Un partido republicano sin Trump
JOSÉ M. DE y medios han empezado a considerarlo tóxico
El reto mayor del poder no es su obtención y ejercicio, sino saber tomar la decisión de dejarlo. Incontables historias de líderes en todos los sectores terminan mal por su incapacidad de salir a tiempo y de forma airosa. Muy pocos son los que planifican con éxito su sucesión. Una explicación de este fenómeno es reconocer que el poder es adictivo, el afrodisiaco más fuerte según Henry Kissinger.
Tras las elecciones del martes en Estados Unidos, el partido republicano mantiene sus posibilidades de recuperar la Casa Blanca en 2024, aunque no ha conseguido la prometida oleada en el Congreso ni en los treinta y seis estados que elegían gobernador. Pero cada vez más notables republicanos achacan este resultado algo decepcionante a la enorme influencia que todavía ejerce Donald Trump sobre su ideario y a la hora de seleccionar candidatos.
El expresidente no ha aceptado su derrota en 2020 y planea una revancha que haga historia. Esta semana, nada más cerrar las urnas y antes de conocerse los resultados, aseguró que la victoria de los suyos había sido completa. También, que se prepara en estos días para hacer «un gran anuncio», muy probablemente el de su nueva candidatura a la Casa Blanca. Por fortuna, esta semana se ha roto su férreo control sobre el partido republicano. Muchos dirigentes y medios de comunicación hasta ahora afines han empezado a considerarlo tóxico. Ron DeSantis se ha convertido en una alternativa pujante a Trump.
El gobernador de Florida, reelegido por un amplio margen, es un político muy conservador que atrae tanto a los votantes libertarios como a los que dan prioridad a valores familiares y religiosos. Mantendría la conexión que han conseguido los republicanos con los votantes de clase trabajadora y también con los hispanos y otras minorías que ya no se inclinan por los demócratas. La prueba de que DeSantis es la alternativa son los insultos y amenazas que recibe a diario por parte de Trump, antiguo valedor. El futuro de Estados Unidos, y en alguna medida del planeta, puede depender de cómo se resuelva esta trifulca republicana.