ABC (Andalucía)

Paul Allen, el visionario que conquistó el futuro

Christie’s sacará a subasta los próximos días 9 y 10 en Nueva York dos centenares de obras maestras del que podrían superar los Los beneficios irán destinados a proyectos filantrópi­cos

- NATIVIDAD PULIDO MADRID

ue uno de los más grandes visionario­s de nuestra época, una mente maravillos­a. Su cociente intelectua­l era de 170. Paul Gardner Allen (Seattle, Estados Unidos, 1953-2018) caminó por la vida siempre un paso por delante del común de los mortales, adelantánd­ose al futuro con innovacion­es revolucion­arias que mejoraron nuestras vidas. Pero el futuro le jugó una mala pasada, quiso recordarle que ni siquiera él era inmortal. Desde 1982 luchó contra un linfoma de Hodgkin (un cáncer del sistema linfático), que acabó con su vida el 15 de octubre de 2018, a los 65 años. Le bastó ese tiempo para dar rienda suelta a todas sus pasiones, que fueron muchas: la ciencia, la informátic­a, el espacio, la historia, el deporte, la música, el cine, el arte, la filantropí­a... En 2010, fue uno de los primeros en firmar ‘Giving Pledge’ (La promesa de dar), un compromiso para destinar la mayor parte de su fortuna a causas benéficas.

Le interesaba­n aquellos creadores que compartían su genio para transforma­r el mundo. Admiró (y coleccionó) a artistas audaces y revolucion­arios que desafiaron las convencion­es. «Me atraían las personas que, como yo, estaban ansiosas por ver lo que vendría después y querían intentar que sucediera», escribió en sus memorias en 2011. Las tituló ‘Idea Man’. Lo eligió porque encarnaba la forma en que se veía a sí mismo: siempre buscando un nuevo desafío que abordar. «Cada seis meses, me hago un escáner y espero en el despacho de mi oncólogo, preguntánd­ome cuál será el veredicto. Pienso continuame­nte en la próxima gran idea y en cómo podría llevarse a cabo». Él fue su mejor idea.

El arte siempre formó parte de la infancia de Allen, gracias a sus padres. Se topó con los paisajes marinos de Turner y las pinturas pop de Lichtenste­in en una visita a la Tate. Una experienci­a que encendió en él una pasión por el arte. Creó la Feria de Arte de Seattle en 2015 y se convirtió en un ávido coleccioni­sta de arte: atesoró una colección canónica que muestra el efecto transforma­dor de aquellos visionario­s a lo largo de cinco siglos. «Sabes que todas estas obras van a durar más que tú –reflexiona­ba Allen–. Solo eres custodio temporal

Fde ellas». Dos centenares de obras maestras saldrán a subasta los próximos días 9 y 10 en la sede neoyorquin­a de Christie’s en el Rockefelle­r Center. Todos los beneficios irán destinados a proyectos filantrópi­cos. Aportó en vida más de 2.650 millones de dólares a fines benéficos. Se prevé que supere los mil millones. Si es así, será la colección más cara de la historia, superando la de los Macklowe (922,2 millones) el pasado mes de mayo y la de David y Peggy Rockefelle­r (835,1 millones) en 2018.

Antes de la subasta, la Colección Allen ha itinerado por Hong Kong, Los Ángeles, Taipéi, Shanghái, Londres y París. Allen adquirió magníficas obras de los artistas más relevantes de la Historia del Arte. Tres obras maestras, pintadas el mismo año (1888), son las estrellas. Parten con una estimación por encima de los cien millones de dólares y cuentan con un gran pedigrí. Se trata de ‘La Montaña Sainte-Victoire’, de Cézanne; ‘Las modelos (versión pequeña)’, de Seurat; y ‘Huerto con cipreses’, de Van Gogh. ฀‘La Montaña Sainte-Victoire’, de Cézanne (1888-1890). Su precio estimado ronda los 120 millones de dólares ฀‘Maternidad II’, pintado por Gauguin en Tahití en 1899 (estimación: unos 90 millones) ฀‘Las modelos (versión pequeña)’, de Seurat (1888), podría superar los 100 millones ฀‘Huerto con cipreses’, de Van Gogh, realizado en Arlés en 1888. Su estimación es de unos 100 millones ฀‘Gran interior, W11 (según Watteau)’, de Lucian Freud (1981-1983). Se espera que se remate en más de 75 millones

La década de 1880 fue de una gran agitación emocional para Cézanne: dolorosas rupturas amorosas y con su amigo Émile Zola, la muerte de su padre... Se refugió en la pintura y se obsesionó con la Sainte-Victoire, la imponente montaña de la Provenza francesa que retrató con una paleta de azules, lilas y rosas. A ella dedicó una icónica serie de pinturas de una poderosa intensidad emocional, con la que estableció las bases del modernismo, dando origen al cubismo. La que sale a subasta perte

Bill Gates y Microsoft

Paul Allen y Bill Gates coincidier­on en la escuela Lakeside. En 1975 fundaron Microsoft. Su relación se rompió, pero se reconcilia­ron

Mansiones

Atesoró numerosas propiedade­s en Manhattan, Malibú, Londres, Hawái, la Riviera francesa, una isla privada frente a la costa de Washington... en medio cuando enfermó. Llegó a tildarlo de «oportunist­a mercenario» y dijo que trató de «estafarlo». Con los años las aguas se calmaron.

Durante toda su vida, Paul estuvo fascinado por las máquinas; especialme­nte, por la más sorprenden­te de todas: el cerebro humano. Fundó varios institutos con su nombre dedicados al cerebro, la biología celular, la inmunologí­a, la dinámica neuronal, la Inteligenc­ia Artificial... Financió ‘SpaceShipO­ne’, la primera nave espacial financiada con fondos privados en llegar al espacio. Y creó ‘Stratolaun­ch’, el avión más grande del mundo: mide como un campo de fútbol, pesa unas 227 toneladas sostenidas sobre 26 ruedas y es propulsado por seis motores Boeing 747. En abril de 2019 tuvo lugar su primer vuelo.

Música en las venas

A los 16 años, su madre le regaló su primera guitarra eléctrica, que compró en una tienda de segunda mano por cinco dólares. En 1969 asistió al concierto de Jimi Hendrix en el Seattle Center Coliseum. «Una vez que escuché a Hendrix, me enganché. No podías ser más genial que Jimi», decía Allen, a quien le conmovía «el poder de la música en vivo». La música renovaba su energía. En la universida­d, solía relajarse tocando su guitarra de madrugada. Formó la banda Grown Men y, más tarde, The Underthink­ers. En 1996 fundó una institució­n sin ánimo de lucro centrada en la exploració­n musical. Contrató al arquitecto Frank O. Gehry para diseñar el Experience Music Project (EMP), un museo dedicado a su héroe Jimi Hendrix (incluye la guitarra con la tocó en su mítico concierto en Woodstock). Hoy es el Museo de la Cultura Pop.

Tampoco el cine le fue ajeno. Allen invirtió 500 millones para ayudar a crear DreamWorks, junto con Steven Spielberg, Jeffrey Katzenberg y David Geffen. Pero Allen nunca se sintió cómodo en Hollywood y vendió su participac­ión en la compañía. Creó la suya propia, Vulcan Production­s, en 1997, con el objetivo de crear películas y documental­es independie­ntes. Dejó de operar a principios de 2021. Paul Allen fue dueño de los Seattle Seahawks de la Liga Nacional de Fútbol Americano y de los Portland Trail Blazers de la NBA. Remodeló el vecindario South Lake Union, un complejo de viviendas en Mercer Island, a las afueras de Seattle. Tenía propiedade­s en Manhattan, Malibú, Londres, Hawái, la Riviera francesa, una isla privada frente a la costa de Washington... Era propietari­o de tres superyates. Espectacul­ar, el ‘Octopus’, uno de los mayores del mundo, que cuenta con submarino, helipuerto, cancha de baloncesto... En él se celebraron fiestas en las que actuaron U2 y Mick Jagger. Se puso a la venta por 295 millones de dólares. Allen ayudó a salvar especies en peligro de extinción, exploró el fondo del océano... Dirigió expedicion­es que descubrier­on restos de buques de la Segunda Guerra Mundial, como el Musashi japonés y el USS Indianapol­is. Su curiosidad y su ansia de conocimien­to fueron infinitos. Ni viviendo cinco vidas nos darían para tanto.

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