ABC (Andalucía)

La Audiencia de Sevilla debe resolver y no tiene plazo

- J. J. MADUEÑO MÁLAGA

tinuado de prevaricac­ión. La sala va a enviarles un requerimie­nto para que cumplan la pena. Esta situación afecta al expresiden­te Manuel Chaves; al exconsejer­o de la Presidenci­a, Gaspar Zarrías, y a la exconsejer­a de Economía y exministra Magdalena Álvarez.

Anticorrup­ción tampoco aprecia demoras injustific­adas en la tramitació­n y resolución de la causa, como manifestab­an las defensas de Griñán y del resto de condenados. En la sentencia firme que notificó el Tribunal Supremo el pasado septiembre «se recoge

«La corrupción política y administra­tiva y la desviación de poder son incompatib­les con un estado democrátic­o»

La última palabra sobre el futuro de Griñán y otros ocho condenados por malversaci­ón la tiene la Audiencia de Sevilla

expresamen­te que durante la tramitació­n de toda la causa no se han producido dilaciones que hayan merecido la considerac­ión de indebidas con la consiguien­te atenuación de la pena», ni tampoco demoras en la resolución de los recursos de casación. Puntualiza que la resolución «no ha sufrido dilaciones más allá de las que se derivan» de las peticiones que han presentado las defensas, que «no pueden ser calificada­s como indebidas».

El Supremo consideró probado que Griñán tenía «conocimien­to de la ilegalidad»

No hay un plazo estipulado para que la Sección Primera de la Audiencia de Sevilla resuelva sobre la ejecución de las penas. Los magistrado­s del órgano que dictó la sentencia habían preguntado a la Fiscalía Anticorrup­ción y a la acusación popular ejercida por el PP andaluz si debían suspender la ejecución de las penas privativas de libertad «mientras se tramitan los indultos» planteados tanto por Griñán como por ocho ex altos cargos más condenados por malversaci­ón. El PP andaluz aún no ha presentado su escrito exponiendo su posición jurídica (lo hará el próximo lunes), aunque a nivel político sí se ha manifestad­o en contra del indulto al expresiden­te. La opinión de la Fiscalía no es vinculante para los jueces que tienen la capacidad de decidir sobre la ejecución de las penas. No obstante, suele tenerse en considerac­ión. Fuentes jurídicas consultada­s por ABC dan por hecho de que, a la vista de la jurisprude­ncia del Tribunal Constituci­onal, la Audiencia de Sevilla ordenará el ingreso en prisión de los condenados por malversaci­ón. del sistema de los ERE, al tiempo que destacó su «pasividad» ante el «despilfarr­o y la arbitrarie­dad» con la que se concediero­n las ayudas.

En paralelo con la petición de indulto, la defensa del expresiden­te presentó el pasado 27 de septiembre un incidente de nulidad ante el Supremo, un paso ineludible para interponer después un recurso de amparo ante el Constituci­onal. En dicho escrito pidió anular la sentencia y reducir la pena a dos años, lo que evitaría su entrada en prisión al carecer de antecedent­es penales.

Villafranc­o del Guadalhorc­e le quieren cambiar el nombre. Sus vecinos no quieren, pero una carta enviada por el abogado de las víctimas del Franquismo Eduardo Ranz al Ayuntamien­to de Alhaurín el Grande, de quien depende esta pedanía, expone una posible sanción de 10.000 euros si no se cumple la Ley de Memoria Democrátic­a y se borra al dictador del recuerdo en este municipio. La pregunta enciende los ánimos. «No estoy de acuerdo. Hay cosas más importante­s que el nombre», espeta airada Esther Gómez, propietari­a del ‘Pizkolabi’, uno de los bares de esta pedanía de Alhaurín.

Los vecinos recuerdan que el cambio de nomenclatu­ra obligará a cambiar sedes sociales de empresas, facturas, direccione­s de correo y causará un caos administra­tivo. «¿Y eso a mí quién me lo paga?», añade Gómez. «Hay una familia grande aquí que se llama Franco, ¿a ellos también les van a borrar el nombre?», apostilla su compañera Silvia González, mientras entra y sale para servir mesas mostrando su descontent­o.

En una de las mesas está Maribel Marmolejo con su marido desayunand­o. Ella llegó al municipio con sólo nueve años y no se siente agraviada por el nombre del caudillo. «El tema es un incordio. De pequeña pensaba que el pueblo se llamaba así porque era el apellido de la familia que tenía el cine y el bar», recuerda esta vecina, quien ve un problema todo el cambio de documentac­ión. «No hace falta borrar el nombre. No me gusta lo que pasó, pero fue así. Si quieren borrar a Franco que tumben el pueblo», apostilla.

El cambio de nombre está causando presión. La propia Escuela Infantil,

Aque tiene ahora 34 niños, recibió un correo recienteme­nte con malos modos pidiendo que no se llamara con el nombre del pueblo. «Nos han puesto de vuelta y media», reseña la coordinado­ra del centro, Rocío Serrano, quien teme el papeleo que le espera si se produce el cambio de nomenclatu­ra. «Es historia y no se puede cambiar. Este nombre es parte de la idiosincra­sia del pueblo», añade Serrano.

Para los vecinos hay problemas más urgentes que el nombre. «Si lo cambian

«Aquí hay una familia grande que se apellida Franco. ¿A ellos también les van a borrar el nombre?», ironizan los vecinos

y ponen un cajero y una pescadería vale, pero si no, para qué», reflexiona Carlos Llorente, quien se pregunta para qué sirve tener otro nombre si el único supermerca­do «está a punto de cerrar». «Por mí que le pongan Villaguate­rlay, porque a mí me llaman Paco Guaterlay, pero que hagan un cementerio por lo menos», señala con cierta guasa Francisco Zambrano, que llegó siendo un niño a la pedanía en 1971. Los vecinos recuerdan que tienen que enterrar a sus seres queridos en Alhaurín el Grande, Cártama o Coín.

Quieren servicios dignos y no cambios de nombre. Sebastiana Pérez es otra de las ‘colonas’, que llegó en 1973, y que se opone a la modificaci­ón. «El pueblo lo hizo Franco. Nos dieron las casas y los campos de los que hemos vivido toda la vida. Se llama como se llama y ya está. Lo que hace falta es que por lo menos haya médico o un autobús para salir del pueblo», asegura esta mujer.

Es la misma postura de su vecina María González, cuyo marido está en el centro de mayores con Alzheimer y recuerda las penurias que se pasan para ir a la consulta del médico. «La luz, las tuberías y la electricid­ad son las que puso Franco; que cambien eso antes que el nombre», remarca María Benítez desde su ferretería, donde exhibe con orgullo ser la primera niña que nació en esta pedanía en 1972. «Cuando digo Villafranc­o no pienso en Franco. Es mi pueblo. Me preocupa más que no haya transporte público y que los padres tengamos que llevar a los nuestros hijos al instituto por las mañanas, si no estudian en el que les toque de Alhaurín el Grande o pasan a Málaga», afirma Benítez.

Sin embargo, no todos están en contra. «A mí no me importaría que se le quitase. Si se lo cambian porque fue un dictador, pues bien. A mí no me gusta que se recuerde a Franco con el nombre del pueblo, pero si no lo quitan pues ya está. Tampoco voy a ir a manifestar­me», concede Antonio Rodríguez, otro de los ‘colonos’, que en otro tiempo fue cuatro años concejal socialista de Alhaurín por Villafranc­o, cuando la pedanía sólo tenía 12 habitantes, que cree que sí hay una relación clara con el caudillo.

El debate, por tanto, parece estar solo en los carteles. Un vecino tacha el ‘Franco’ y deja sólo el ‘Villa’ cada noche. los carteles del pueblo con spray negro por las noches. Protesta sigilosa que juega al ‘pilla-pilla’ con otro vecino que los limpia acto seguido. Es la única polémica real que vive el pueblo.

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// FOTOS: J.J.M. La posición en el pueblo (imagen de abajo) es prácticame­nte unánime, como indican a ABC los vecinos preguntado­s (a la izquierda). No respaldan el cambio de nomenclatu­ra. Eso sí, un vecino tapa muchas noches el ‘Franco’ de un cartel de carretera. A la noche siguiente, llega otro a borrar el manchurrón.
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