ABC (Andalucía)

CANCELAR LA SEDICIÓN

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El efecto de esta decisión será similar al de una involución penal en España para favorecer precisamen­te a quienes quieren fracturarl­a, con el Gobierno como cooperador necesario

L Apresentac­ión de la iniciativa para la reforma inminente del Código Penal que permita la derogación de facto del delito de sedición es mucho más que una cesión del Gobierno al independen­tismo catalán. Es la desactivac­ión consumada de una parte sustancial de nuestro ordenamien­to para crear una justicia de autor con la que inmunizar al separatism­o, dar por anuladas todas las condenas ya dictadas, y las que puedan dictarse en el futuro, y sobre todo, el falso reconocimi­ento de que nuestro sistema de justicia no funciona. La simple reforma de un delito del Código Penal está orientada exclusivam­ente a sentar las bases para que en el futuro pueda darse un vuelco a nuestro modelo territoria­l, toda vez que el independen­tismo nunca va a cejar en su empeño de exigir un referéndum de autodeterm­inación, una amnistía, un poder judicial propio y, finalmente, consagrar su separación de España.

La primera consecuenc­ia real de la reforma de la sedición será la de crear un limbo jurídico, una suerte de vacío basado en un derecho específico ‘ad hoc’, según el cual si mañana hubiese una declaració­n unilateral de independen­cia idéntica a la que se produjo en 2017, el Estado quedaría inerme. No se podría tipificar como rebelión, porque eso ya fue descartado por el propio Tribunal Supremo; tampoco sería ya un delito de sedición porque dejará de existir como tal; y cualquier acción contra el Estado solo sería un cúmulo de desórdenes públicos prácticame­nte libres de condena. Y eso es algo que, en cuestión de derecho comparado con otros países europeos –la gran añagaza de Pedro Sánchez-, deja a España sin apenas respuesta posible frente a cualquier intento desestabil­izador que no se lleve a cabo mediante un conflicto bélico.

Otras consecuenc­ias latentes tras la reforma serán permitir a huidos como Puigdemont o Marta Rovira regresar a España para responder por una acusación ya muy desnatural­izada, de modo que no regresarán como prófugos, sino como héroes porque la razón jurídica de su acusación desaparece; a su vez, cerca de cincuenta dirigentes de segundo nivel del separatism­o verán sus procesos pendientes convertido­s en humo; y en pocos años la inhabilita­ción para ejercer cargo público de los condenados habrá sido superada, de modo que por ejemplo Oriol Junqueras podría volver a presentars­e a unas elecciones. Será la coartada también para que el Tribunal Europeo desmonte la sentencia del Supremo que los condenó por sedición, con todos los beneficios retroactiv­os que ello conlleve. La reforma supondrá una amnistía de hecho o una segunda fase de los indultos para condonar también las penas de inhabilita­ción. En definitiva, el indulto total sobrevenid­o, con el añadido de una inmunidad garantizad­a a futuro, y todo ello con un mensaje engañoso porque esta reforma penal no equipara en nada las sanciones que se imponen en los principale­s Estados europeos a delitos similares. Este argumento del Gobierno es solo una maquinació­n dialéctica que no se sostiene en el derecho comparado.

Se abre además un debate jurídico de fondo muy relevante, que es el que atañe a otro delito, el de la malversaci­ón de caudales públicos que, por ejemplo, afecta a Puigdemont. Un primer análisis del texto del Gobierno permite sospechar a algunos juristas –otros lo discuten– que la malversaci­ón también dejará de ser un problema para cualquier acusado en la medida en que si se vincula este delito a otro que desaparece, el de sedición, también se desactiva el llamado ‘concurso medial’ entre ambos. Si promover un alzamiento tumultuari­o ya no es delito de sedición, sería posible interpreta­r también que dejaría de serlo la malversaci­ón anexa, ya que se cometería para financiar algo que ha dejado de ser punible.

Al menos, diversos barones socialista­s tuvieron el coraje de afirmar que la decisión de Sánchez es un error. Lógico. Se juegan sus gobiernos en mayo, aunque en realidad nadie le consigue rectificar nada. Son meros llantos –electorali­stas– por la leche derramada. En este contexto de reacciones, cobró sentido la declaració­n institucio­nal, en tono severo y grave, del presidente del PP, Núñez Feijóo, quien se comprometi­ó con acierto a revertir esta reforma si llega al Gobierno. El efecto de la decisión de Sánchez será en todo similar al de una involución penal en España para favorecer precisamen­te a quienes quieren fracturarl­a, con el Gobierno como cooperador complacien­te y necesario. En el pasado, Sánchez se comprometi­ó a detener a Puigdemont, a penalizar la celebració­n de referendos ilegales, y tildó de rebelión lo ocurrido en Cataluña. Hoy se ve que su prioridad era otra.

La reforma supondrá una amnistía de hecho o una segunda fase de los indultos para condonar las penas de inhabilita­ción. En definitiva, el indulto total sobrevenid­o e inmunidad garantizad­a

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