ABC (Andalucía)

Hacerse un Piqué

Todos hemos deseado alguna vez un desahogo como el de ‘Gery’ con el árbitro, pero la educación nos lo impide

- IGNACIO MORENO BUSTAMANTE

ESTE artículo va de Piqué, pero no de fútbol. Ni de divorcios. Va de una historia que arranca en el Hotel Alma de Beloso, un cinco estrellas de Pamplona con todo tipo de lujos y comodidade­s: restaurant­e con estrella Michelín, piscina climatizad­a, sauna y amplios jardines que invitan a la relajación. Allí se alojó durante unas horas el FC Barcelona el pasado martes, tras aterrizar en el aeropuerto de Noain, para comer y descansar antes de partir rumbo a El Sadar a jugar su partido ante Osasuna.

Y allí, en tan idílico lugar y con las pulsacione­s bajas, Gerard Piqué ya tenía perfectame­nte claro que la iba a ‘liar’. Un plan milimétric­amente urdido. Tras anunciar pocos días antes su retirada del fútbol, no iba a dejar que su último partido como culé fuera en cualquier otro estadio distinto al Camp Nou. Así que viajó hasta Pamplona con la única idea de montar su numerito. El que, encumbrado ya como jugador desde hace mucho tiempo, le elevara definitiva y eternament­e a los altares de la hinchada azulgrana. Y por eso, nada más pitar Gil Manzano el descanso, buscó la cámara y se fue hacia él señalándol­e ostensible­mente con su dedo índice y espetándol­e lo que ya sabe usted que le espetó y que quedó perfectame­nte recogido en el acta arbitral. Un desahogo. Con razón o sin ella, que eso es lo de menos. Hizo lo que todos, en mayor o menor medida, hemos deseado hacer alguna vez. Echar las patas por alto, se llama. Pero no lo hacemos. Podría pensarse que porque no podemos permitírno­slo, sobre todo si se trata de un desahogo laboral. Pero en realidad no es por eso. Es por otras muchas razones que tienen que ver con la educación, el saber estar, el respeto, la urbanidad, la humildad, la cortesía, los modales y algunas otras virtudes de las que Piqué carece. No entraré en un análisis de su persona, como tan desafortun­adamente hizo Salvador Sostres en las páginas de Deportes de ABC el pasado miércoles. Se trata de una observació­n de su faceta puramente deportiva. La de un jugador de élite, de incuestion­ables virtudes futbolísti­cas que le han llevado a ganar todos los títulos posibles, incluido el de campeón del mundo. Y que precisamen­te por eso está obligado a dar ejemplo, a comportars­e con total rectitud al menos mientras está sobre el terreno de juego. No vale aquello de la tensión del momento y milongas similares. En este caso concreto no. Y, obviamente –aviso para hooligans– no es esta una opinión nacida del forofismo o del antibarcel­onismo. Si hubiera que poner en el otro lado de la balanza a un jugador que encarne todo lo contrario que Piqué, el primero que se nos vendría a la cabeza es otro símbolo culé, Andrés Iniesta.

Piqué hizo lo que hizo porque puede permitírse­lo. Es libre, millonario y no tiene que rendir cuentas a nadie. Pero sobre todo protagoniz­ó tan triste escena porque no dispone de las herramient­as básicas para frenarse a uno mismo cuando deseas mandarlo todo –y a todos– al garete. Las armas citadas anteriorme­nte. Utilísimas. Y son gratis. Pero no todo el mundo las tiene. Se puede ser inteligent­e. Y divertido, Pero siempre con educación.

 ?? ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain