Marcel Proust, grande entre los más grandes
La Biblioteca Nacional de Francia dedica al autor de ‘En busca del tiempo perdido’ una gran exposición con motivo del centenario de la muerte
a Biblioteca Nacional de Francia (BNF) alberga desde el 11 de octubre una gran exposición consagrada al centenario de Marcel Proust (París, 10 julio 1871 - 18 noviembre 1922), el más grande de los escritores franceses del siglo XX y uno de los más grandes de la literatura universal contemporánea.
La exposición ‘Marcel Proust. La fábrica de la obra’, comisariada por Antoine Compagnon, académico y proustiano emérito, presenta más de 350 documentos, manuscritos, fotografías, obras de arte, mobiliario, trajes, linterna mágica (antecedente del cine), correspondencia... Un trabajo colosal que permite seguir, paso a paso, la concepción, fabricación y difusión de ‘À la recherche du temps perdu’ (‘En busca del tiempo perdido’), su obra monumental, escrita entre 1906 y 1922 y publicada entre 1913 y 1927.
El monumento proustiano tiene un puesto seminal en la historia de la cultura y la literatura de nuestra civilización junto a Kafka, Joyce, Musil, Faulkner o Juan Ramón Jiménez, los patriarcas fundadores de la modernidad literaria. La exposición de la BNF permite descubrir de manera muy pedagógica, paso
La paso, la construcción y fabricación de su obra maestra: la concepción en una soledad barnizada con la vida en sociedad. Difusión que comenzó siendo muy problemática: Gaston Gallimard comenzó por rechazar el primer manuscrito de Proust. También las sucesivas revelaciones de su diálogo profundo con todas las artes nuevas y antiguas del siglo XX. Su relación con la fotografía y el cine, reconstruida por Brassaï, uno de los patriarcas de la fotografía del siglo XX. Su relación con la moda, a través de su diálogo con la obra de Fortuny. Su relación con el arte nuevo del siglo XX, a través de su íntima relación con Turner y el impresionismo de Monet, entre otros. Su dimensión política mal explorada hasta ahora: rodeado de conservadores, ultraconservadores y racistas, Proust tomó partido por el Capitán Dreyfus (víctima de un complot racista), como Zola, figura emblemática de la ‘izquierda’ intelectual, y llegó a hacer el elogio de Léon Blum, el patriarca del socialismo francés, presentado en la ‘Recherche’ como una figura luminosa, muy noble. Y su hueco en el panteón de los grandes entre los más grandes, con una influencia universal que no siempre han tenido sus pares en el olimpo literario del siglo XX.
La influencia excepcional del legado proustiano en la cultura y la literatura que vendría es uno de los leitmotiv que se repiten de manera recurrente entre el centenar muy largo de libros que se han consagrado a Proust durante los últimos doce meses, cuando se celebraron los fastos por el centenario de su muerte. Entre ellos, ‘Proust-Monde. Cuando los escritores extranjeros leían a Proust’, una antología compilada por varios especialistas, cuyo trabajo excepcional permite descubrir o recordar la lectura proustiana de Virginia Woolf, Vladimir Nabokov, Borges, Conrad, Mishima, Victoria Ocampo, Stefan Zweig, Alejo Carpentier, Visconti, Raoul Ruiz o Volker Schlöndorff, entre otros… Ahí es nada: un legado que se ramifica y prolifera en todas las grandes lenguas de nuestra civilización, y más allá.
Libertario y subversivo
‘Proust du côté juif’, de Antoine Compagnon, permite descubrir otro aspecto ignorado o mal conocido del autor de la ‘recherche’: defendiendo a un militar perseguido por la élite conservadora, ultraconservadora y racista (entre la que Proust tiene muchos amigos), el autor adopta una posición que roza lo libertario, tan presente y subversivo en las páginas más crudas de ‘Sodoma y Gomorra’, prólogo a ‘El tiempo recobrado’.
La oportuna reedición del libro canónico de Brassaï, ‘Marcel Proust sous l’emprise de la photographie’ (‘Marcel Proust bajo la influencia de la fotografía’), recuerda y subraya otra faceta bastante capital: la fotografía tiene un puesto central en el océano literario de la ‘recherche’. El narrador de ese libro sostiene con la linterna mágica (antecedente del cine y el relato visual) y las imágenes fotográficas una relación muy íntima y esencial. Ese diálogo seminal de Proust con todas las artes del siglo XX no tiene parejo entre sus pares.
Kafka es un creador único: su influencia es universal. Pero el suyo es un universo negro y cerrado. Musil y Faulkner son creadores inmensos que han ejercido y ejercen una influencia excepcional. Pero su legado queda restringido a lo literario, cuando la influencia de Proust cubre el arcoíris de todas las artes, de la retórica literaria (Nabokov, Virginia Woolf) al gran arte cinematográfico (Visconti, Schlöndorff, Raoul Ruiz). Arcoíris que tiene mucho de profecía olímpica: Céline, el otro gran monstruo de la literatura francesa, anuncia el fin de Europa con un incendio de la catedral de Notre Dame. Proust, por el contrario, confía en la redención e inmortalidad a través de la palabra creadora.
El ‘Ulises’ de Joyce termina con un monólogo sin puntos ni comas de más de cuarenta páginas. ‘Finnegans Wake’ (1939), la obra póstuma de Joyce, lleva ese modelo al paroxismo: más de 300 páginas sin puntuación, con juegos de palabras en varias lenguas (muertas y vivas) sencillamente incomprensibles. No hay ni puede haber continuidad de ese modelo apocalíptico, que se pierde en un océano de palabras sin sentido conocido. El ‘Ulises’ culmina con los gemidos sexuales de Molly Bloom. La ‘recherche’ puede leerse como un tratado de amor comparable a la ‘Comedia’ dantesca.
La exposición muestra el trabajo de ‘fabricación’ de la monumental obra a través de trescientos cincuenta documentos
Posición del Atlético en la Liga en la jornada 12
Temp. 2012-13
Barcelona
34 puntos 2013-14
Barcelona 34 33 2014-15 2015-16