ABC (Andalucía)

Atentan en el Prado contra ‘Las Majas’ de Goya, sin cristal de protección

∑Dos ecoactivis­tas españoles, de 18 y 21 años, se pegaron ayer a los marcos de los célebres cuadros e hicieron una pintada en la pared. Fueron detenidos

- NATIVIDAD PULIDO MADRID

Se veía venir. Era solo cuestión de saber qué día, a qué hora, dónde y cuál sería el cuadro elegido. Los museos españoles, como los de todo el mundo, están amenazados por los ecoactivis­tas, ‘ecoterrori­stas’ más bien. A cada cual por su nombre. Han hallado un altavoz mediático rociando sopas, cremas y demás alimentos líquidos en obras maestras y pegándose a sus marcos. Tras los ataques a obras de Botticelli, Van Gogh, Monet o Vermeer, en importante­s museos de toda Europa, ayer le tocó al Prado.

Pasada la una del mediodía, dos activistas españoles del grupo Futuro Vegetal, de 18 y 21 años, se pegaban a los marcos de ‘La Maja desnuda’ y ‘La Maja vestida’, de Goya, en señal de protesta por la emergencia climática, tras pintar de negro +1,5º entre ambas pinturas. ¡Pobre Goya! ¡Qué culpa tendrá! Las celebérrim­as obras cuelgan, desde febrero, en una gran sala (se unieron la 37 y la 38), centrada en el desnudo femenino tumbado. Las Majas goyescas no cuentan con un cristal de protección. Lo tuvieron en su día, pero se decidió que corrían más riesgos con él: una rotura del mismo podría rasgar la tela.

Tampoco lo tienen ‘Las Meninas’. Todo un detalle de los atacantes no rociar con gazpacho o salmorejo los cuadros sin cristal. Si al final habrá que premiarlos por su considerac­ión... Al tiempo.

¿Protocolos obsoletos?

Como ya es habitual, la ‘acción’ fue grabada y colgada en las redes sociales, aunque pronto se llenaron de mensajes cargando contra estos ataques: «Así no se protesta, destruís el patrimonio de todos». Según se aprecia en los vídeos, la vigilante de sala en ningún momento trata de impedir que los jóvenes prosigan con su acto vandálico. Parece que el protocolo no lo permite, pues no son agentes del orden. Se limitan a recordar las normas al público. No tienen competenci­as para emplear la fuerza. Quizás sea momento de cambiarlo. Sí trató de impedir que se grabaran los hechos para evitar su publicidad, objetivo de estas acciones, mientras la vigilante de la sala contigua hablaba con el joven pegado a ‘La Maja vestida’.

Enseguida se personaron en la sala agentes policiales, que detuvieron a los dos jóvenes. No sin antes ser despegados de los marcos por personal de restauraci­ón del museo. Desde que tienen lugar estos ataques en los museos se ha instaurado en el Prado un protocolo sobre cómo despegar a la gente de los marcos con disolvente. Y no es un chiste. Usaron pegamento y pintura en espray de plástico para no ser detectados por el escáner. El Prado cuenta con una brigada propia de la Policía Nacional en sus instalacio­nes, que se suma a la seguridad privada que se ocupa de controlar todos los accesos al museo. Hay arcos de seguridad en las puertas de Jerónimos, Goya Alta y Murillo. Los atacantes, Sam y Alba, fueron detenidos con los cargos de alteración del orden público y daños, y dirigidos a la comisaría de Retiro, a la espera de pasar a disposició­n judicial. El Prado emitió un breve comunicado en el que se advierte de que «las obras no han sufrido daños, aunque los marcos tienen ligeros desperfect­os, en particular el de ‘La Maja desnuda’». No solo se cerró la sala, sino todo el ala: salas 34-38. El público se quedó sin poder admirar dos de las obras más queridas y populares. Comprensib­le, pues, el morrocotud­o enfado que mostraban algunos visitantes.

A las cinco de la tarde reabrían las salas de nuevo. La pared lucía impoluta, tras eliminar la pintada y reparar los desperfect­os de los marcos, que no son de época de Goya, pero sí tienen al menos cien años. El presidente del Patronato del Prado, Javier Solana, invitaba a entrar al público. Además de Solana, acudieron a la pinacoteca Andrés Úbeda y Marina Chinchilla, directores adjuntos del museo, así como Enrique Quintana, jefe de Restauraci­ón. El director del Prado, Miguel Falomir, se hallaba fuera, aunque estuvo informado en todo momento de lo ocurrido. Hace unos días manifestab­a que «cuanto menos se hable de ello, mejor» para no darles la publicidad que buscan: «Hay formas más inteligent­es de defender nobles causas». Pero reconocía que el museo está «ojo avizor» y que se había intensific­ado la vigilancia en las salas. Sin mucho éxito, visto lo visto. Cultura ha instado a los museos estatales a ser «exhaustivo­s» en el cumplimien­to de la norma, según la cual no se pueden introducir en las salas «alimentos y bebidas». Ayer se acumulaban las botellas en los controles de seguridad.

Carta de Rivera de la Cruz

El mensaje +1,5º escrito en la pared por los ecodelincu­entes tiene como objetivo alertar del calentamie­nto global. Pero el Prado realizó en 2019 una campaña con WWF España para conciencia­r sobre ello: «Un aumento de 1,5º en la temperatur­a del planeta convertirí­a a mil millones de personas en refugiados climáticos». Se quedan sin argumentos (si es que los tenían). No respetan ni a quienes comparten su causa.

Marta Rivera de la Cruz, consejera de Cultura de la Comunidad de Madrid, envió este miércoles una carta al ministro de Cultura, Miquel Iceta, preocupada por la falta de vigilantes de sala en diferentes museos estatales: «Comprendo que compartes conmigo esta inquietud, y que sin duda estáis en vías de solución, más todavía por el momento crucial que vivimos. En una época en que han tenido lugar ataques vandálicos en distintas pinacoteca­s europeas, me parece especialme­nte preocupant­e un problema de control en las salas».

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// ABC Los vándalos, pegados a los marcos de ‘Las Majas’, tras hacer una pintada, mientras la vigilante de sala trata de impedir que se grabe

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