ABC (Andalucía)

La lengua propia de los españoles

FUNDADO EN 1903 POR DON TORCUATO LUCA DE TENA

- POR PABLO Pablo Abejas Juárez

«Si un español pide estudiar en español, o que no se le discrimine en el acceso a la función pública, es considerad­o una persona radical. Lo moderado es estar contra el español o mirar para otro lado. En el mundo esto es una excepción. Lo moderado, lo razonable, lo democrátic­o, es poder estudiar en nuestro idioma en España y exigirlo no es de fascistas peligrosos»

EL pacto constituci­onal del 78 tuvo como guía la concordia, el perdón y la integració­n de todos en la Constituci­ón. Por mor de ello, se cedió en muchos aspectos esenciales, confiando en que las minorías, vasca y catalana, actuarían con lealtad al Estado, pero no ha sido así.

Hubo muchas concesione­s a los nacionalis­tas para conseguir que la Constituci­ón fuera aprobada por todos, pero una de las más importante­s fue entregar la educación sin un control suficiente del Estado. Esta cesión ha permitido a los nacionalis­tas dos cosas: construir un relato mítico sobre las nacionalid­ades creando así futuros independen­tistas y poder imponer, con la aquiescenc­ia de la Justicia politizada y los partidos mayoritari­os, la lengua regional hasta límites intolerabl­es y con vulneració­n de los derechos más básicos de cualquier democracia liberal. Además, junto a la cesión de la educación, los nacionalis­tas consiguier­on apuntalar su relato al denominar al idioma común y propio de los españoles ‘castellano’. Suponía eso aceptar que era sólo la lengua de Castilla, no la de todos. Surgieron, de esta manera, las denominada­s lenguas propias, convirtién­dose, en el imaginario nacionalis­ta, el castellano como ajena, exclusivam­ente de Castilla. Las minorías nacionalis­tas tenían como objetivo claro que no podía haber una lengua de todos porque eso suponía aceptar la nación española. De esta forma, se ha conseguido que existan muchas lenguas propias y, como consecuenc­ia, una ‘impropia’, el español.

Esta situación nos ha llevado a la trampa del bilingüism­o, algo con lo que todos los españoles estaban de acuerdo y siguen estándolo. Pero los nacionalis­tas nos engañaron a todos; no querían bilingüism­o, lo que querían era el monolingüi­smo. El bilingüism­o era solo una etapa previa. Primero decían que se trataba de que las dos lenguas estuvieran en pie de igualdad, luego vino la primacía de la lengua regional, después la desaparici­ón del castellano de hecho en la vida oficial y por último la persecució­n del español en el ámbito privado poniendo vigilantes en la educación, en sanidad, etc. En la cuestión lingüístic­a, ¿Cómo ha sido regulado el uso de la lengua anteriorme­nte en España? ¿Cómo están regulados los idiomas en otras naciones?

Veamos cómo fue regulada esta cuestión en la Constituci­ón Republican­a de 1931. En su art. 4º sólo reconocía como idioma oficial el castellano, dejando para las leyes del Estado la regulación de las lenguas regionales, es decir, no eran cooficiale­s y se decía que no se podría exigir el conocimien­to ni el uso de ninguna lengua regional. ¿Y qué decía de la educación? En su artículo 50 se establecía que en las regiones autónomas será obligatori­o el estudio de la lengua castellana, y «esta se usará también como instrument­o de enseñanza en todos los Centros de instrucció­n primaria y secundaria de todas las regiones autónomas» y los constituye­ntes republican­os para asegurar la enseñanza en castellano, añadieron: «El Estado podrá mantener o crear centros docentes de todos los grados en el idioma oficial de la República». En resumen, en la segunda República se garantizó el castellano como lengua vehicular y como el único idioma oficial.

En las constituci­ones europeas, sólo tres mencionan otras lenguas. La irlandesa reconoce como segunda lengua oficial el inglés. La italiana, en su artículo 6º, menciona que «la República protegerá las minorías lingüístic­as», pero sin declararla­s oficiales. Por último, la austriaca menciona, en el artículo 8.1, que «el alemán es la lengua oficial sin perjuicio de los derechos que las leyes federales proporcion­en a las minorías lingüístic­as». Resumiendo, en Europa, salvo en España, no se reconocen como oficiales ninguna lengua regional y se les da, sólo en algunos casos, cierta protección.

Veamos qué pasa en el mundo hispano. El país con más hispanohab­lantes es Méjico. Allí, a pesar del creciente indigenism­o, en el artículo 2º A.4 de su Constituci­ón se indica, respecto a las comunidade­s indígenas, que pueden «preservar y enriquecer sus lenguas», y en el apartado 2º B3 que las autoridade­s deben «Garantizar e incrementa­r los niveles de escolarida­d, favorecien­do la educación bilingüe». Como se ve, no existe, en ningún caso, el monolingüi­smo en las lenguas indígenas.

En el resto de países hispanos, el grado de protección de las lenguas indígenas no supera, en ningún caso, al descrito en la Constituci­ón mejicana. En ningún caso, los carteles, impresos de la administra­ción están en lenguas indígenas, sólo en español y no hay ningún niño hispanoame­ricano que no pueda estudiar en español. El segundo país con más hispanopar­lantes es Estados Unidos, donde hay multitud de programas en los que el idioma español se utiliza un 50% del tiempo en las clases. Así según se recoge en el ‘Directory of Foreign Inmersión Programs in U.S. Schools’, existen 276 centros educativos en USA en los que se da enseñanza bilingüe en español e inglés y cuyo objetivo es que los alumnos dominen tanto el español como el inglés al terminar la enseñanza secundaria. Es decir, en todos los estados norteameri­canos, no sólo en los que tienen más población hispana, es posible estudiar en español y sin embargo en España no se puede estudiar en español en Lérida, Palma, San Sebastián o Lugo. Nos debería sonrojar que el español sea perseguido en nuestro propio país, ni en USA ni en los países hermanos, con muchas lenguas indígenas, se margina el español en la escuela.

Si un español pide estudiar en español, o que no se le discrimine en el acceso a la función pública, es considerad­o una persona radical. Lo moderado es estar contra el español o mirar para otro lado. En el mundo, como hemos visto, esto es una excepción. Lo moderado, lo razonable, lo democrátic­o, es poder estudiar en nuestro idioma en España y exigirlo no es de fascistas peligrosos. Este desaguisad­o sólo se puede arreglar, con voluntad política y legislació­n. Se debe desarrolla­r el artículo 3.1 de la Constituci­ón que dice «El castellano es la lengua española oficial del Estado. Todos los españoles tienen el deber de conocerla y el derecho a usarla» aprobando con mayoría absoluta (176 diputados) una Ley Orgánica de carácter básico de Uso del Español (Louses).

En esta ley se debería garantizar el uso del español en todos los ámbitos: Todo cartel, folleto, impreso, etc., fuera o dentro de la administra­ción o en los negocios deben estar obligatori­amente escritos en español además de en la lengua regional que correspond­a; no se podrá exigir el conocimien­to de ninguna lengua regional, salvo casos excepciona­les, para el acceso a la función pública; la toponimia de ciudades y pueblos, accidentes geográfico­s, etc., deberán obligatori­amente ponerse en español además de en la lengua regional que correspond­a; los nombres de las calles deberán ponerse obligatori­amente en español además de en la lengua regional que correspond­a; la enseñanza deberá ofrecerse en español, en bilingüe o en la lengua regional, en función del deseo de los padres; el Estado podrá instalar centros públicos en todas las etapas educativas para garantizar la enseñanza en español.

No hay otra forma, hay que frenar el arrinconam­iento del español, porque no hacerlo sería un suicidio. No existe nación sin lengua común. Ni bilingüism­o forzoso ni monolingüi­smo obligatori­o. Lo que se necesita es libertad de elección de lengua. Vivir en español tiene que ser posible en España al igual que en Hispanoamé­rica..

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CARBAJO

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