Netanyahu con 60 escaños y al liderado por el primer ministro Yair Lapid con 56. El sondeo del diario conservador ‘Israel Hayom’ otorga al primero 61 escaños y el Canal 14 le concede 62. Un panorama muy reñido que refleja la fuerte división que genera un Netanyahu que mantiene una base fiel de votantes a quienes no les preocupa su proceso por corrupción.

Lapid, líder de Yesh Atid (Hay Futuro), tratará de mantenerse en el cargo de jefe de Gobierno que ocupa desde el 1 de julio tras la dimisión de Naftali Bennet, desaparecido de la primera línea. El expresentador de televisión, de 58 años, ha cambiado su tono periodístico por uno más político y consolida el partido que fundó en 2012 como la segunda fuerza del país. El mensaje que trata de transmitir es que trabaja contra la corrupción y por mejorar la situación económica. Entre sus logros consta el haber sido capaz de acabar con doce años de mandato de Netanyahu gracias a su alianza con Bennet.

Ambos lideraron una coalición tan amplia como frágil en la que rompieron el tabú del apoyo árabe y contaron con los islamistas de la Lista Árabe Unida de Mansour Abás. La ilusión duró menos de un año, comenzaron las deserciones y en lugar de esperar a que la oposición les expulsara, disolvieron el Parlamento y convocaron elecciones.