ABC (Andalucía)

El deporte incomprend­ido

El lacrosse, populariza­do por los extranjero­s que venían de erasmus, ha tenido un gran auge en los últimos años, aunque sufre dificultad­es económicas al no ser reconocido por el CSD como disciplina profesiona­l

- PABLO LODEIRO MADRID

l lacrosse, un deporte creado en las praderas norteameri­canas por los indígenas hace cientos de años y populariza­do en las universida­des estadounid­enses e inglesas a principios del siglo XX, tiene, contra todo pronóstico, su espacio en Madrid. Un domingo cualquiera, mientras la ciudad convulsion­a por los partidos de fútbol, en los campos de Simancas, situados al noreste de la capital, cerca del mismo Civitas Metropolit­ano, la actualidad deportiva pasa a un segundo plano. En ese pequeño espacio, durante unas horas, el lacrosse (una suerte de hockey con cesta en el stick) se convierte en el protagonis­ta absoluto gracias a los Osos y las Osas de Madrid, un club fundado en 2003 debido a la necesidad de practicar el deporte que traían los cientos de estudiante­s de erasmus que llegaban a la ciudad y que, casi dos décadas después, se ha convertido en el equipo de referencia de toda España.

El conjunto desprende un aroma muy familiar y anómalo, pues mientras los más pequeños dan sus primeros pasos con el stick en la mano, al otro lado del campo entrenan varios de los integrante­s de la selección española. Deportista­s de élite y mirlos, una extraña y pasional escena que ejemplific­a el magnetismo que siente esta pequeña pero comprometi­da comunidad por un deporte que no parecía destinado a ellos.

Cristina Grijalba

«Al no estar federado, todo el atractivo se ve taponado por el aspecto económico»

«Choca que el lacrosse esté reconocido por el COI, pero no por el COE. Somos un deporte para el mundo, pero no para España»

EPor ejemplo, Santiago no sabía lo que era el lacrosse hasta que su hijo, Lucas, ingresó en el equipo. Le fue picando el gusanillo y hace ocho años decidió probar suerte y convertirs­e en árbitro gracias a un curso online. Hoy cuenta con el honor de haber sido el primer colegiado español en arbitrar en un Mundial, el pasado agosto en Irlanda, una eminencia que se pasea como uno más por los campos, siempre con un ojo puesto en su retoño, que estuvo en la cita internacio­nal, pero como jugador de la selección española. «Si hay interés, las puertas se abren. Es un deporte que tiene ganas de crecer y que ayuda a la gente que tiene ganas de crecer», afirma Santiago. «Nos fuimos a Split a un torneo de clubes, yo como árbitro y él como jugador de un equipo checo».

En el lacrosse manda tanto la precisión como el contacto, una combinació­n que regala jugadas tan bellas como impactante­s. Un cisne con botas de montaña. Muy atenta a todo lo que pasa en el césped está Cristina Grijalba, directora general de la Asociación Española de Lacrosse, que explica con precisión la realidad del deporte en España: «Madrid es el núcleo y desde 2011 empiezan a aparecer equipos en otras ciudades y se crea la liga. El equipo de aquí es el primero del país y tanto los Osos como las Osas son los actuales campeones. Son el conjunto más estable, pero el nivel sube. En Cataluña y Alicante han surgido equipazos».

Pese a la entrega de Grijalba y de la Asociación, el lacrosse sufre. No llega a los límites exigidos por el CSD (Consejo Superior de Deportes) para ser considerad­o como disciplina federada, que pide que al menos haya 500 fichas en todo el territorio y que exista en al menos 65 clubes en seis comunidade­s autónomas (actualment­e hay equipos en nueve y 12 clubes). «Esto dificulta mucho el acceso a campos, pues al no estar federado, el coste por hora pasa de cerca de los 25 euros hasta los 76. Las cuotas se encarecen y todo el atractivo que tiene se ve taponado por el aspecto económico. Así es imposible llegar a los mínimos que exige el CSD. Nosotros tenemos un plan, pero nos gustaría que

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