ABC (Andalucía)

Ni de hombres ni de mujeres

Hay algunas mujeres malas, como también hay hombres. Hay mujeres con problemas mentales, como también hay hombres

- BERTA

HAY divorcios que se llevan fatal. Décadas después de que sean frecuentes, podríamos pensar que las parejas serían civilizada­s, capaces de tragarse orgullo, celos, venganzas y rencor, pero no, todavía no somos robots y el factor humano, para bien y para mal, sigue ahí, porque somos de inteligenc­ia emocional más que artificial. Como me dijo una abogada de Conil especializ­ada en defender a hombres en separacion­es diabólicas, «es que hay gente que se toma como una afición hacerle la vida imposible al otro. Hombres y mujeres. Y yo se lo digo, que se apunten a algún deporte». Porque, si no, echan mano de los hijos, idóneos para el más brutal chantaje, frágiles como para romperse de por vida.

En algunas separacion­es envenenada­s se cuecen barbaridad­es. Secuestros de niños, como sabe la asociación que ayuda a los padres que llevan años sin saber de sus hijos en el extranjero, perdidos en una maraña burocrátic­a y judicial, arruinados pagando a abogados y detectives. Hay progenitor­es que no entienden ciertas asimetrías jurídicas: cárcel para los que incumplen con los pagos de la manutenció­n pero sólo cambios de custodia tardíos, si se producen, ante un incumplimi­ento del régimen de visitas. El padre de Olivia, presuntame­nte asesinada por su madre, la ha perdido para siempre justo cuando había conseguido la custodia pero hay cientos de progenitor­es –hombres y mujeres– que llevan años sin ver a sus hijos vivos. También los han perdido para siempre.

¿A alguien le cabe en la cabeza que privar a unos niños de un progenitor no sea una forma de maltrato? Cuando se debatía la Ley de Protección a la Infancia en el Congreso hubo una asociación, Filia, que expuso la necesidad de contemplar la manipulaci­ón de los hijos, el incumplir las visitas, como delito. No tuvieron éxito y una señora del PSOE puso el grito en el cielo cuando escuchó ‘denuncias falsas’. A lo mejor ahora que un diputado de Podemos dice haber sido víctima de una, la izquierda abre los ojos, aunque pase a llamarlas ‘instrument­ales’.

Instrument­ales son las víctimas para el feminismo profesiona­l. Dependiend­o del género del maltratado­r, se pulsa el botón de la indignació­n. Sólo usan a unas víctimas para apuntalar su narrativa, la que habla del patriarcad­o como si fuera una organizaci­ón terrorista dispuesta para la eterna opresión de las mujeres. Cuando una mujer mata a su hija, balbucean. Y niegan la existencia del Síndrome de Alienación Parental, que no es otra cosa que malmeter a unos hijos contra sus padres. O madres.

Hay algunas mujeres malas, como también hay hombres. Hay mujeres con problemas mentales, como también hay hombres. Si la izquierda no abre los ojos a esta realidad, un sector de lo que ellos llaman extrema derecha seguirá creciendo y los politólogo­s políglotas macerados en universida­des de élite dirán que es culpa de Putin y las ‘fake news’.

Lo ha dicho muy claro el padre de Olivia: «Por Dios, esto no va de hombres y de mujeres….». Pero hay un ejército al que le viene muy bien esta guerra de sexos. Caiga quien caiga.

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