Enrique Lamelas
Comisario de Marbella El terror de las mafias de la Costa del Sol alcanza el jubileo
asentó la zona, donde luego se casó y tuvo una hija. Una vida familiar que compaginó con la lucha contra el narcotráfico.
Bajo su mando se desarrolló toda una metodología de investigación para el tráfico aéreo. «Cogimos muchas avionetas o helicópteros en aquella época», reseña, mientras recuerda rutas, accidentes aéreos o un compañero, ahora también comisario, disparando a las ruedas de una avioneta para que no despegara.
En su hoja de servicios de aquellas fechas no paran de aparecer incautaciones. Miles y miles de kilos de hachís y de cocaína decomisadas. Llegaron a hasta seguir con helicópteros a una avioneta, para aterrizar con ella, detener a los ocupantes e incautar la carga.
Licenciado en Derecho, ocupó unos meses de la jefatura de la Unidad de Drogas y Crimen Organizado (Udyco) de la Costa del Sol en 2015, pero al final de ese año tomó posesión como comisario de Marbella. «Dirigir una comisaría es como una gran empresa. Cuando veo en las películas comisarios que investigan, pienso que de dónde sacan el tiempo», bromea Lamelas.
Siete años de comisario
Su llegada supuso estabilidad al mando de la Policía en una ciudad por la que los comisarios pasaban de largo. Se asentó y se involucró con la sociedad a la que le tocaba proteger. Es uno de los artífices de la videovigilancia en las calles, que es una de las culpables de la mejoría en la sensación de seguridad que hay en Marbella en los últimos años.
Solicitó las cámaras, explicó el sistema a los vecinos, emitió informes y trabajó con el Ayuntamiento para que fuera una realidad. «Es una buena herramienta, sobre todo de cara a tener pruebas en el juzgado», afirma el comisario, a quien era habitual verlo a la hora que fuera sobre el terreno cuando había algún suceso grave en la ciudad. «Igual que iba a un ajuste de cuentas lo hacía cuando reventaban un cajero, era para aprender conocimientos que se me escapaban. Luego no llevaba las investigaciones, eso lo hacen los grupos especializados», apunta.
Como comisario luchó contra una guerra de narcos desatada en 2018 en la que las calles de Marbella vieron varios ajustes de cuentas, sólo queda uno por resolver de aquella fecha. «El grupo que se creó hizo muy buen trabajo. Ahora está todo muy tranquilo», asevera quién sabe que se marcha con el deber cumplido.
En su agenda ahora sólo caben despedidas y celebraciones de personas que le rinden homenaje con cariño por su buena hoja de servicios, esa por la que ha tenido una extensa lista de condecoraciones por sus méritos policiales.