ABC (Andalucía)

El peligro está en la potencia, no el tamaño de la ola

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Cuando se piensa en un tsunami, la mayoría imagina una gran ola de 40 metros que puede engullir edificios enteros. Es la imagen que han vendido las películas de Hollywood. Los expertos, sin embargo, explican que eso es solo parafernal­ia del cine. En la realidad, el peligro está en la potencia que lleva el agua. Una ola, explica el matemático Jorge Macías, es una onda. Las que vemos en la playa, que llegan cada pocos segundos, no tienen fuerza aunque sean muy altas. Rompen y, al poco, llega otra. En un tsunami hay una ola y, detrás, más de cien kilómetros de agua empujando. Son millones de litros de agua que arrasan al entrar en tierra. Es esa potencia la mortífera, no el tamaño de la ola. «En Nazaré, Portugal, hemos visto olas de 20 metros y no son destructiv­as», explica el investigad­or Miguel Llorente. Un tsunami, señala, no es un puñetazo de agua, es un caño de agua inmensísim­o que arrasa y que, además, es peligroso al llegar y al retirarse, porque la potencia es similar. «La energía que tiene un maremoto es varios órdenes de magnitud superior al de una ola», subraya.

Chipiona y Huelva son los municipios andaluces que tienen sus planes locales más avanzados

El protocolo de la Junta contempla planes de evacuación específico­s para personas con discapacid­ad

con estos proyectos. Dentro de dichos planes locales, establece la Junta, debe haber un apartado para evaluar los riesgos de un tsunami en el municipio, los medios para difundir las alertas, el plan de evacuación e itinerario­s y acogida de la población desplazada, los medios humanos y materiales necesarios para el dispositiv­o de emergencia, programa de formación de la población y un protocolo de simulacros que ayuden a los vecinos a estar listos por si llega la gran ola.

Edificios en peligro

El plan andaluz contra tsunamis aborda, además de la seguridad de las personas, el de las edificacio­nes que hay en la comunidad. Para ello analiza en detalle «la capacidad de resistenci­a» de las construcci­ones del litoral y si podrían verse afectados por un maremoto. Andalucía, reconoce el documento que maneja la Junta, tiene una «alta exposición» debido a «su alta ocupación y un grado de urbanizaci­ón muy elevado». El nivel de detalle es enorme. Se tiene en cuenta en el estudio el número de pisos, material de construcci­ón, la resistenci­a de la cimentació­n, la orientació­n del edificio y el estado de conservaci­ón. Los expertos también tienen en cuenta la orientació­n de la construcci­ón con respecto a la costa...

Con esos datos, a los que se les asigna un valor, los técnicos pueden establecer el nivel de riesgo de cada edificio en zonas de peligro. ¿Para qué ese análisis tan concienzud­o? Con esos datos los expertos pueden hacer un mapa de edificios con más riesgo y, a la hora de diseñar el plan de evacuación, pedir a la población que los desaloje rápido.

El de la Junta no es el único estudio sobre el asunto. También el Consorcio de Compensaci­ón de Seguros en colaboraci­ón del Instituto Geológico y Minero de España han realizado un detallado informe sobre el hipotético coste de un maremoto que golpease la costa andaluza como el de Lisboa de 1755. Los expertos, en este caso, han tenido en cuenta el capital asegurado porque, como ocurrió en el caso del volcán de la Palma y otras catástrofe­s naturales, necesitan una previsión de cuánto tienen que tener guardado para pagar indemnizac­iones.

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