El Papa propone en Baréin acabar con el «ojo por ojo»
El Pontífice celebra misa ante 30.000 personas de todos los países del golfo Pérsico
Una multitud emocionada de treinta mil personas participó este sábado en la misa del Papa Francisco en el Estadio Nacional de Baréin. Muchos procedían de esta isla del golfo Pérsico, pero otros habían llegado desde Arabia Saudí, EAU, Kuwait y Qatar. La mayoría son emigrantes indios y filipinos contratados como empleados de la construcción, la hostelería y el servicio doméstico, que consiguieron unas horas libres para esta ceremonia.
A pesar de las visibles molestias en la rodilla, Francisco recorrió en papamóvil el estadio para ver de cerca sus rostros, y se detuvo con gran esfuerzo a bendecir a algunos bebés que los gendarmes le acercaban desde las primeras filas. «Son emigrantes con los problemas habituales de los emigrantes: distancia de la propia familia, soledad, provisionalidad, futuro incierto. La fe es uno de los pocos puntos de contacto con sus raíces», los describía el vicario apostólico Paul Hinder, que hace las veces de obispo para esta zona del mundo. «Están conmovidos porque ven el viaje del Papa como una confirmación de que conoce sus dificultades, y que son importantes para él», aseguraba antes de la misa.
«Dios sabe lo que sentimos cuando, a pesar de tantos esfuerzos generosos, no recibimos el bien que esperábamos, e incomprensiblemente, sufrimos un daño», les dijo el Papa en su homilía, quizá pensando en las duras circunstancias laborales y humanas que atraviesan, pues en muchos casos no tienen días libres, les retienen el pasaporte para presionarles o les impiden cambiar de trabajo sin el permiso de su empleador. «Dios sufre observando también en nuestros días, en tantas partes del mundo, formas de ejercer el poder que se nutren del abuso y la violencia, que buscan aumentar su propio espacio restringiendo el de los demás, imponiendo su dominio, limitando las libertades fundamentales y oprimiendo a los débiles», añadió.
Pero les recordó que «reaccionar sólo humanamente nos encadena al ‘ojo por ojo, diente por diente’, y eso significa hacer justicia con las mismas armas del mal que recibimos». Con gran realismo, el Papa les dijo que la propuesta cristiana no es «que soñemos con un mundo idealmente animado por la fraternidad, sino que nos comprometamos en primera persona, empezando por vivir concreta y valientemente la fraternidad universal, perseverando en el bien incluso cuando recibimos el mal, rompiendo la espiral de la venganza, desarmando la violencia, desmilitarizando el corazón».
«Esta invitación de Jesús no se refiere en primer lugar a grandes cuestiones de la humanidad, sino a situaciones concretas de nuestra vida», añadió. «Habrá fricciones, momentos de tensión, conflictos, visiones distintas, pero quien sigue al Príncipe de Paz debe buscar siempre la paz. No se puede restablecer la paz si a una palabra ofensiva se responde con otra palabra todavía peor, si a una bofetada le sigue otra. Es necesario quebrar la cadena del mal, romper la espiral de violencia, dejar de albergar rencores, dejar de quejarse y de compadecerse de sí mismo», les propuso.
«Quisiera daros las gracias por vuestro sereno y alegre testimonio de fraternidad, porque sois semilla de amor y de paz en esta tierra», dijo a modo de despedida. «A quienes han venido desde Kuwait, Qatar y Arabia Saudí y de otros países del Golfo, les traigo el cariño y la cercanía de la Iglesia universal, que los mira y los abraza, los quiere y los alienta», concluyó.
Por la tarde, el Papa visitó la única escuela católica del país, donde le recibieron estudiantes cristianos y musulmanes. «Sembrad fraternidad y cosecharéis futuro, porque el mundo sólo tendrá futuro en la fraternidad» invitó a los jóvenes del país. «En muchas regiones las tensiones y las amenazas aumentan, y a veces los conflictos estallan porque se permite que aumente la distancia en las relaciones, y así las diferencias étnicas, culturales, religiosas y de otro tipo se conviertan en problemas y temores que aíslan, y no en oportunidades para crecer juntos». Los jóvenes rezaron con el Papa por los problemas de su edad como la droga, el tráfico de personas, las agresiones a través de internet o contextos de odio o violencia.
Católicos en el país
«No se puede restablecer la paz si a una palabra ofensiva se responde con otra palabra todavía peor, si a una bofetada le sigue otra»
Los cristianos desaparecieron de esta región en el siglo VII, en tiempos del profeta Mahoma. En los años treinta del siglo XX había sólo unos 500 católicos en Baréin, atendidos por un sacerdote que viajaba desde Bagdad. Actualmente hay unos 80.000. Como el descubrimiento de pozos de petróleo atrajo a miles de emigrantes del Líbano, Irak, India y Filipinas, entre ellos muchos católicos, el jeque de Baréin regaló un terreno para que construyeran en la capital la primera iglesia del golfo Pérsico. Los católicos pagaron las obras y la inauguraron el día de Navidad de 1939. Se trata de la iglesia que el Papa visitará hoy, justo antes de partir de regreso a Roma.