Supermartes en tensión
EE.UU. llega a las legislativas alcanzando máximos de polarización
Amedida que se acerca el supermartes electoral en Estados Unidos, la disputa entre republicanos y demócratas se hace más reñida. La demografía favorece a estos últimos, al tener más apoyo entre los jóvenes. Sin embargo, la decisión del Tribunal Supremo negando que el aborto sea un derecho no moviliza a suficientes votantes, en contra de las previsiones de los estrategas demócratas. El asunto central es la economía, la subida de los precios de la energía y la alta inflación, dos tendencias que dan alas a un partido republicano muy influido Donald Trump.
El país alcanza máximos de polarización: un 80% de votantes de cada lado opina que la victoria de sus rivales políticos será algo nocivo y no simplemente una mala noticia. La mitad de los candidatos republicanos no reconocen a un cada vez más debilitado Biden como presidente legítimo. Compran la idea conspiranoica de que robó las elecciones presidenciales de 2020, un argumento que ha sido rechazado por más de sesenta tribunales.
El recuento del voto puede volver a ser un problema serio, por la presión de grupos de ciudadanos, algunos armados, sobre los funcionarios estatales encargados de realizar esta tarea. La crucial mayoría en el Senado se decidirá otra vez en unos pocos estados. Una victoria republicana en las dos cámaras añadiría presión a la que ejerce la Casa Blanca sobre los aliados europeos para que aumenten su apoyo a Ucrania. Ante un conflicto que posiblemente durará más de un invierno, no pocos republicanos entienden que debe disminuir la ayuda militar norteamericana a Kiev y dejar que, cada vez más, sea Europa la que se ocupe de sus fronteras.
Frente a ellos, los asesores de Biden piensan que a estas alturas del conflicto la derrota de Putin es esencial para la contención de China, el objetivo principal de la política exterior de Washington gobierne quien gobierne. Trump espera afianzar su control del partido en estas elecciones legislativas y utilizarlas de trampolín para aspirar a un segundo mandato. Vladímir Putin estaría encantado de negociar en 2025 con él un final del conflicto que le permitiera salir airoso.