Elon Musk sacude la jaula de Twitter mientras prepara su gran revolución
El magnate prepara cambios en el negocio y la moderación de la ‘app’, en la que habrá nuevos despidos
Hace exactamente una semana, Elon Musk atravesaba las puertas del cuartel general de Twitter, ubicado en la ciudad estadounidense de San Francisco, con una sonrisa de oreja a oreja. Casi como un niño al que sus padres le acaban de comprar un juguete nuevo. Después de meses de idas y venidas y acusaciones, el magnate se disponía a cerrar, ya sí y de una vez por todas, la compra de la red social por la que acordó pagar el pasado abril 44.000 millones de dólares. El empresario llegaba a la casa de su red social favorita y, además de con una sonrisa, lo hacía con un enorme lavabo entre las manos. Como si se tratase de una suerte de aviso sobre la limpieza que pensaba realizar en Twitter.
Apenas unas horas después de que el acuerdo se oficializase, buena parte de los principales ejecutivos de la red social abandonaron la ‘app’. El primero, Parag Agrawall, director ejecutivo de la compañía desde hacía poco más de un año con el que el propio Musk mantuvo duras disputas en los últimos meses a golpe de tuit. A este le siguieron el director financiero, los jefes del área legal y los máximos representantes de las áreas de publicidad y de marketing, entre tantos otros. Todo el poder quedó en manos del propio Musk, nuevo primer ejecutivo de Twitter, y de un reducido grupo de asesores e ingenieros procedentes de empresas como SpaceX o Tesla.
«No hace prisioneros»
La revolución ya ha llegado a Twitter, aunque los cambios, por el momento, no sean especialmente perceptibles, según explican varios expertos en redes sociales consultados por ABC, quienes también llaman la atención sobre lo histriónicos que están resultando estos primeros días.
«Lo que hemos visto esta primera semana responde más al perfil del personaje de megalómano ilustrado simpático que se ha creado Elon Musk a lo que sería propio del empresario que realmente es», explica Nacho de Pinedo, director ejecutivo y cofundador de la escuela de negocio digital ISDI. El experto remarca, a su vez, que «el despido fulminante de los ejecutivos de la empresa, sin dar oportunidad a que sumen en el nuevo proyecto, demuestra que Musk no hace prisioneros».
«No está aquí para enseñarnos que ha comprado un cromo más. Él está aquí para marcar la diferencia», dice, por su parte, Ferran Lalueza, profesor de comunicación de la Universitat Oberta de Cataluña y experto en redes sociales. «Vamos a ver muchos cambios en Twitter y, además, lo más seguro es que los veamos rápido», remata el experto.
Por el momento, el flamante propietario de la red social del pajarito ha compartido que tiene intención de comenzar a monetizar funcionalidades que, hasta el momento, eran gratuitas para los aproximadamente 400 millones de internautas que navegan por Twitter cada mes. La primera, el establecimiento de una cuota de ocho euros mensual para todas aquellos usuarios que quieran verificar sus cuentas, gracias a lo que pueden demostrar que estas son oficiales. «Deberían pagarme a mí», señaló el popular escritor Stephen King cuando conoció la noticia, compartida por el propio Musk el pasado martes.
«Lo cierto es que es difícil pensar que haya muchos usuarios que estén dispuestos a pagar por hacer uso de una herramienta así, aunque no hay duda de que hay empresas y medios que utilizan el servicio para los que puede ser determinante que el resto de usuarios reconozcan», apunta Lalueza.
El experto, con todo, hace hincapié en que tiene dudas de que se trate de una medida que pueda marcar una diferencia para bien en las cuentas de la empresa. Y es que, por mucho que Musk diga que «no ha comprado Twitter para hacer negocio», todos sus movimientos demuestran que tampoco está dispuesto a perder dinero. O, al menos, no más del imprescindible.
Pausa para la publicidad
De acuerdo con numerosos medios estadounidenses, el magnate está preparando una importante reducción en la plantilla de la red social, que actualmente alcanza los 7.500 empleados. Nada más convertirse oficialmente en dueño de Twitter, el empresario realizó un comunicado dirigido a las compañías de publicidad en el que intentaba calmar las aguas, afirmando que Twitter no será un espacio en el que se podrá decir lo que se quiera. Sea como fuere, las palabras del magnate no parecen haber tenido un importante impacto en las compañías dedicadas al
Nacho de Pinedo
«El Elon Musk de esta semana responde al personaje de megalómano ilustrado que ha creado»
negocio de los anuncios, que representan, además, el 90% de los ingresos de Twitter. El gigante de la publicidad Interpublic Group (IPG) recomendó a los negocios a los que presta servicios –entre ellos, Coca-Cola, Nintendo o American Express– que pausasen sus inversiones en Twitter debido a las dudas que despierta la actitud de la nueva directiva respecto a la desinformación y la toxicidad.
Musk, mientras tanto, ha anunciado la próxima creación de un consejo asesor «con puntos de vista diversos» que se encargará de ayudar a la red social a la hora de tomar decisiones espinosas en materia de moderación de contenido. «No se tomarán decisiones importantes sobre contenido ni se restablecerán cuentas antes de que se reúna ese consejo», apuntó el ejecutivo.
A pesar de que, desde el principio, Musk ha afirmado que compra Twitter para proporcionar un espacio libre a los usuarios en el que expresarse, los expertos consultados solo le compran el discurso a medias. «Él quiere una plataforma de comunicación propia en la que apoyar los objetivos económicos de sus empresas y sus proyectos de grandeza personal», señala De Pinedo. «Él es un empresario, un hombre de negocios. Creo que va a intentar rentabilizar la inversión o, al menos, que le ayude a rentabilizar otros negocios», dice Lalueza.