Jorge Javier Vázquez «Mila Ximénez era mi pareja, pero sin sexo»
∑El popular presentador publica su tercera novela ‘Antes del olvido’, en la que habla sin tapujos de sus problemas con el alcohol, su vida sentimental y sus miedos
Los nervios se han apoderado de Jorge Javier Vázquez, acostumbrado a enfrentarse a estrenos teatrales y hacer horas de televisión en directo, en su tercera novela ‘Antes del olvido’(Ed. Planeta) hace un striptease literario y es consciente de que «es que es el libro en el que más libre me siento. Antes podía haber enmascarado y haber dicho que era una autobiografía novelada para no aceptar algunas cosas o decir que no eran mías. Pero en esta, todo lo que hay soy yo y así soy». La muerte de Mila Ximénez le quitó las ganas de vivir, le dejó vacío y sin nada que lo motivase. Entonces encontró una válvula de escape para enfrentarse al dolor; comenzó a escribir. Lo mismo se ponía a las seis de la mañana, que aprovechaba un vuelo a Miami. Había que extirpar el dolor, el mismo que sintió cuando a los 27 años un tumor cerebral le arrebató a su padre: «Cuando a mi madre le dijeron que a mi padre le quedaba un año y medio de vida, yo ya vivía en Madrid y evitaba ir lo máximo a Badalona para no encontrarme con la muerte. Ir allí era entrar en un ambiente muy complicado y muy doloroso. Y yo no estaba capacitado». Tampoco sabe si ahora reaccionaría de otra manera porque con Mila también quiso evitar el dolor y repitió el mismo esquema. «Es que estaba convencido de que a ella no le iba a suceder. La oncóloga le dijo que de esto no se iba a morir. Y ella se lo creyó y yo también», recuerda. En la despedida Mila, sin perder el sentido del humor, le dijo: «Ya sé que cuando pase alguna chorrada os acordaréis de mí, pero la que no se va a olvidar de mí es la oncóloga’ (ríe).
Sus tormentos les unieron y con ella confiesa que se sintió libre: «Yo me consideraba su pareja excepto que no teníamos sexo. Para ella era único, especial. Yo siempre que hacía un plan contaba con ella y estaba dispuesta a todo». Los comienzos no fueron fáciles porque Mila era, según Jorge, una mujer «resentida con el mundo y muy amargada». Pero pese a que tenía un futuro muy oscuro, cuando se la rescató en ‘Aquí hay tomate’
go, años después de aquella ruptura, a Jorge le dio un ictus, y ahí se presentó Paco, como si nada hubiese pasado: «Nosotros pensamos que hablar en una pareja está muy sobrevalorado. Hacía cinco años y vino como si hubiera sido ayer. Es que yo también lo hubiera hecho por él», reconoce. Fue un gran apoyo, porque la confianza y la complicidad que tiene con él no la tiene con nadie: «Con él entendí lo que significa el amor físicamente, desde la cuestión química del amor, y es algo muy heavy».
Cómo debió sentirse horas antes de someterse a la operación que le pidió a su gran amigo Adrián Madrid que le grabara porque quería incluir a Paco en el testamento. «Yo solo quería dejarle un millón de euros, pero Adrián me hizo un gesto para que fuese más generoso, así que le dejé dos millones» (ríe). Tiene pendiente volver al notario porque alguna cosa ha cambiado, pero no para desheredar a Paco: «Algún día le habré dicho ahora no me mates para cobrar el testamento, a ver si ahora voy a tener miedo» (ríe). Y con un cómplice así aún sigue con la idea de buscar pareja. «Quiero un novio para vernos los fines de semana, viajar, pasarlo bien, pero no vivir juntos porque tengo casi 53 años, duermo con una férula y la máquina de la apnea que lleva una mascarilla y un tubo enorme para moverme por la cama. Eso no es erótico».
Además de su musa, Paloma San Basilio, a la que venera hasta el punto de marcharse a Puerto Rico a verla y cuyo primer encuentro detalla en el libro como una situación cómica de esas de tierra trágame, está su otro mito el erótico,
«Quiero un novio como Matías Roura, el camarero de ‘First Dates’»
Matías Roura, el camarero de ‘First Dates’. «Cuando llego de trabajar, no me suele apetecer hablar con nadie. Veo el programa porque para mí es uno de los mejores porque así somos todos ligando. De Matías me gusta su voz, su pelo, su forma de pensar, aunque no sé cómo piensa». Soltamos una carcajada porque reconoce que no tiene ninguna posibilidad, aunque saca pecho por haber hecho sus pinitos en ‘Mujeres y Hombres y Viceversa’, donde participó unas semanas: «Necesito un hombre de igual a igual, y eso en España ya no voy a conseguirlo porque te conoce todo el mundo». La popularidad le ha restado candidatos.
Terapia de grupo
Ahora está inmerso en plena terapia para curar sus adicciones al alcohol y al sexo, que en su caso iban de la mano, porque recurría al alcohol para deshinibirse. Su terapeuta Silvia se las ha prohibido ambas. Y lo está cumpliendo. Ha empezado a trabajar en grupo: «Con esta profesión que tenemos, tan absurda y loca, es muy fácil que se te vaya la cabeza, porque vives una realidad muy distorsionada. El hecho de ir a una terapia de grupo de gente que te cuenta tus mismos problemas, tus mismos miedos e inseguridades, te hace sentir menos solo y más comprendido».
Desde que llegó a Madrid nunca le ha faltado trabajo y no ha sabido lo que era no llegar a fin de mes, pero tiene claro que quiere irse a lo Marisol: «No tener la necesidad de volver a trabajar». Son muchos los que están deseando que caiga de esa torre de oro en la que lleva instalado desde décadas. No le preocupa lo más mínimo: «Si ahora mismo me dicen que se ha acabado, lo primero que haría sería irme a casa y decir ‘venga, donde hace sol’. Me voy a la playa, porque detesto el invierno. Me alquilo un apartamento, dejo de ser el de la tele y empiezo a conocer a gente nueva, charlar, pasear…». Pensamos destinos, sabe que la vulgaridad de Miami nos fascina a los dos, aunque ahora él apuesta por Brasil para escuchar bossa nova.