China crea la mayor planta del mundo para transformar CO en 2 combustible
El gigante asiático defiende ante la COP27 la importancia del multilateralismo
Mientras mandatarios procedentes de cada esquina del globo peregrinan a Egipto para acudir a la COP27 en pos de una solución al cambio climático, los más sustanciales avances ocurren por otros lares. Por ejemplo en China, que acaba de inaugurar la mayor planta industrial del mundo para transformar dióxido de carbono (CO2) en metanol. Un proceso que acelera la adopción de este químico para los vehículos.
El metanol, también conocido como alcohol de madera, es un líquido generado en su fórmula habitual a partir de carbón o gas natural y empleado para la producción de plásticos. El complejo instalado en Anyang, por contra, capturará 160.000 toneladas anuales de CO2 obteniendo a cambio 110.000 de metanol. Esto supondrá una reducción de emisiones tanto al principio como al final de la cadena de consumo: todo ese CO2 que no llegará a la atmósfera se convertirá, además, en un combustible menos contaminante que el metanol tradicional. Los cálculos estiman que la planta evitará en conjunto la emisión de 500.000 toneladas de CO2.
China produce y consume el 60% del metanol mundial. Sin embargo, dicho complejo industrial empleará la tecnología ‘Emisiones a Líquidos’ (ETL, por sus siglas en inglés), desarrollada en exclusiva por la islandesa Carbon Recycling International (CRI). Esta empresa mantiene íntimos lazos con el gigante asiático desde que en 2015 recibiera el apoyo financiero de la automotriz china Geely, accionista mayoritaria de casas como Volvo y Mercedes-Benz.
Por este motivo, el proyecto «ejemplifica a la perfección lo que China quiere decir cuando afirma en documentos oficiales que busca cooperación internacional para llevar a cabo un desarrollo de alta calidad y bajo en emisiones», defiende Cory Combs, director asociado de la consultora Trivium China. CRI construye una segunda planta en el país.
«La continua innovación de China en materia de captura de carbono es vital a largo plazo. Con toda probabilidad, la neutralidad global de carbono, requerida antes de 2050 para mantener el aumento de la temperatura media por debajo de 1,5 grados, exigirá un desarrollo significativo de esta tecnología», añade el experto. «No obstante, la captura de carbono sigue siendo a día de hoy increíblemente costosa y ofrece pocas oportunidades de generar ingresos comerciales. Aplicaciones innovadoras, como la planta de Anyang, pueden dar un impulso a esta cuestión».
China tiene como objetivo alcanzar el pico de emisiones para 2030 y la neutralidad de carbono para 2060. Como parte de ese esfuerzo, el país domina la infraestructura de energías renovables, también en la industria del motor, donde el metanol juega un papel secundario que pronto podría crecer.
Siete millones de automóviles emplean hoy este combustible en China, de acuerdo a cifras del Instituto del Metanol, lo que representa un 5% del parque nacional de gasolina. Estos coches emiten un 26% menos de CO2 que los convencionales, incluso cuando recurren a metanol producido a partir de carbón. El metanol renovable, por su parte, reduce las emisiones de CO2 en un 95%, las de óxido de nitrógeno en un 80% y elimina las de óxido de azufre.
Combs, empero, opina que su adopción no resultará masiva. «Para el segmento de vehículos pesados y trenes de mercancías, en el que las baterías son menos viables, el metanol desempeña un rol secundario frente al hidrógeno verde y otras alternativas». Ahora bien, «todo puede cambiar con unos pocos años de innovación», concluye.
Conversaciones rotas
El complejo instalado en Anyang capturará 160.000 toneladas anuales de CO obteniendo a cambio 110.000 de metanol
China, mientras tanto, ha reiterado durante el COP27 sus compromisos climáticos, así como su apuesta por el multilateralismo. «No importa cuánto cambie el ambiente externo y cuántos desafíos afrontemos, China tiene la firme determinación de hacer realidad esta visión de la neutralidad de carbono», afirmó Xie Zenhua, enviado especial a la cumbre.
Sin embargo, su homólogo estadounidense John Kerry ha asegurado que las conversaciones entre las dos potencias permanecen paralizadas, después de que «una importante sesión negociadora» fuera cancelada por el gigante asiático en respuesta a la histórica visita oficial a Taiwán de Nancy Pelosi este verano.