La maldición de Franco
Los españoles no han aprendido que aquí no hay más que una guerra: la de los políticos contra la clase media
DICEN las señoras en las parroquias de Madrid que desde que Pedro Sánchez sacó al otro dictador del Valle de los Caídos no han cesado de producirse desgracias y crisis varias. No sabemos si es por la maldición de Franco o por la incompetencia de los socialistas, pero la economía, fatal. Hay seis millones de familias españolas, según Cáritas, que no pueden vivir en condiciones dignas. Seis millones de familias, o sea el 31,5% de los hogares en España. Yo sospecho que desentierran a los muertos de España para disimular que se han cargado a la clase media.
Dicen que la crisis va para largo, lo que significa: agárrensete la cartera que la maldición es en realidad un atraco. Estamos fatal, pero todos vemos lo que queremos ver, y todo indica que estaremos tirándonos los gusanos de la guerra civil a la cara hasta las elecciones generales. A ver si cuando lleguen nos encontramos con que la clase media está (estamos) mendigando en las colas de hambre, con mantas y cazuelas, y no hacemos cola para ir a votar. Los españoles no han aprendido que aquí no hay más que una guerra: la de los políticos contra la clase media. Y por puro despiste creo que vamos a volver a entrar en la guerra de nuestros abuelos. Cada año descubrimos cosas nuevas. En la LMD recientemente aprobada se habla de la ideología de la pureza racial, dice el nuevo BOE que Franco quería preservar la pureza de la raza española. Ya van dibujando un Franco medio alemán, con bigote hitleriano, que es una espantada.
Algunos españoles no tenemos ganas de partirnos la cara por una guerra que no es la nuestra, pero en los partidos con pasado sanguinario, como el PSOE y el PC, hay mucho reaccionario. Yo ya no defiendo mi cementerio, solo a la moribunda clase media española. He abandonado todas las demás posiciones. De Barrès aprendí que quien vive su identidad sintiéndose mandado por su heredad experimenta el sentimiento romántico de pertenencia. Son las pasiones de la sangre y el suelo. Las mismas que inspiraron las ideologías de pureza racial hoy inspiran una especie de pureza ideológica en nuestra izquierda. Yo creía que ya había dejado de ser determinante de qué bando fuera el bisabuelo, que la ideología no se hereda. Me equivoqué, fui demasiado rápido.
En la basílica de la Macarena había una señora, la Paqui, gritando a la familia de Queipo de Llano que iba a vengarse «por mi abuela». Llevamos toda la Transición tan tranquilos y ahora vuelta a lanzarnos los gusanos de los grandes muertos de la Historia a la cara para distraer a la parroquia. La crisis económica que se avecina es de no te menees, pero aquí mejor nos dedicamos a investigar culpabilidades y a exprimir el sentimiento romántico de Barrès, la sangre y el suelo con los gusanos. Haríamos bien en recordar las palabras de Manuel Fraga: «Es importante evitar el sabido yerro de prepararse para la última guerra anterior, en lugar de hacerlo para la que viene, o aún mejor para la que ya está aquí, aunque no todos sepan verla».