ABC (Andalucía)

«Vivo con estudiante­s pese a llevar ya 10 años ‘emancipado’»

Los jóvenes aplauden el bono para el alquiler, pero lo tildan de «tirita» ante la grave situación

- ÁLVARO HOLGADO GRANADA

Dos de cada tres jóvenes andaluces cobran menos de 20.000 euros al año. El precio del alquiler en Andalucía ronda los nueve euros por metro cuadrado. Es decir, para que alguien de este tramo de edad, por debajo de los 36 años, alquile un pisito de apenas de 40 metros cuadrados, tendrá que dedicar prácticame­nte la mitad de su sueldo. Ese es el contexto en el que el próximo 14 de noviembre se abrirá después de meses de espera, la convocator­ia para pedir el Bono Joven para el alquiler.

La medida pilla a traspiés a muchos de los implicados que todavía no la conocen. «Estoy tan quemada que ya ni busco estas cosas», explica Mercedes, de 29 años. Afincada en Granada, cumple el perfil de demandante. Después de llevarse casi 10 años estudiando, entre másteres, dos idiomas, trabajos precarios y su grado universita­rio, está a punto de volver a casa de su padre. «Hace dos años me fui a Italia y trabajé sin problema. Decidí volver, alquilé un piso, compartido claro, pero no me da. Encima nos suben el precio», explica.

El problema del paro se une a la inflación, los gastos de luz y agua cada vez más inaccesibl­es. «Las únicas perspectiv­as laborales que tengo es que me contraten, como ahora, por ejemplo, tres semanas en una empresa como dependient­a. Cualquier pago, como una fuga de agua o que nos suba la factura, no puedo asumirlo. Emocionalm­ente te come la ansiedad y llevo ya un tiempo al borde de la depresión. La vivienda afecta, claro. No tienes proyecto», insiste.

Andalucía, la última

La ayuda que se concede son 250 euros de máximo con 64 millones de partida presupuest­aria. Al acabarse el dinero, se dejarán de aceptar solicitude­s. Una medida del Gobierno a la que Andalucía ha llegado la última después de meses de espera, pero que, con todo, se trata de «una tirita» para la galopante subida de los precios.

«Yo llevo trabajando desde 2014. Con contratos temporales y de manera intermiten­te. La única forma de independiz­arse es pagar la mitad de tu sueldo únicamente en el piso. Yo vivo con estudiante­s a pesar de llevar casi 10 años ‘emancipado’» explica Aarón, de Málaga. Sin superar aún la treintena, señala, le gustaría «emprender, tener un negocio propio, pero por mucho que intento ahorrar, si le sumas gastos, se lo come todo la vivienda».

Ambos casos, el de Mercedes y Aarón son paradigmát­icos de lo que ocurre en la comunidad andaluza, aunque los diferencia, sobre todo, la provincia y la ciudad en la que se vive. Hay una paradoja: aunque precario, el trabajo se encuentra en las capitales, como Málaga o Sevilla. Pero no pueden vivir en ellas porque con lo que ganan no les llega.

La capital malagueña, Sevilla y Cádiz superan los 10 euros por metro cuadrado de alquiler mensual, de hecho. A mayor renta, el precio de los alquileres sube con él. Oriundo de Cádiz, precisamen­te, Fran, de 27 años, ya ha vuelto a vivir con sus padres, aunque ahora trabaje. Vive en Jerez y estudió arquitectu­ra. «Es el chiste, hago casas y no tengo dinero para alquilar una», ironiza al respecto.

A pesar de tomárselo con cierta positivida­d, lo que subyace es un proyecto truncado, por el momento, para construir su propia familia. «Estamos ahora mismo mi pareja y yo cada uno en casa de sus padres. Y afecta a todo. No tenemos espacio, ni intimidad, ni se puede pensar en nada a largo plazo. La pareja se resiente al final», lamenta.

Y las derivadas son muchas. La ausencia de un hogar para parejas jóvenes con el deseo de formar una familia, dan, según un estudio de la Universida­d de Navarra, una posible clave de la bajada de la natalidad en todo el país. Los datos fluctúan hacia ese paradigma: a mayor subida del precio de la vivienda, menor natalidad. Andalucía, incluso con el confinamie­nto en 2020, registró un 9,38 % menos de nacimiento­s que en 2019.

La Junta dará hasta 250 euros a menores de 35 años con ingresos de menos de 24.318 euros anuales, que son más del 60%

Precarieda­d cronificad­a

La medida del Bono Joven para el alquiler, que dura una vez concedido hasta 2024, pilla a esta generación, ante todo, en «una pescadilla que se muerde la cola». En una precarieda­d cronificad­a, más aún tras la pandemia, el acceso a la vivienda lleva consigo un poso emocional. «Lo que tenemos es una sensación absoluta de fracaso, por mucho que yo pueda con este bono acceder a un alquiler», incide Mercedes.

El paro juvenil se coloca en el 36% en Andalucía, lo que, incluso quitando el obstáculo del acceso a la vivienda, teniendo en cuenta la inflación y la subida de las facturas, ni siquiera da margen para no tener que renunciar a pesar de las ayudas. Incluso teniendo en cuenta esta posibilida­d, hay dudas. Algunos no tienen los ingresos regulares que se piden por la temporalid­ad de sus trabajos en el último año y otros le temen a una burocracia en la que no confían. «Me lo he planteado, por supuesto, pero luego estas cosas no son tan fáciles, ni el trámite ni que te lo concedan», resume Aarón.

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// ANTONIO L. JUÁREZ Una joven granadina toma una foto de un cartel que anuncia el alquiler de habitacion­es
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// VALERIO MERINO Piso en alquiler en el centro de Córdoba

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